Publicaciones de Estudiantes


Autor: Justo Javier Ezquer Espin
Titulo: La Tradicion Religiosa de Sumeria
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INTRODUCCIÓN
“Ellos, los dioses de Nibiru, están aquí. Nos observan y ven con preocupación nuestras acciones. Están aquí para guiarnos, para conducirnos a una mejor vida, a desarrollar nuestras capacidades a niveles insospechados. A liberarnos del yugo del peso y los problemas sin solución. A hacernos llegar con ellos. Alcemos nuestra vista al cielo. No seamos sordos a su mensaje”.

Hace mucho tiempo, durante la infancia de la humanidad, los hombres levantaban la vista al cielo y veían a los dioses, su poder y su sabiduría, esto les impresionó. En aquellos tiempos los Dioses bajaban y convivían con los humanos, era una época donde había una clara conciencia de la realidad de los Dioses a los que adoraban, pues era posible la comunicación con ellos. Son muy numerosos los escritos antiguos donde se refleja cómo algunos hombres, por su sabiduría, consiguieron ascender en vida a los cielos, a la morada celestial y conocer a Dios. No importa qué religión o civilización estudiemos, en todas ellas hay una clara dicotomía entre cielo y tierra. El cielo como morada de los Dioses, la tierra como lugar de los hombres y bajo estos, el submundo o infierno eterno de la desesperación. Según la Biblia, tal y como se nos enseña en el catecismo, somos descendientes de la primera pareja humana, Adán y Eva (Aunque en la actualidad son muy pocos los que creerían en esta historia al pie de la letra), es así como nos relata el mito bíblico. Pero éste cuenta con una curiosa modificación textual, que normalmente no se comenta. El Génesis establece, de manera totalmente explícita, que fue agregada una segunda raza a la fusión de los genes humanos, un linaje que no era de este mundo, sino de origen celestial. Pues inmediatamente antes de la descripción del diluvio, en el capítulo 6 del Génesis, puede leerse:

“Y habiendo comenzado los hombres a multiplicarse sobre la Tierra, y engendrado hijas. Viendo los hijos de Dios a las hijas de los hombres que eran hermosas, tomaron mujeres las que escogieron entre todas... Y había gigantes sobre la Tierra en aquellos días, porque después que los hijos de Dios entraron a las hijas de los hombres, y ellas tuvieron (los Nephilim, los "gigantes"), éstos son los poderosos desde la antigüedad varones de fama.

1.- Hunger H., Pingree D., Sciences in Mesopotamia. Brill, Leiden-Boston-Köln, 1999.Pág.20
2.- Sagrada Biblia, Ediciones Paulinas, Génesis 6, versículos 1 y 2.Pág.68.

Estos versos bíblicos difieren de modo sorprendente del resto de la narrativa en torno a la creación, y han planteado más de un problema a traductores y teólogos. Pero, ¿por qué estos "hijos de Dios" se entrometen en los asuntos terrestres, cuando se dice que Dios creó a Adán a su imagen y semejanza, como representante suyo en la tierra? ¿Son los gigantes únicamente protagonistas de historias fantásticas o, por el contrario, sus hazañas pertenecen a la memoria colectiva de la Humanidad y están basadas en relatos de lo que realmente ocurrió en el planeta? ¿Quiénes construyeron las colosales estructuras megalíticas y desplazaron grandes monolitos como si de un juego se tratara? La Arqueología, hasta el momento, no ha ofrecido ninguna respuesta convincente. Pues resulta incómodo para los arqueólogos reconocer que hoy día no existen grúas ni aparatos elevadores capaces de mover y levantar titánicos bloques de piedra de mil quinientas toneladas, como es el caso de las terrazas de Baaalbek (actual Líbano). Las construcciones de la isla de Pascua, Tiahuanaco, el yacimiento megalítico de Ollantaytambu, Cuzco y Machu Pichu, son una pequeña muestra de las muchas construcciones de estas características que existen en nuestro planeta, atribuidas por los habitantes locales a los gigantes. La figura del gigante se presenta en casi todas las culturas y sus leyendas mitológicas, las podemos encontrar en múltiples relatos mitológicos del viejo mundo como los griegos, nórdicos, germánicos, hindúes, indoeuropeos, y también en el nuevo mundo como en las tradiciones de los mayas, de los aztecas y de los incas, así como en casi todos los libros sagrados de la antigüedad, pero ¿por qué hablar de unos seres que no existieron en realidad? Actualmente hay seres humanos con una estatura muy grande y otros muy bajos, pudiera ser que los primeros fuesen considerados gigantes bajo la perspectiva de los bajos, pero esto es algo muy subjetivo, es más probable utilizar la palabra gigante como una metáfora que más que una estatura muy grande simbolice un gran poder o fuerza, siendo estouna simple magnificación de los poderes atribuidos a la figura humana. Como podemos ver en la Biblia (Génesis 6), los hijos de Dios, tomaron como esposas a las mujeres y engendraron hijos, lo cual también está presente, por ejemplo, en los mitos griegos que relatan las aventuras amorosas de sus dioses, incluso en la época clásica, cualquier noble griego que se preciara trataba de hacer remontar su ascendencia hasta uno u otro de los dioses del Olimpo. Este tipo de aventuras amorosas entre mortales y seres de otros mundos aparecen con frecuencia en el folklore de los indios norteamericanos. Los indios thompson de la Columbia Británica cuentan cómo una vez una mujer casada fue capturada por los Dioses, furiosas todas las criaturas de la tierra emprendieron una guerra en vano contra los poderosos Dioses, tratando de llegar al cielo se construyó un endeble armazón que al final se desmoronó. Aunque no siempre todas las historias acaban en tragedias, cabe preguntarnos ¿quienes eran los dioses? ¿Por qué siempre la mayor parte de la humanidad ha creído que existían seres semejantes? ¿Serían estos buenos o maléficos? ¿Serían las construcciones, ritos y mitos de la antigüedad el resultado de un “culto cargo”? “Culto Cargo, es una terminología utilizada para describir una serie de manifestaciones religiosas que ocurrieron en el Mar de Arafura al Noreste de Australia, cuando un avión militar aterrizó en una isla llena de aborígenes que jamás habían visto un avión. Estos cultos manifestaban la creencia de que los bienes occidentales ('carco') habían sido creados para ellos por sus espíritus ancestrales, y que el hombre blanco de una forma tramposa se los había adueñado. Estos Cultos del cargo procedieron a purificar sus comunidades con lo que ellos percibían como una conducta occidental, asumiendo que con este tipo de conductas los bienes llegarían. El ejemplo más famoso de este comportamiento es que los aborígenes construyeron pistas para aviones, aeropuertos y radios hechos con cocos, pasto y otros materiales de la jungla, construidos bajo la creencia de que aviones cargueros llegarían a ellos si se construían, trayendo mejores cosechas y liberándolos de enfermedades. En realidad un culto cargo es asumir propiedades, virtudes y situaciónes a algo que no los tiene, emulando de forma “primitiva” lo que no se puede replicar con la tecnología con que se cuenta .”

Para poder conocer a fondo estas situaciones, es necesario estudiar las primeras historias mitológicas que pertenecen a los Dioses, como fue el caso de los Dioses sumerios, nombre que recibe el colectivo de Dioses adorados en la antigüedad por el compendio de pueblos que vivió en Asia menor, pueblos que englobaban entre otros a los hititas, a los filisteos, a los babilónicos, a los mesopotámicos y a otros. Los Dioses sumerios estaban divididos en familias, entre los que se encontraban los Annunaki, o Dioses babilonios. Esta división entre las distintas ramas dentro de una misma familia de dioses, es similar a la utilizada por los asgardianos, dividiéndolos entre Asir y Vanir, o los Dioses célticos, divididos entre Fomor y Danas. El liderazgo de estos Dioses lo ejercía primero el padre de estos, pero después fue remplazado por sus hijos. Muchos de los Dioses sumerios siguieron la ruta maligna, convirtiéndose en demonios, ya que la línea que separa a demonios y Dioses es muy fina, es probable de hecho, que muchos de los demonios que se conocen fueran antes Dioses.



Es muy difícil conocer como los sumerios desarrollaron sus ideas religiosas que, por otra parte, tanta huella iban a dejar en las religiones posteriores. La religión sumeria presenta serios problemas de identidad, debido a que muy rápidamente sus principios se amalgamaron con las creencias de los semitas y hoy por hoy es muy difícil aislar las particularidades religiosas específicas de cada grupo étnico, incluso se cuenta que la mayor parte de la producción escrita fue redactada por escribas semitas y no sumerios, en los planteamientos de la religión sumerio-acadia hay mucha mas influencia de las escuelas semitas que las propias sumerias. Los sumerios aparecen de hecho en la historia agrupados en torno a unos lugares de culto que se convirtieron muy pronto en pequeños principados teocráticos que evolucionaron a verdaderas ciudades Estado, controladas por un personaje investido de poder religioso por los Dioses. Dentro de las diversas divinidades, podemos distinguir dos vertientes, la que englobaba a las personas en las que sus vidas giraban en torno a la vida agrícola, las cuales centraron sus creencias en Dioses terrestres de tipo andrógino, cuyos rasgos externos no se corresponden con los de su propio sexo y la que englobaba a las personas habitantes de las estepas vecinas a las zonas de regadío, quienes dependían mucho de las lluvias y que por ello se decantaron por un sistema de Dioses cósmicos. Mas tarde debido a los desplazamientos y a los contactos étnicos, ambos tipos de creencias confluyeron en una común que englobaba a dioses tanto terrestre como cósmicos, lo que originó un acusado politeísmo, contando a no menos de 3600 Dioses, tanto sumerios como semitas y completando una extensa serie de categorías, tales como dioses personales, del estado o ciudad en la que se encontraban e incluso algunos fueron adorados en todo el país. Los filósofos y pensadores sumerios al ver que Mesopotamia estaba inmersa en medio de tres elementos, el cielo, la tierra y el agua, envueltos por una capa exterior en forma de bóveda, hicieron de ellos sus principales divinidades. Así pues el cielo fue An, quien dominaba sobre todo el universo visible, Ki fue la tierra, tomando ella el principio de fertilidad y por último Enki, fundamento de los otros dos elementos y que pasó a ser el Dios del agua, de acuerdo con estos tres principios, se desarrolló una elemental cosmología adaptada a los mismos, los sumerios creyeron que en principio fue el océano el cual engendró al universo, formado por un cielo abovedado y un disco terrestre, separados y al mismo tiempo unido por un ilimitado espacio en movimiento y expansión, cuya titularidad recayó en Enlil, Dios del viento. Fuera de ese espacio o atmósfera se crearon unos cuerpos luminosos (luna, sol, estrellas), luego sobre la tierra, las montañas, los bosques y el hombre. Para controlar todos esos elementos los cuatro grandes Dioses crearon a otros seres superiores, inmortales, de aspecto humano, pero infinitamente más perfectos e invisibles, estos eran las divinidades, formando todos ellos el panteón sumerio. Los sumerios por lo tanto llegaron a conocer a sus Dioses y Diosas, bajo los caracteres de los seres humanos, tanto en su aspecto físico como en sus pensamientos o hechos. De esta manera sus Dioses, comían, bebían, estaban de buen humor, enfadados y a fin de cuentas, sentían y actuaban según lo haría una persona normal y corriente, a pesar de todo esto, siempre los consideraron muy superiores, tanto desde el punto de vista intelectual como

Físico, atribuyéndoles cualidades sobrenaturales como la inmortalidad. Sin embargo no se sabe muy bien porque los sumerios condenaron a muerte y a descender a los infiernos a algunos Dioses. Se supuso que los Dioses habitaban en la montaña cósmica, lugar ubicado en el Oriente, aunque en ocasiones creían que también habitaban en sus templos terrestres.

Como preludio al resto de divinidades encontramos a una especial, llamada Nammu, la Diosa del abismo de agua, el mar primitivo, debe ser la primera de todas las deidades de la cosmología sumeria, ya que fue la que creó el cielo y la tierra, es descrita como la madre de todos los Dioses así como la mujer de An. Es la madre de Enki, al cual pide crear sirvientes para los Dioses siguiendo sus directrices y con la ayuda de Ki crean al hombre. Cuatro fueron las divinidades mas importantes: An (cielo), el Dios del cielo, Dios principal del panteón hasta por lo menos el 2500 A.C. aunque su importancia fue gradualmente decreciendo, en los primeros tiempos el cargó con el cielo mientras que Enlil lo hizo con la tierra, se cree que el y ki fueron los progenitores de la mayoría de los Dioses, aunque en otros sitios Nammu es también nombrada como su mujer. Entre sus hijos y seguidores estaban los Annunaki. Su primer templo se estableció en Erech. Enki lo sentó en el primer lugar de la tabla de Nippur como acto de celebración de su nueva casa en Eridu. Después de la inundación él y Enlil hicieron a Ziusudra inmortal llevándolo para que morase en el Dilmun. Ki (señora de las colinas sagradas), Diosa de la tierra, cuyo nombre también aparece como Ninhursag, Ninmah y Nintu, se cree que nació en la montaña cósmica de la unión de An y Nammu, es considerada como la hermana de Enlil, juntos crearon las plantas y los animales. Ki aseguraba campos fértiles, pero cuando ella maldijo a su marido por sus asuntos incestuosos (con las plantas que ella dio a luz), la tierra se volvió estéril. Solamente cuando los Dioses hartos, consiguieron apaciguarla, la tierra se volvió fértil de nuevo y el ciclo de las estaciones fue restituido. Tuvo un templo dedicado a ella en Tell Harriri (la antigua Mari). Enlil (el señor de lil) el dios del aire, surgido de la unión de An con ki y Dios principal del panteón sumerio a partir del 2500 A.C. Cuando su templo Ekur en Nippur fue el centro espiritual de Sumer. Cuando nació asumió la mayor parte de los poderes de An y fue considerado el padre de los Dioses o el rey del cielo y de la tierra, el señor de todas las tierras. Enlil provoca el amanecer, el nacimiento de todas las plantas y la libertad, sin sus bendiciones ninguna ciudad podría prosperar. Fue considerado el marido de Ninlil y el hermano de ki, aunque otras veces aparece también como el esposo de esta última. Enlil también es desterrado al mundo de los muertos por la violación de Ninlil, su pretendida esposa, pero vuelve con el producto de su primera unión, el Dios de la luna Nanna (también conocido como Sin). Ninlil también sigue a Enlil en su exilio como su esposa, Enlil pide a tres guardias del mundo terrenal que no revelen su paradero, pero además de eso se presenta ante Ninlil con su apariencia, produciendo tres uniones y nuevas deidades, entre ellas Meslamtea y Ninazu. Enlil también está considerado como el padre de Ninurta. Enki (tierra) el Dios del agua, distinto a la traducción de su nombre, Enki no es el señor de la tierra, sino del abzu (del abismo y del semen) y de la sabiduría. Esta contradicción lleva a postular que los sumerios lo conocían una vez como En-kur, señor del mundo terrenal, que contuvo o fue contenido en el Abzu, allí luchó con Kur, en el preludio a “Gilgamesh, a Enkidu, y al mundo terrenal”, saldría probablemente

Victorioso y de tal modo demandar el título señor de Kur (el reino). El es el Dios del agua, de la creación, y de la fertilidad, también lleva a cabo el dominio sobre la tierra, el encargado de las leyes divinas. Enki navegó por el Kur, probablemente para rescatar a Ereshkigal, después de que le entregaran al Kur, siendo invadido por criaturas de piedra pudiendo ser una extensión de Kur en si mismo. A parte de estos cuatro Dioses principales, tres más fueron los que conformaron el destino, formando un grupo de siete.

Nanna, también conocido como Sin y que es el Dios de la luna, nace de la violación llevada a cabo por Enlil a Ninlil. El navega con su canoa por los cielos acompañado de las estrellas y los planetas. Fue el Dios titular de Ur, nombrado rey de esta por An y Enlil. Viajó con su barca a Nippur, parando antes en cinco ciudades, cuando llegó a Nippur, ofreció regalos a Enlil y le rogó para que bendijera a su ciudad con prosperidad y para que no fuese inundada. Se casó con Ningak y su unión alumbró a Inanna y Utu. El descansa en el inframundo cada mes donde decreta el destino de los muertos. En su momento se negó a prestar ayuda a Innana cuando queda atrapada en el inframundo. Estableció a Ur-Nammu como su representante mortal, estableciendo la tercera dinastía de Ur.

Utu, es el hijo de Nanna y Ningal y es el dios del sol y la justicia, se va al inframundo al final de cada día poniéndose en la "montaña del oeste" y amaneciendo por la "montaña del este", una vez allí decreta el destino de los muertos. Se representa normalmente con rayos fieros y zigzagueantes saliéndole de los hombros y brazos y llevando un cuchillo de sierra. Inanna, es la hija de Nanna/Sin y Ningal, Diosa del amor y de la guerra. En el siguiente nivel encontramos a cincuenta grandes Dioses relacionados alguno de ellos con el inframundo y que son llamados Annunaki, los hijos de An. Se dice que estos habitan en el Dulkug o Du-Ku cuya traducción viene a ser la del "montículo sagrado". En el descenso de Innana al inframundo los Annunaki se identifican como los siete jueces de este.

Ereshkigal, es la reina del inframundo, mora en un palacio con siete puertas que han de visitar aquellos que entren en Kur. Se casó con Gugalanna, el toro del cielo y es la hermana mayor de Inanna, cuando Inanna traspasa sus dominios, Ereshkigal manda a su portero a que abra las siete puertas y le despoje de sus vestimentas, cuando los mensajeros de Enki llegan, la encuentran destrozada y le requieren el cadáver de Inanna. Nergal, es el segundo hijo de Enlil y Ninlil, es quizás el segundo gobernante de Kur (inframundo) con Ereshkigal, donde tiene un palacio en el que recibe reverencia de los que lo visitan. Ninlil fue la supuesta esposa de Enlil y la hija de Nunbarshegunu, la anciana de Nippur. Enlil la viola por lo que es castigado al inframundo. Ella le sigue al inframundo donde alumbra al dios de la luna Sin. Tienen tres hijos mas en el inframundo dos de los cuales son Nergal y Ninazu que se queda en el inframundo por lo que a Sin se le permite abandonarlo. Ningal es la mujer de Nanna y la madre de Inanna y Utu. Ella implora a Enlil para que no inunde su ciudad. Nanshe es la Diosa de la ciudad de Lagash, la cual se hace cargo de las viudas y los huérfanos, Nidaba es la Diosa de la escritura, y la patrona de los palacios de archivos. Es la asistenta de Nanshe. Ninisinna, es la patrona de la ciudad de Isin. Ninkasi, es la Diosa del alcohol, nacida de agua burbujeante, es la diosa que satisface los deseos, es una de los ocho hijos de Ninhursag. Ninurta, es el hijo de Enlil y el Dios de la guerra, el Dios del viento del sur. Ashnan, la criada amable. Ashnan es la Diosa del grano, viviendo inicialmente en Dulkug. Enlil y Enki, crean las granjas y los campos para ella y para el Dios de los ganados,

Con lugares para que Lahar tome cuidado de los animales y para que Ashnan haga crecer las cosechas. Las dos deidades agrícolas se emborrachan y comienzan a luchar, hasta que llegan Enlil y a Enki a resolver su conflicto. Lahar, es la diosa del ganado, viviendo inicialmente en Duku (Dulkug). Emesh, Dios responsable de la agricultura y es creado por Enlil. Pelea con su hermano Enten y hace una demanda a Enlil para ser el “granjero de los Dioses”, interponiendo esta después de Enten. Cuando Enlil juzga la demanda de Eten para ser más fuerte, Emesh se aplaca, le trae regalos y se reconcilia. Enten, es entonces el Dios granjero, y es el trabajador y novillero de los campos de Enlil. Uttu es la Diosa de la ropa aunque se pensó en ella previamente para ser la Diosa de plantas, es la hija de Enki y Ninkur. Enbilulu es el señor de los ríos, es el Dios designado por Enki para estar a cargo Tigris y del Euphrates. Ishkur es el Dios designado por Enki para estar a cargo de los vientos, está a cargo “de la cerradura de plata del corazón del cielo”, también se identifica con el Dios acadio Adad. Enkimdu es el dios designado por Enki para tomar cargo de los canales y zanjas. Kabta es el Dios nombrado por Enki para tomar cargo de la construcción o adobería. Mushdamma es el Dios nombrado por Enki para tomar cargo de las casas y fundaciones. Sumugan es el Dios de la planicie o “rey de la montaña”, él es el Dios colocado por Enki a cargo de la vida animal y vegetal de la planicie de Sumer. Como última categoría tenemos a semidioses, héroes o monstruos, estos son, Dumuzi (semidiós, llamado también el pastor), es el hijo de Enki y de Sirtur, le ponen a cargo de establos y de los rebaños, tiene un palacio en Kur y es el marido de Inanna, en vida fue el rey pastor de Uruk, o algo así como actualmente llamaríamos el secretario de ganadería. Utu intenta unir a Inanna con el pero ella lo rechaza inicialmente, el le asegura que sus padres son tan buenos como los suyos y ella comienza a desearlo. Los dos consuman su relación y en su fertilidad, las plantas y los granos crecen, después de yacer con el en la cama, Inanna se declara como su líder en las batallas y toma sus obligaciones sentándose en el trono y guiando la trayectoria de las armas. A requerimiento de Ninshubur, ella le da poder sobre la fertilidad de plantas y animales. "En el descenso de Inanna al inframundo” En su rescate de la muerte, fue perseguido por los demonios del galla, a los cuales eludió por un tiempo con la ayuda de Utu. Lo cogieron y lo mataron eventualmente, sin embargo lo liberó parcialmente su hermana Geshtinanna del inframundo, por lo que el reside allí solamente la mitad del año, residiendo su hermana la otra mitad y representando esto el cambio estacional. Geshtinanna (semidiosa) es la hermana de Dumuzi, después de su muerte, ella lo visitó en el inframundo con Inanna, y se le permitió tomar su lugar allí por seis meses al año. Su tiempo en el inframundo y su reaparición periódica se ligan a su nueva autoridad divina sobre las vides y el vino del otoño. Ziusudra, aparece como el Noe bíblico en la versión sumeria de la historia de la inundación, Ziusudra el piadoso de Shuruppak, es el hijo de Ubartutu o de Shuruppak es informado de la decisión de los Dioses de destruir a humanidad escuchando a través de la pared, resiste al diluvio y a las tormentas a bordo de un barco enorme, el único detalle que sobrevive del barco, es que tenía una ventana. La inundación dura siete días, antes de que Utu aparezca y disperse las aguas. Después de eso, Ziusudra hace los sacrificios apropiados a Utu y Enlil. Enlil le da vida eterna en Dilmun.

Gilagmesh (semidiós) El hijo, de un nómada o del héroe-rey Lugalbanda y de la Diosa Ninsun, Gilgamesh pudo haber sido rey histórico de Erech, durante la época de la primera dinastía de Ur. Su reinado se menciona en varios lugares, incluyendo la lista sumeria de reyes y era también, el jefe espiritual del templo. Era también el señor de Kulab y el hermano de Inanna. Fue “el príncipe querido de An” y “quién realiza actos heroicos para Inanna”. El rey Agga de Kish envió un ultimatum a Erech. Gilgamesh intentó convencer a los ancianos de que Erech debería saquear a Kish en respuesta, pero solamente los ancianos desearon someterse. El respondió llevándose a los hombres de la ciudad, que accedieron a levantarse en armas. Agga acabó sitiando a Erech y Gilgamesh resistió con la ayuda de su criado Enkidu. Envío a un soldado a través de la puerta a Agga al cual capturan y torturan en un breve plazo de tiempo, mientras que otros de los soldados de Gilgamesh suben por la pared, entonces Gilgamesh también subió por la pared y las fuerzas de Agga son tomadas por sorpresa por lo que Agga capitula. Gilgamesh graciosamente acepta la rendición de Agga. Después de esto, al parecer Gilgamesh toma Nippur, del hijo del fundador de la primera dinastía de Ur. Gilgamesh, entristecido por la muerte que el ve en su ciudad, decide ir a la “tierra de la vida” diciéndoselo a Enkidu. A petición de Enkidu, Gilgamesh hace un sacrificio y habla primero a Utu, que está a cargo de esa tierra. Después de que da sus motivos a Utu, el Dios llama a sus siete guardianes y héroes del tiempo. Gilgamesh recluta a cincuenta hombres para acompañarlo y pone a su servicio espadas y hachas. Viajan sobre siete montañas y árboles caídos a lo largo del camino, encontrando eventualmente el “cedro de su corazón”. Después de una parte de texto quebrado, Gilgamesh entra en un sueño profundo, después de un encuentro con Huwawa, Enkidu o uno de los otros lo despierta, ellos se lanzan sobre Huwawa y Gilgamesh lo distrae con halagos, después el le pone un anillo de nariz y ata sus brazos. Huwawa se humilla ante Gilgamesh y este casi lo suelta. Enkidu discute con Huwawa y cuando este protesta, le corta la cabeza, acción impetuosa de Enkidu que encoleriza a Gilgamesh. Inanna abroga a Gilgamesh, siendo su hermana, cuando se ha ocupado su árbol huluppu y el está receptivo. El tira abajo el árbol y le hace un trono y una cama para ella. A cambio de el favor, Inanna fabrica un pukku y un mikku para el. El los deja afuera, va a dormir y no puede encontrarlos donde los dejó cuando despierta. Habían caído en el inframundo. Enkidu le pregunta cual es el problema y Gilgamesh le pide que los recupere, dándole instrucciones de como comportarse en el inframundo. Enkidu entra en la gran morada a través de una puerta, pero rompe varios de los tabúes del inframundo de los cuales Gilgamesh le advirtió, incluyendo el usar ropas y sandalias limpias, llevar buen aceite o un arma personal, hacer ruido, o comportarse normalmente hacia alguien familiar. Por estas violaciones el es atado rápidamente por las protestas del inframundo. Gilgamesh aboga a Enlil, quien rechaza ayudar. Es la intervención de Enki quien rescata al héroe o por lo menos levantada su estela para que Gilgamesh pueda hablar. El rechaza los avances de Inanna, así que ella envía al “toro del cielo” para que arrase a toda la ciudad de Erech en recompensa por su acción.

Gilgamesh es predestinado por Enlil a morir pero también a ser un guerrero incomparable. Cuando muere, su esposa y sus criados hacen ofrendas de sí mismos para Gilgamesh a las deidades del inframundo. Le dan un palacio en el inframundo y le veneran como un Dios menor de los muertos. Es respetuoso hacerle una visita a la llegada, si te conocía en vida o está entre sus parentescos, puede incluso explicarte las reglas de Kur, que él ayuda a regular. Su hijo y sucesor fue Ur-lugal o Urnungal. La parte principal del cuento de Gilgamesh incluye un viaje al inframundo. Kur, significa literalmente la “montaña”, la “tierra extranjera”, o la “tierra” y vino a ser identificado con el mundo terrenal y, más específicamente, el área en el que estuvo contenido o contuvo el Abzu. En el "preludio a Gilgamesh", Enkidu y el inframundo, Ereshkigal tomó cargo del Kur como premio, al mismo tiempo en el que En y Enlil tomaron cargo del cielo y la tierra. Más adelante, Enki también luchó con Kur y sale probablemente victorioso, de tal modo que es capaz de demandar el título de “señor de Kur” (el reino). Kur se asemeja a una criatura dragón, recordando a Tiamat y Leviathan. Los textos sugieren que la lucha con Enki pudo haber utilizado instrumentos de la tierra de Kur, sus piedras o sus criaturas que lanzan piedras. En hazañas de Ninurta, esta deidad se propuso destruir el Kur, en un principio Kur intimida a Ninurta y se retira, pero cuando Ninurta vuelve con mayor resolución, Kur es destruido. Esto suelta las aguas del Abzu, haciendo que los campos sean inundados con aguas sucias.

Ninurta contiene el Abzu llenando de piedras el cadáver de Kur. Ninurta entonces drena estas aguas hacia el Tigris. La identificación del antagonista de Ninurta del Kur no parece ser alumbrado, el negro y verde parecen identificar a su enemigo como el demonio Asag, que eran el engendro de An y de Ki, y que produjo monstruosos vástagos con Kur. Inanna también es descrito en himnos como el destructor de Kur, uno identifica a Kur con Ebih, entonces comprenderemos que el a infringido un gran terror contra los dioses, el Anunnaki y la tierra, enviando continuamente rayos de luz y fuego contra la tierra, como si de una potente arma tecnológicamente avanzada se tratara en esta descripción antigua.

"… Nergal, Gilgamesh, Ereshkigal [la reina del mundo terrenal], a la que se da a Kur en el inframundo o se le da dominio sobre el inframundo en el preludio a Gilgamesh, Dumuzi [el pastor, marido de Inanna], Namtar, Hubishag, y Ningishzida - cada uno en su propio palacio;...algunos de los muertos fueron ofrecidos a el, quizás para ser sus asistentes y Gilgamesh, su hermano querido, explicándole las reglas y regulaciones del inframundo." 4.- Vidal, Benito, Historias mágicas de los dioses sumerios, Edimat, 2004, Pág.67.

El mundo terrenal de los sumerios es revelado, hasta cierto punto, por una composición sobre la muerte y la vida futura del rey y señor Ur-Nammu. Después de morir en el campo de batalla, Ur- Nammu llega al inframundo, donde ofrece regalos diversos y sacrificios a los “siete dioses” del inframundo. Otra tabla indica que el sol, la luna, y otros Dioses, también pasaron tiempo en el inframundo. El sol viaja allí después de ponerse, y la luna descansa allí al final del mes, pues Utu y Nanna decretaron allí el destino de los muertos.

Los héroes muertos comieron el pan, bebieron, y apagaron la sed muerta con agua, los Dioses del inframundo, los difuntos y su ciudad, fueron rezados en beneficio de los muertos y su familia, los hombres que habían sido creados exclusivamente para el servicio de los Dioses, según refieren determinados mitos, debían cuidar de ellos en lugares apropiados, mediante un culto escrupulosamente regulado por un competente clero, que tuvo también una extraordinaria importancia social, económica y cultural. Este culto se desarrollaba en los templos, en grandes casas o en santuarios. Este lugar de culto solía estar situado sobre una gran plataforma o terraza, orientado según los puntos cardinales sumerios y que reciben el nombre de zigurats, con un exterior construido a base de adobes y ladrillos y embellecidos por placas de mármol y con un interior distribuido en naves y capillas, adoptando un sistema de eje acodado disposición que impedía ver directamente desde la entrada la cámara de la divinidad. Los templos se iban construyendo superpuestos unos encima de otros, cubriendo los restos, que servíán de cimientos. Como hecho resaltado hay que recalcar que para toda la historia sumeria, no se han encontrado estatuas de Dioses en el interior de los templos, siendo las estatuas halladas, representaciones de orantes y de reyes que se creen que funcionarían como portavoces hacia la divinidad. La lista de sacerdotes la encabezaba el En, y su elección se establecía mediante un rito adivinatorio.

Los templos contaron también con personal religioso femenino, que solían ser hijas de reyes. Los cultos y ceremonias estuvieron perfectamente regulados, dentro de unas líneas uniformes para todo el país, estableciéndose sacrificios, cruentos e incruentos, libaciones de agua, cerveza, vino o aceite, ofrendas regulares, etc. También este culto sumerio se tributaba a nivel urbano y familiar, cada uno con sus divinidades propias. Los hombres debían expiar sus pecados a través de lamentos públicos o plegarias para aplacar a la divinidad. El culto nacional fue tributado a Enlil en Nippur, los sumerios idearon diferentes relatos para explicar la creación del hombre, concebido este en todos los casos como siervo, pero no esclavo de la divinidad. Su creación fue motivada por los propios Dioses ante la carencia de cuidados que debían soportar, por lo que el destino del hombre no fue otro que el de servir a los dioses. Faltan datos suficientes para determinar porque en determinado momento, estos decidieron acabar con la humanidad a través de un devastador Diluvio. La muerte, es de la que nadie podía sustraerse a excepción de los Dioses, las posibilidades de una vida más allá, ubicada bajo tierra y separado de ella por el mítico río Ilurugu, eran muy restringidas, el difunto quedaba reducido a un espíritu o sombra, que se desenvolvía en un ambiente oscuro y frío, con agua salobre y lleno de polvo. A pesar de estas escasas perspectivas, el sumerio no dio la espalda a sus Dioses, de hecho, se sentía formar parte de un cosmos y en consecuencia esperaba alcanzar la bendición de sus Dioses, cuando le juzgasen en la ultratumba.



Los sumerios creían firmemente que sus Dioses provenían de los cielos, a los que subían y bajaban a voluntad ellos a la tierra. Los textos que hablan de los tiempos de antes de que las cosas fueran creadas, citan a algunos de estos Dioses celestiales, como Apsu, Tiamat, Anshar, Kishar. En ningún momento se dice que estos Dioses aparecieran nunca sobre la Tierra. Y si miramos más de cerca a estos Dioses, que existieron antes de que se creara la Tierra, nos daremos cuenta de que eran los cuerpos celestes que componen nuestro sistema solar. Los así llamados mitos sumerios referentes a estos seres celestes eran, de hecho, conceptos cosmológicos precisos y científicamente admisibles sobre la creación de nuestro sistema solar, también hubo Dioses menores que eran de la tierra, sus centros de culto eran, en su mayor parte, ciudades de provincias, no eran más que deidades locales, que en el mejor de los casos, estaban encargados de algunas operaciones limitadas como, por ejemplo, la diosa Ninkashi (dama-cerveza), que supervisaba la preparación de bebidas, de estas deidades no existe ningún relato heroico, no disponían de armas impresionantes, y los demás dioses no se estremecían ante sus órdenes, entre los dos grupos estaban los Dioses del cielo y de la tierra, los llamados Dioses antiguos, éstos eran los Dioses de antaño de los relatos épicos, y no eran simples deidades locales, eran Dioses nacionales o, mejor aún, Dioses internacionales (precursores de la globalización). Algunos de ellos estaban presentes y activos en la Tierra, aun antes de que hubiera hombres en ella, de hecho se estimaba que la existencia del hombre había sido el resultado de una deliberada empresa creadora por parte de estos Dioses. Eran poderosos, capaces de hazañas que estaban más allá de las capacidades o de la comprensión de los mortales y sin embargo, estos Dioses no sólo tenían aspecto humano, sino que, también, comían y bebían como ellos, y exhibían todo tipo de emociones humanas, desde el amor y el odio hasta la lealtad y la infidelidad. Aunque los papeles y la posición jerárquica de algunos de los principales Dioses pudieron cambiar con los milenios, algunos de ellos nunca perdieron su encumbrada posición y su veneración nacional e internacional. A medida que observemos más de cerca este grupo central, veremos emerger una dinastía de Dioses, una familia divina, estrechamente relacionados entre ellos y, sin embargo, amargamente divididos. A la cabeza de esta familia de Dioses del Cielo y de la Tierra estaba AN (o Anu en los textos babilonios/asirios, Anunnaki eran llamados los hijos de Anu). Él era el Gran Padre de los Dioses, el Rey de los Dioses, su reino era la inmensidad de los cielos, y su símbolo era una estrella. En la escritura pictográfica sumeria, el signo de una estrella tenía también el significado de An, de cielos y de ser divino o Dios (descendiente de An). Este cuádruple significado del símbolo se mantuvo a través de las eras, a medida que la escritura pasó de su forma pictográfica sumeria hasta la cuneiforme acadia y la estilizada babilonia y asiría. Desde los primeros tiempos hasta que la escritura cuneiforme se desvaneció desde el cuarto milenio A.C. hasta casi la época de Cristo, este símbolo precedía los nombres de.

Los Dioses, indicando que el nombre escrito en el texto no era el de un mortal, sino el de una deidad de origen celeste. La morada de Anu, y la sede de su realeza, estaba en los cielos, ahí era adonde iban los otros Dioses del cielo y de la tierra cuando necesitaban consejos o favores personales, o donde se reunían en asamblea para zanjar disputas entre ellos mismos o para tomar decisiones importantes. Numerosos textos describen el palacio de Anu, cuyos pórticos estaban custodiados por un Dios del árbol de la verdad y un Dios del árbol de la vida, así como su trono. El modo en que los demás Dioses se aproximaban a él y cómo se sentaban en su presencia. Los textos sumerios también recogieron casos en que incluso a los mortales se les permitió subir a la morada de Anu, la mayoría de las veces con el objeto de escapar a la mortalidad. Uno de estos relatos es el de Adapa (modelo de Hombre). Fue tan perfecto y tan leal al dios Ea, que le había creado, que Ea lo dispuso todo para que fuera llevado hasta Anu. Es en ese momento cuando Ea le describió a Adapa lo que debía hacer, aunque en realidad le mintió. Así guiado por su creador Adapa hasta el cielo fue, ascendió y se acercó al pórtico de Anu. Pero cuando se le ofreció la posibilidad de hacerse inmortal, Adapa se negó a comer el pan de la vida, pensando que el enfurecido Anu le estaba ofreciendo alimentos envenenados. Así pues, se le devolvió a la Tierra como sacerdote ungido, pero todavía mortal. La afirmación sumeria de que también los humanos podían ascender a la morada divina en los cielos encuentra su eco en los relatos del Antiguo Testamento sobre el ascenso a los cielos de Enoc y del profeta Elias, los libros que conforman la Biblia son llamados canónicos, pero aparte de estos hay otros libros denominados apócrifos, que aunque son atribuidos a autor sagrado, no están declarados como canónicos, por lo tanto no forman parte de la Biblia. Recordemos que la tarea de relatar la vida de Jesús fue llevada a cabo no sólo por los cuatro evangelistas conocidos Juan, Lucas, Mateo y Marcos (de los cuales sólo dos conocieron a Cristo), sino por otros apóstoles, discípulos y voluntarios. Entre los evangelios apócrifos tenemos el de Santiago, de Mateo, Libro de la Natividad de Maria, Evangelio de Pedro, el Armenio, el Árabe, Libro de la Infancia de Jesús, el de Nicodemo, de los Hebreos, de los Egipcios, de San Bartolomé, de Santo Tomas, de Abraham, etc. Siendo aproximadamente unos 50 libros. En la fecha en que se publicaron los libros apócrifos, se publicaron los canónicos, y todos fueron considerados por igual, todos eran considerados libros divinos, los primeros Padres de la Iglesia, se sirvieron de los evangelios de “los evangelios apócrifos”, citaban de allí las palabras de Jesús y desconocían a los hoy llamados canónicos. Examinando a los 4 autores de los libros del Nuevo Testamento, se sabe que Marcos escribió su libro recolectando información de los fieles que habían escuchado predicar a San Pedro. Por su parte Lucas, recolecto datos de lo que le contaban los fieles que habían escuchado a San Pablo y además acudió a los apócrifos para completar su libro. Se supone que Mateo y Juan fueron testigos directos de la vida de Jesús, pero Mateo escribió su evangelio seis años después de la muerte de Jesús. En el Concilio de Nicea, en el año 325 D.C. Las autoridades eclesiásticas se inclinan por los 4 evangelios conocidos, y esto lo confirman en el año 363 en el Concilio de Laodicea, pero ¿Qué criterio uso la Iglesia para decidir si un libro es canónico o apócrifo? cuentan que fue una paloma la que entró en pleno concilio y les dijo al oído que libro iba a ser canónico y cual no, siendo esta respuesta lo más ridículo y pretencioso que pudo dar el concilio vaticano como pretexto.

Ya que en los primeros siglos, los testimonios orales y los escritos apócrifos sirvieron para completar datos en los canónicos, los cuales según la Iglesia tienen inspiración divina, así que al final de cuentas estos canónicos están basados en los considerados sin inspiración divina, o sea los apócrifos. Es más probable que los canónicos fueron manipulados, alterados y deformados, de acuerdo a la conveniencia de la Iglesia en ese momento, evitando que la grey, atara cabos y dudara de la fe en un futuro, al final de cuentas los libros apócrifos fueron marginados porque revelan algo que va en contra de intereses eclesiásticos. Por ello solo tomaron de los libros apócrifos, datos que no los comprometieran posteriormente, y el resto de información que estos libros brindan, lo catalogaron como falso o hereje. Si esto es así, ¿Por qué en los primeros siglos los sacerdotes dictaban la palabra de Jesús basándose en los apócrifos?, ¿por que en los primeros siglos todos los libros eran considerados divinos y ahora ya no?, ¿Por qué posteriormente los apócrifos han sido perseguidos y condenados por la Iglesia durante siglos, queriendo desaparecerlos completamente de los ojos de la humanidad? Estos apócrifos brindan datos desconocidos para nosotros, revelando algunos detalles muy interesantes, que la Iglesia a tratado de mantenerlos ocultos, algunos pequeños párrafos extraídos de esos libros, como los del cronista del Pentateuco (es decir, de los cinco libros atribuidos a Moisés), quien dice que el profeta Enoc vivió 365 años. Las primeras noticias acerca de la existencia del Libro de Enoc llegaron a Europa hacia comienzos del siglo XVIII, cuentan que Enoc, no murió sino que fue arrebatado y llevado a los cielos por un carro de fuego.

"Condujeronme entonces a los cielos. Yo entré hasta detenerme frente a un muro, que parecía hecho de sillares de cristal y estaba rodeado de lenguas de fuego. Al verlo sentí temor, pero atravesé las lenguas de fuego y me vi. Ante un gran palacio hecho de cristal labrado. Las paredes de aquel palacio semejaban un suelo embaldosado de placas de vidrio y el piso era también de cristal. El techo era como el firmamento de las estrellas y los rayos, habitado por querubines de fuego, y la cubierta parecía como de agua. Un océano de fuego rodeaba las paredes, y las puertas también ardían de resplandor. Luego llegué a otro palacio o morada, más grande que el anterior. Todas sus puertas estaban cubiertas de par en par. Era algo nunca visto en magnificencia, lujo y grandeza. El suelo era de fuego, los cielos rasos de rayos y círculos de estrellas, y el techo de vivas llamaradas. Allí divisé un trono muy alto Parecía como constelado de rocío y relucía todo alrededor como el sol a mediodía. Por debajo del trono brotaban torrentes llamas, y no se podía mirar de frente. En el trono estaba sentada la gran Majestad, sus ropas relucían más que el sol y eran más blancas que la nieve pura. Diez mil veces diez mil consignatarios la rodean, y tienen poder para hacer todo cuanto le place. Y los que se hallan a su lado no se apartan de ella ni de día ni de noche, no se alejan un punto. Entonces me sacaron de allí y me condujeron a otro lugar. Los parajes de las luces y los pañoles que guardan los rayos y los truenos. Vi el nacimiento de todas las aguas de la tierra y el nacimiento de los abismos. Vi el sillar fundamental de la Tierra, y vi los cuatro vientos que sustentan la Tierra, el firmamento. Vi también los vientos del cielo

Que sustentan y mueven el disco del Sol y todas las estrellas. Vi los vientos que arrastran las nubes sobre la Tierra; vi los caminos de los ángeles, y en el confín de la Tierra vi la fortaleza del firmamento sobre ella. Vi un abismo insondable con columnas de fuego celestial, y vi que las columnas de fuego caían hacia abajo y no podía sondearse su profundidad ni su altura. Después de este abismo vi un lugar donde no existía la fortaleza del firmamento, ni la tierra firme abajo, ni el océano. Allí no alentaba ni siquiera un pájaro; era un lugar desierto y temeroso. Allí vi siete estrellas como siete montañas terribles.

Cuando pregunté qué era aquel lugar, el ángel me dijo: "Éste es el confín donde terminan el cielo y la Tierra". Y pasé adelante hasta llegar a un lugar donde no había nada. Y había en él un fuego que llameaba, inextinguible, y aparecía cortado por abismos sin fondo en donde se precipitaban grandes columnas de llamas...".

Aunque Anu vivía en una Morada Celeste, los textos sumerios hablan de ocasiones en las que bajó a la Tierra, ya sea en tiempos de alguna crisis importante o con ocasión de visitas ceremoniales en las que iba acompañado por su esposa Antu, o bien, para alguna celebración como la boda de su bisnieta Inanna en la Tierra. Dado que no vivía de forma permanente en la Tierra, no parecía necesario darle exclusividad a su propia ciudad o centro de culto y la morada o zigurat erigido para él se encontraba en Uruk llamada en la Biblia Erek, dominio de la diosa Inanna.

“En la actualidad, en las ruinas de Uruk, hay un inmenso montículo artificial donde los arqueólogos han encontrado rastros de la construcción y reconstrucción de un gran templo, el templo de Anu; aquí se han descubierto no menos de dieciocho estratos o escalones distintos, lo cual habla de razones convincentes para mantener el templo en este sagrado lugar.”

Al templo de Anu se le llamó Eana o casa de An. Pero este sencillo nombre se le aplicaba a una estructura que, al menos en algunos de sus niveles, era según los textos sumerios, una casa de un encanto irresistible, con un atractivo infinito. Los textos también dejan claro el propósito del templo, pues lo llaman la casa para descender del cielo. Una tablilla que perteneció a un archivo de Uruk nos aporta luz cubre la pompa y el boato que acompañaban la llegada de Anu y de su esposa en sus visitas de estado, algo muy similar a cuando un mandatario actuales hacen una visita diplomática a otro país, la partida de los dos Grandes Dioses también estaba planificada, no sólo al día sino también al minuto exacto. Entre los miles y miles de representaciones de los antiguos dioses que se han descubierto, ninguna parece representar a Anu.

5.-WWW. club.telepolis.com/agaigcu/textosevangeliosapocrifos.htm
6.-Hunger H. Pingree D. Sciences in Mesopotamia. Brill, Leiden-Boston-Köln, 1999.Pág.35.

Sin embargo, nos observa desde cada estatua y cada retrato de cada rey que ha habido, desde la antigüedad hasta nuestros días. Pues Anu no era sólo el gran rey, rey de los Dioses, sino también aquel por cuya gracia los demás podían ser coronados como reyes.

Según la tradición sumeria, la soberanía emanaba de Anu y el término para designar la Realeza era Anutu. Las insignias de Anu eran la tiara, el cetro que era el símbolo del poder y el báculo ó símbolo de la guía que proporciona el pastor. En la actualidad, encontramos el báculo del pastor en manos de los obispos católicos, pero la corona y el cetro los siguen llevando todos aquellos reyes que la humanidad ha dejado en sus tronos, ¿será esto un legado sumerio? La segunda deidad en poder del panteón sumerio era Enlil.

Su nombre significa en sumerio señor del espacio aéreo, prototipo y padre de los posteriores Dioses de las tormentas que encabezaban los panteones del mundo antiguo.

Era el hijo mayor de Anu, nacido en la morada celeste de su padre. Pero, en algún momento de los tiempos más antiguos, descendió a la Tierra y se convirtió así en el principal dios del cielo y la tierra. Cuando los Dioses se reunían en asamblea en la morada celeste, Enlil presidía las reuniones en compañía de su padre. Cuando los Dioses se reunían en asamblea en la Tierra, se encontraban en la corte de Enlil, en el recinto divino de Nippur, la ciudad dedicada a Enlil, además de ser el sitio donde se encontraba su principal templo, el Ekur ó casa que es como una montaña. No sólo los sumerios tenían a Enlil por supremo, sino también los dioses de Sumer. Éstos le llamaban Soberano de todas las tierras, y dejaban claro que en el cielo él es el príncipe, en la Tierra él es el Jefe, sus palabras o mandatos, en las alturas, hacen temblar los cielos, abajo, hacen que la Tierra se estremezca. Enlil según las creencias sumerias, llegó a la Tierra mucho antes de que la tierra se adecuara y se civilizara. Un himno a Enlil, el caritativo narra los muchos aspectos de la sociedad y la civilización que no habrían llegado a existir de no ser por las instrucciones de Enlil para ejecutar sus órdenes en todas partes, era considerado como nacido del padre antes de todos los siglos, cuando no se construían ciudades, ni se fundaban poblados, ni se construían establos, ni se levantaban rediles, ni reyes fuesen coronados, ni sumos sacerdotes nacidos. Los textos sumerios dicen también que Enlil llegó a la Tierra antes que las gentes de cabeza negra, que era el apodo sumerio para designarnos a nosotros, es decir a la humanidad. Durante estos tiempos previos a la humanidad, Enlil levantó Nippur como centro particular suyo o de mando, al cual cielo y tierra estaban conectados a través de algún tipo de enlace. Los textos sumerios llamaban a este enlace Duranki o enlace cielo-tierra y usaban el lenguaje poético para relatar las primeras acciones de Enlil en la Tierra. Un antiguo relato cuenta que, aunque Enlil era el jefe de los Dioses, éstos se enfurecieron por que Enlil tuvo relaciones sexuales, quitando la virginidad a una menor de edad, este hecho provocó que lo detuvieran y lo desterraran al mundo inferior. Sud, la joven ofendida resultó embarazada de Enlil y finalmente se casó con él. Otra versión dice que Enlil, arrepentido, buscó a la joven y envió a su chambelán para que le pidiera a su madre la mano de la hija. De un modo o de otro, Sud se convirtió en la esposa de Enlil, y éste le otorgó el título de Ninlil o señora del espacio aéreo. Pero lo que no sabían ni él ni los dioses que le desterraron es que no fue Enlil el que sedujo a Ninlil, sino al revés. Lo cierto es que Ninlil se bañó desnuda en el riachuelo siguiendo las instrucciones de su madre,

Con la esperanza de que Enlil, que solía pasear junto al arroyo, se percatara de la belleza de Ninlil y deseara copular con ella. A pesar de la forma en la que se enamoraron, Ninlil fue tenida en muy alta estima a partir del momento en que Enlil le dio la prenda de la señoría. Con una única excepción, que tuvo que ver con la sucesión dinástica, no se conocen más infidelidades de Enlil a su consorte. Una tablilla encontrada en Nippur muestra a Enlil y a Ninlil en su templo mientras se les sirven alimentos y bebida. La tablilla fue encargada por Ur-Enlil, el sirviente de Enlil. Además de ser jefe de los Dioses, a Enlil se le tenía por supremo Señor de Sumer a veces llamada, simplemente, el país y de las gentes de cabeza negra. Los sumerios reverenciaban a Enlil tanto por temor como por gratitud. Era él el que se aseguraba de que las sentencias de la asamblea en contra de la humanidad se llevaran a efecto, era su viento el que soplaba tormentas devastadoras contra las ciudades ofensoras. Era él el que buscaba la destrucción de la humanidad cuando el diluvio, pero también el que, cuando estaba en paz con el género humano, se convertía en un Dios amable que concedía favores, según un texto sumerio, fue Enlil el que dio a la Humanidad el conocimiento de la agricultura, junto con el del arado y el pico. Enlil elegía también a los reyes que tenían que gobernar a la humanidad, no como soberanos, sino como servidores del Dios a los que se les confiaba la administración de las leyes divinas de justicia. Así pues, los reyes sumerios, acadios y babilonios abrían sus inscripciones de auto adoración describiendo cómo Enlil les había llamado a la realeza. Estas llamadas promulgadas por Enlil en su propio nombre y en el de su padre, Anu le concedían legitimidad al gobernante y delimitaban sus funciones. Incluso Hammurabi, que reconocía a Marduk como dios nacional de Babilonia, afirmó en el prefacio de su código legal que Anu y Enlil le nombraron para promover el bienestar del pueblo, para hacer que la justicia prevalezca en la tierra. Dios del cielo y de la tierra, primogénito de Anu, dispensador de realeza, jefe de la asamblea de dioses, padre de dioses y hombres, dador de la agricultura, señor del espacio aéreo, estos eran algunos de los atributos de Enlil que hablaban de su grandeza y sus poderes. Sus mandatos llegaban lejos, sus declaraciones eran invariables, él decretaba los destinos, disponía del enlace cielo tierra, y desde su impresionante ciudad de Nippur podía elevar los rayos que buscan el corazón de todas las tierras y mover los ojos que pueden explorar todas las tierras. Sin embargo, vemos que era tan humano como cualquier joven capaz de dejarse seducir por una belleza desnuda, sujeto a leyes morales impuestas por la comunidad de los Dioses, transgresiones que se castigaban con el destierro y ni siquiera era inmune a las quejas de los mortales. Al menos, consta un caso en la que un rey sumerio de Ur se quejó directamente a la asamblea de los Dioses de que toda una serie de males que habían caído sobre Ur y sus gentes podían deberse al desafortunado hecho de que Enlil le había dado la realeza a un hombre indigno, que no era de simiente sumeria. El tercer Gran Dios de Sumer fue otro hijo de Anu, tenía tres nombres, Ea, Oanes y Enki. Al igual que su hermano Enlil, Ea era también un Dios del cielo y de la Tierra, una deidad de origen celeste que había bajado a la Tierra. Su llegada a la Tierra está relacionada en los textos sumerios con una época en la que las aguas del Golfo Pérsico entraban en tierra firme mucho más allá de lo que vemos hoy en día, convirtiendo en pantanosa la parte sur del país. Ea, el nombre significa, literalmente, casa

Agua, era maestro en ingeniería, planificó y supervisó la construcción de canales, de diques en los ríos, así como el drenaje de los pantanos. Le encantaba salir a navegar por estos cursos de agua y, de modo especial, por los pantanos. Como su nombre indica, las aguas eran su hogar. Construyó su gran casa en la ciudad que fundó, al filo de las tierras pantanosas, una ciudad llamada Haaki o lugar de los peces agua, aunque también fue conocida como Eridu ó hogar de ir desde lejos. Ea era el señor de las aguas saladas, los mares y los océanos. Los textos sumerios hablan repetidamente de una época muy antigua en la que los tres grandes dioses se repartieron los reinos entre ellos. Los mares se los dieron a Enki, el príncipe de la Tierra, dándole así el gobierno del Apsu que significa lo Profundo. Como señor de los mares, Ea construyó barcos que navegaban hasta tierras lejanas, y, en especial, a lugares desde donde se traían metales preciosos y piedras semipreciosas.

“Los sellos cilíndricos sumerios más antiguos representan a Ea como un dios rodeado de ríos fluentes en los que, a veces, se veían peces. Los sellos relacionaban a Ea, con la Luna (indicada por su creciente), una relación quizás basada en el hecho de que la Luna provoca las mareas. No hay duda, en lo referente a Ea se le dio el epíteto de NIN.IGI.KU («señor brillo-ojo»).”

Según los textos sumerios, entre los que se incluye una asombrosa autobiografía del mismo Ea, éste nació en los cielos y vino a la Tierra antes de que hubiera ninguna población o civilización sobre la Tierra. Cuando me acerqué al país, estaba inundado en gran parte, afirma. Después, procede a describir la serie de acciones que emprendió para hacer habitable la tierra, llenó el río Tigris con frescas aguas dadoras de vida, nombró a un dios para que supervisara la construcción de canales, para hacer navegables el Tigris y el Éufrates y descongestionó las tierras pantanosas, llenándolas de peces y haciendo un refugio para aves de todos los tipos, y haciendo crecer allí carrizos que pudieran servir como material de construcción. Centrándose después en la tierra seca, Ea decía que fue él quien dirigió el arado y el yugo, abrió los sagrados surcos, construyó establos, levantó rediles, fue este Dios el que trajo a la Tierra las artes de la elaboración de ladrillos, de la construcción de moradas y ciudades, de la metalurgia, etc. Presentándolo como al mayor benefactor de la Humanidad, como al Dios que trajo la civilización, muchos textos lo tienen también por el principal defensor de la humanidad en los consejos de los Dioses. En los textos sumerios y acadios sobre el diluvio,( donde se deben buscar los orígenes del relato bíblico), se dice que Ea fue el dios que, desafiando la decisión de la Asamblea de Dioses, permitió escapar del desastre a un seguidor de confianza, quien sería el “Noé” mesopotámico. De hecho, los textos sumerios y acadios, que como el Antiguo Testamento, se adhieren a la creencia de que un Dios o los Dioses crearon al Hombre por medio de un acto consciente y deliberado, atribuyen a Ea un papel clave en todo esto.

Como científico jefe de los Dioses, fue él el que diseñó el método y el proceso por el cual debía ser creado el Hombre.

Con tal afinidad en la creación o aparición del Hombre, no es de sorprender que fuera Ea el que guió a Adapa, llamando así el hombre modelo creado por la sabiduría de Ea, a la morada de Anu en los cielos, desafiando la determinación de los Dioses de negarle la vida eterna a la Humanidad. Ea no se puso del lado del hombre simplemente porque tuvo que ver con su creación, hubo otro motivo, pues nos encontramos con los constantes desafíos de Ea, que tanto en temas humanos como divinos, tenían como objetivo principal el frustrar las decisiones o los planes que emanaban de Enlil. Los archivos están repletos de alusiones a los abrasadores celos que sentía Ea por su hermano Enlil. De hecho, el otro nombre de Ea y, quizás, el primero era Enki, o señor de la Tierra, y los textos que hablan del reparto del mundo entre los tres dioses sugieren que Ea perdió el dominio de la Tierra en favor de su hermano Enlil por el simple método de echarlo a suertes, aunque la verdadera razón, nos la da el mismo Enki en su autobiografía. Era él, y no Enlil el primogénito, según afirma Enki era él y no Enlil, el que debía ser heredero de Anu.

Recordando que los códigos legales que regían la vida de los mortales en el antiguo Oriente Próximo fueron dados por los Dioses, tendremos que convenir en que las leyes sociales y familiares que se aplicaban a los hombres eran una copia de aquellas otras que se aplicaban entre los Dioses. Archivos judiciales y familiares encontrados en sitios como Mari y Nuzi confirman que las costumbres y las leyes bíblicas por las cuales se guiaban los patriarcas hebreos eran las mismas leyes a las que se sometían reyes y nobles por todo el Oriente Próximo de la antigüedad. Los problemas de sucesión que los patriarcas tuvieron que afrontar son, por tanto, sumamente enredados.

”Siendo Abraham, privado de sucesión por la esterilidad de su esposa Sara, tuvo un primogénito con su criada. Sin embargo, este hijo llamado Ismael fue excluido de la sucesión patriarcal tan pronto como Sara le dio a Abraham un hijo, Isaac.

La esposa de Isaac, Rebeca, quedó embarazada de gemelos. Técnicamente, el primero en nacer fue Esaú, un sujeto rudo y de cabello rojizo. Después, agarrando el talón de Esaú, salió Jacob, más refinado y preferido por Rebeca. Cuando Isaac, anciano y medio ciego, estaba a punto de anunciar su testamento, Rebeca utilizó un ardid para que la bendición de la sucesión recayera sobre Jacob en vez de sobre Esaú. Por último, los problemas sucesorios de Jacob vinieron como resultado de que, aunque éste sirvió a Labán durante veinte años para conseguir la mano de Raquel, Labán le obligó a casarse primero con la hermana mayor de Raquel, Lía. Fue ésta la que le dio a Jacob su primer hijo, Rubén, y tuvo más hijos con ella además de una hija y con dos concubinas. Sin embargo, cuando por fin Raquel le dio su propio primogénito, José, éste se convirtió en el preferido de Jacob”.

A la vista de tales costumbres y leyes de sucesión, uno puede comprender las conflictivas relaciones entre Enlil y Enki. Pues Enlil, siendo hijo de Anu y de su consorte oficial Antu, era el primogénito legal. Pero Enlil era hijo de Anu, pero de otra diosa concubina que era también su hermanastra. El relato de Isaac e Ismael, o la historia de Esaú y Jacob, pudieron tener un paralelismo previo en la Morada Celestial.

Aunque Enki parece haber aceptado las prerrogativas sucesorias de Enlil, las evidentes luchas por el poder entre los dos Dioses, parecen no cesar. Parece que, en un momento determinado, Enki decidió que su lucha por el trono divino no tenía sentido, y puso todo su empeño en hacer que fuera un hijo suyo en vez de un hijo de Enlil el sucesor de la tercera generación y esto pretendía lograrlo, al menos en un principio, con la ayuda de su hermana Ninhursag o la dama de la cabeza de la montaña. Ella también era hija de Anu, pero, evidentemente, no de Antu, y ahí radica otra norma de la sucesión. ¿Por qué tanto Abraham como Isaac daban cuenta del hecho de que sus respectivas esposas eran también sus hermanas? Esto provoca una enorme confusión, dada la aberración que es el mantener relaciones sexuales con una hermana. Pero, en la antigua Biblia los hombres sí podían casarse con una hermanastra. Y lo que es más, a la hora de tomar en consideración a los hijos de todas las esposas, el hijo nacido de tal esposa, al tener un cincuenta por ciento más de sangre pura, que el hijo de una esposa sin parentesco, era el heredero legal, tanto si era el primogénito como si no. Esto fue, por cierto, lo que llevó a la práctica de adoptar a la esposa preferida como hermana, con el fin de hacer de su hijo el heredero legal indiscutible. Fue con esta hermanastra, Ninhursag, con quien Enki buscó tener un hijo.

Ella también era de los cielos, habiendo llegado a la Tierra en tiempos primitivos. Varios textos dicen que, cuando los dioses se estaban repartiendo la Tierra entre ellos, a ella le dieron la tierra de Dilmun un lugar puro, una tierra pura, un lugar de lo más brillante. Un texto llamado “Enki y Ninhursag en el paraíso”, habla del viaje de Enki a Dilmun con intenciones conyugales. Ninhursag estaba sola, es decir, soltera y sin compromiso, dando instrucciones para que se les dejara a solas, Enki “derramó el semen en la matriz de Ninhursag, ella guardó el semen en su matriz, el semen de Enki” y más tarde, “después de nueve meses de femineidad, ella dio a luz a la orilla de las aguas. Pero resultó ser una niña. Al no conseguir un heredero varón, Enki se decidió a hacer el amor con su propia hija. “Enki derramó su semen en la matriz”. Pero ella, también, le dio una hija. Entonces, Enki fue a por su nieta y la dejó embarazada también, pero una vez más, su descendencia fue femenina. Decidida a detener estos desmanes, Ninhursag echó una maldición sobre Enki por la cual éste, tras comer unas plantas, cayó mortalmente enfermo. Sin embargo, los otros Dioses obligaron a Ninhursag a levantar la maldición. Mientras que estos hechos tenían mucho que ver con asuntos “divinos”, otros relatos de Enki y Ninhursag tienen que ver en gran medida con asuntos humanos, pues según los textos sumerios, el Hombre fue creado por Ninhursag, siguiendo los procesos y las fórmulas que diseñó Enki. Ella fue la enfermera jefe, la encargada de los servicios médicos, fue por ese papel que la Diosa recibió el nombre de Ninti, ¿habrá alguna relación entre Adapa, el hombre modelo o mejor dicho el modelo de hombre de Enki y el bíblico Adama, o Adán? Esto puede ser considerado una blasfemia para el Torá y el antiguo testamento, pues el doble significado del sumerio Ti evoca también paralelismos bíblicos, “ti” podía significar tanto vida como costilla, de manera que el nombre de Ninti podía significar tanto dama de la vida como dama de la costilla. La bíblica Eva cuyo nombre significa vida “fue creada a partir de una costilla de Adán”, por lo que también Eva, resultaba ser una dama de la vida y una dama de la costilla. Como dadora de vida de Dioses y del Hombre, se habló de Ninhursag como de la Diosa Madre. Se le apodó Mammu, siendo ella la precursora de de la palabra mamá, su símbolo fue el cortador, que es el instrumento que usaban las parteras en la antigüedad para cortar el cordón umbilical.

Para agravar la rivalidad entre Enlil y su hermano Enki. Enlil tuvo la buena fortuna de conseguir ese heredero legítimo a través de su hermana Ninhursag. El más joven de los Dioses en la Tierra que había nacido en los cielos, tenía por nombre Ninurta o señor que completa la fundación. Fue el heroico hijo de Enlil que partió con red y rayos de luz, para luchar por su padre, el hijo vengador que lanzaba rayos de luz. Su esposa Bau fue también enfermera o médico, su epíteto era el de dama que a los muertos devuelve a la vida. Las antiguas representaciones de Ninurta le muestran sujetando un arma única, sin duda la que podía disparar rayos de luz. Los textos antiguos lo aclaman como a un poderoso cazador, un Dios luchador famoso por sus habilidades marciales. Pero su combate más heroico no lo entabló en nombre de su padre, sino en el suyo propio. Fue una batalla a gran escala con un Dios malvado llamado Zu o sabio, y que tenía como precio nada menos que el liderazgo de los dioses en la Tierra, pues Zu había capturado ilegalmente las insignias y los objetos que Enlil había ostentado como Jefe de los Dioses. Las tablillas que describen estos sucesos están en los inicios del relato, y la narración sólo se hace legible a partir del punto en el que Zu llega al Ekur, el templo de Enlil. Parece ser que es conocido y que debe de ostentar algún rango, pues Enlil le da la bienvenida, confiándole la custodia de la entrada a su santuario. Pero el malvado Zu iba a pagar su confianza con una traición, la de la sustracción de la Enlildad, la toma de posesión de los divinos poderes que él albergaba en su corazón. Para ello, Zu tenía que tomar posesión de determinados objetos, incluida la mágica tablilla de los destinos. El astuto Zu dio con la oportunidad cuando Enlil se desvistió para meterse en la piscina en su baño diario, dejando descuidada toda aquella parafernalia. Mientras Zu estaba huyendo en su Mu traducido como ave, hasta un escondrijo lejano, las consecuencias de su audaz acción comenzaron a tener efecto. Se suspendieron las fórmulas divinas, la quietud se esparció por todas partes, el silencio se impuso, la brillantez del Santuario se desvaneció, el Padre Enlil enmudeció, los Dioses de la tierra se fueron reuniendo uno a uno con las noticias, el asunto era tan grave que incluso se informó a Anu en su morada celestial. Anu analizó la situación y concluyó que Zu tenía que ser capturado para que devolviera las fórmulas, volviéndose a los Dioses, Anu preguntó, ¿cuál de los Dioses castigará a Zu? ¡Su nombre será el más grande de todos! Varios Dioses, conocidos por su valor, fueron convocados. Pero todos ellos señalaron que, habiéndose hecho con la tablilla de los destinos, Zu poseía ahora los mismo poderes que Enlil, de modo que el que se le enfrente se convertirá en arcilla. Entonces, Ea tuvo una gran idea ¿Por qué no llamar a Ninurta para que acepte tan desesperado combate? Los dioses reunidos se percataron de la ingeniosa picardía de Ea, pues estaba claro que las posibilidades de que la sucesión cayera en su propia descendencia se incrementarían si Zu era derrotado, pero también resultaría beneficiado si Ninurta resultaba muerto en el proceso. Para sorpresa de los Dioses, Ninhursag, se mostró de acuerdo, y dirigiéndose a su hijo Ninurta, le explicó que Zu no sólo le había robado a Enlil la Enlildad, sino también a él. Con chillidos de dolor di a luz, gritó, y fue para asegurar para mi hermano y para Anu la continuidad de la realeza del cielo. Para que sus dolores no fueran en vano, Ninurta tenía que salir y luchar por la victoria.

Las diversas versiones de este relato épico nos proporcionan, después, emocionantes descripciones de la batalla que vino a continuación. Ninurta le disparó flechas a Zu, pero las flechas no se podían acercar al cuerpo de Zu, mientras llevara en la mano la tablilla de los destinos de los Dioses. Las armas lanzadas se detenían en mitad de su vuelo. Pero, mientras se desarrollaba la incierta batalla, Ea le aconsejó a Ninurta que añadiera un tillum a sus armas, y que le disparara en los piñones, o pequeñas ruedas dentadas, de las alas de Zu. Siguiendo su consejo, y gritando ala con ala, Ninurta disparó el tillum en los piñones de Zu. Así alcanzado, los piñones empezaron a desmontarse y las alas de Zu cayeron dando vueltas. Zu fue vencido, y las tablillas del destino volvieron a Enlil. ¿Quién era Zu? No era un ave mitológica evidentemente, podía volar, pero también puede hacerlo hoy en día cualquier persona que coja un avión, o cualquier astronauta que se suba a una nave espacial. También Ninurta podía volar, tan hábilmente como Zu y, quizás, mejor. Pero él no era un ave de ninguna clase, como dejan patente muchas representaciones que han quedado de él, solo o con su consorte Bau, más bien, volaba con la ayuda de una extraordinaria ave, que se guardaba en el recinto sagrado, el Girsu de la ciudad de Lagash. Lógicamente Zu no era un ave, parece ser que tenía a su disposición un ave, en la que pudo huir para esconderse, más bien, fue desde dentro de estas “aves”, que los Dioses se enfrentaron en su batalla en el cielo, y no debería de haber duda en cuanto a la naturaleza del arma que, finalmente, hirió al ave de Zu. Llamada Til en sumerio y tillum en asirio, y debió significar entonces lo que til significa, hoy en día, en hebreo, que es “misil”. Por lo tanto Zu era un Dios, que intrigó para usurpar la Enlildad, un dios al que Ninurta, como legítimo sucesor, tenía todos los motivos para combatir. Pero ¿Quién era Zu? ¿No sería Marduk o hijo del montículo puro, el primogénito de Enki y de su esposa Damkina, quien impaciente por apropiarse, mediante un ardid, de algo que no era legalmente suyo? No habiendo podido tener un hijo con su hermana para generar así un contendiente legal, Enki echó mano de su hijo Marduk. De hecho, cuando a comienzos del segundo milenio A.C. toda la zona de oriente próximo se vio sacudida por grandes agitaciones sociales y militares, Marduk fue elevado en Babilonia al estatus de Dios nacional de Sumer y Acad. A Marduk se le proclamó rey de los Dioses, en lugar de Enlil, y se requirió al resto de Dioses que le prometieran fidelidad a él y que fueran a residir en Babilonia, donde sus actividades podrían ser fácilmente supervisables. Esta usurpación de la Enlildad mucho después del incidente con Zu, vino acompañada por un importante esfuerzo babilónico por falsificar los antiguos textos. Se rescribieron y se alteraron los textos más importantes para hacer aparecer a Marduk como señor de los cielos, el creador, el benefactor, el héroe, en vez de Anu, Enlil o incluso Ninurta. Entre los textos alterados estaba el relato de Zu y según la versión babilonia, fue Marduk y no Ninurta el que luchó con Zu. En esta versión, Marduk alardeó haber aplastado el cráneo del Dios Zu. Así pues, Zu no pudo haber sido Marduk. Ni tampoco hubiera tenido sentido que Enki, Dios de las ciencias, le hubiera dado indicaciones a Ninurta en cuanto a la elección y uso de la mejor arma si el oponente hubiera sido su propio hijo, Marduk. Enki, a juzgar por su conducta, así como por su recomendación a Ninurta de cortar la garganta de Zu, esperaba

Ganar algo con el combate, ya que no le importaba quién perdiera. La única conclusión lógica es que también Zu debía de ser, de algún modo, un contendiente legal para la Enlildad. Esto sólo nos sugiere a un Dios, que es Nanna, el primogénito de Enlil, el que tuvo con su consorte oficial, Ninlil. Pues, si Ninurta fuera eliminado, Nanna sería el siguiente en la línea sucesoria. Como primogénito de Enlil, se le concedió la soberanía sobre la más conocida ciudad estado de Sumer, Ur. Su templo en Ur recibió el nombre de Egishnugal o casa de la semilla del trono. Desde esa morada, Nanna y su consorte Ningal llevaban los asuntos de la ciudad y sus gentes con gran benevolencia. El pueblo de Ur sentía un gran afecto por sus divinos soberanos, llamando amorosamente a su Dios padre, así como con otros apodos cariñosos. La gente atribuía la prosperidad de Ur a Nanna. Un gobernante de Ur de finales del tercer milenio A.C. describía la casa de Nanna como un gran establo henchido de abundancia, un lugar opulento de ofrendas de pan, donde se multiplicaban las ovejas y se sacrificaban bueyes, un lugar de dulce música donde sonaban el pandero y el tambor. Bajo la administración de su Dios protector, Nanna, Ur se convirtió en el granero de Sumer, el suministrador de grano, así como de ovejas y ganado vacuno, de templos de todas partes. Más tarde, la caída de Ur y el exilio de sus Dioses se explicaron en los lamentos como la consecuencia de una decisión deliberada de Anu y Enlil. Fue a estos dos a los que Nanna apeló para que cesara el castigo, en ninguna parte desvelan los lamentos la causa de la ira de Anu y de Enlil. Pero, si Nanna era Zu, el castigo habría justificado su crimen por usurpación. Ciertamente, pudo haber sido Zu, porque Zu poseía algún tipo de máquina voladora, es decir el ave en la cual escapó y con la cual combatió a Ninurta, los salmos sumerios hablan con adoración de su barco del cielo. Existen evidencias adicionales, pues el otro nombre de Nanna, Sin, se deriva de Suen, que era otra forma de pronunciar Zuen. El mismo significado complejo de una palabra de dos sílabas se podía obtener poniendo las sílabas en cualquier orden, Zuen y Enzu eran palabras espejo una de otra. Nanna/Sin como Zuen no era otro que Enzu o le señor Zu. Así pues, tenemos que llegar a la conclusión de que fue él el que intentó hacerse con la Enlildad. Ahora podemos comprender por qué, a pesar de la sugerencia de Ea, el señor Zu (Sin) fue castigado, no con la ejecución, sino con el exilio, ya que era su hijo. Tanto los textos sumerios como las evidencias arqueológicas indican que Sin y su esposa huyeron a Jarán, la ciudad hurrita protegida por varios ríos y terrenos montañosos. Aunque Ur siguió siendo durante todo el tiempo una ciudad dedicada a Nanna/Sin, Jarán debió ser su residencia durante bastante tiempo, pues se hizo a semejanza de Ur, sus templos, sus edificios y sus calles eran casi exactamente iguales.

“Cuando se descubrió el templo de Sin en Jarán -construido y reconstruido a lo largo del milenio-, durante unas excavaciones que duraron más de cincuenta años, se encontraron dos estelas (dos pilares de piedra conmemorativos) en los que sólo había una inscripción. Era un registro dictado por Adadguppi, una suma sacerdotisa de Sin, sobre cómo rezaba y organizaba el retorno de Sin, pues, algún tiempo antes, Sin, el rey de todos los dioses, se enfureció con su ciudad y su templo y subió al Cielo.

El hecho de que Sin, disgustado o desesperado, simplemente, hiciera sus maletas y subiera al Cielo viene corroborado por otras inscripciones. En éstas, se nos cuenta que el rey asirio Assurbanipal recobró de ciertos enemigos un sagrado sello cilíndrico del más costoso jaspe y que lo mejoró dibujando sobre él una imagen de Sin. Después, inscribió sobre la sagrada piedra un elogio a Sin, y lo colgó alrededor del cuello de la imagen de Sin. Ese sello pétreo de Sin debió de ser una reliquia de antaño, pues se dice que en el sello, en el cual su rostro fue dañado en aquellos días, durante la destrucción llevada a cabo por el enemigo. Se cree que la suma sacerdotisa, que había nacido durante el reinado de Assurbanipal, era también de sangre real, en sus súplicas a Sin, le proponía un práctico acuerdo, restablecer los poderes de Sin sobre sus adversarios a cambio de ayudar al hijo de ella, Nabunaid, a convertirse en soberano de Sumer y Acad. Los archivos históricos confirman que, en el año 555 A.C. Nabunaid, entonces comandante de los ejércitos babilonios, fue nombrado por sus colegas militares para el trono. Para esto, se decía que había sido ayudado directamente por Sin. Sucedió, según nos dicen las inscripciones de Nabunaid, en el primer día de su aparición, Sin utilizando el arma de Anu, fue capaz de tocar con un rayo de luz los cielos y aplastar a los enemigos abajo en la Tierra. Nabunaid mantuvo la promesa que su madre había hecho al Dios. Reconstruyó el templo de Sin, el Ehulhul o casa de la gran alegría, y declaró a Sin como Dios Supremo. Es entonces cuando Sin pudo haber tomado en sus manos el poder del cargo de Anu, esgrimir todo el poder del cargo de Enlil, asumir el poder del cargo de Ea, tomando así en sus propias manos todos los Poderes Celestiales. Así, derrotando al usurpador Marduk, incluso haciéndose con los poderes del padre de Marduk, Sin asumía el título de creciente divino y establecía su reputación como el llamado Dios luna. ¿Cómo pudo Sin, del que se dice que había vuelto al cielo disgustado, realizar tales hazañas de vuelta a la tierra? Nabunaid, al confirmar que Sin se había olvidado de su ira. Y había decidido volver al templo Ehulhul, confirmó el milagro. Un milagro que no ha sucedido en el país desde los días de antaño había tenido lugar, pues una deidad ha bajado del Cielo. Se aportan detalles del lugar y la manera en la cual Sin llegó de regreso a la tierra, pues el Torá menciona que fue en los campos que rodean Jarán que Jacob, en su viaje desde Canaán para encontrar una novia en el viejo país, vio una escalera”llamada la escalera de Jacob” apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles del Señor subían y bajaban por ella. Al mismo tiempo que Nabunaid restauraba los poderes y los templos de Nanna/Sin, restauró también los templos y el culto de los hijos gemelos de Sin, Inanna o dama de Anu y Utu, el resplandeciente. Ambos eran hijos de Sin y de su esposa oficial, Ningal, siendo así por nacimiento, miembros de la dinastía divina. Inanna era, técnicamente la primogénita, pero su hermano gemelo, Utu era el hijo primogénito y por tanto, el heredero dinástico legal. A diferencia de la rivalidad que existía en el caso, similar, de Esaú y Jacob, los dos niños divinos crecieron muy unidos entre sí. Compartían experiencias y aventuras, se ayudaban mutuamente, y cuando Inanna tuvo que elegir marido entre dos Dioses, fue a su hermano en busca de consejo. Inanna y Utu habían nacido en tiempos inmemoriales, cuando sólo los Dioses habitaban la Tierra. La ciudad-dominio de Utu, Sippar, estaba entre las primeras ciudades que habían establecido los

Dioses en Sumer. Nabunaid decía en una inscripción que, cuando emprendió la reconstrucción del templo de Utu, Ebabbara o casa resplandeciente, en Sippar. Cuando la civilización floreció en Sumer, y el Hombre se unió a los Dioses en el país entre los ríos, Utu estaba relacionado, principalmente, con la ley y la justicia, varios códigos legales primitivos, aparte de acogerse a Anu y a Enlil, se presentaron también en busca de aceptación y adhesión, porque fueron promulgados de acuerdo con la palabra verdadera de Utu. El rey babilónico Hammurabi inscribió su código legal en una estela en cuya parte superior se le representó a él recibiendo las leyes de manos del Dios. Esta usurpación de la Enlildad, mucho después del incidente con Zu vino acompañada por un importante esfuerzo babilónico por falsificar los antiguos textos, se rescribieron y se alteraron los textos más importantes para hacer aparecer a Marduk como Señor de los Cielos. Gilgamesh, fue soberano de Uruk alrededor del 2900 A.C, en parte humano y en parte divino, por ser hijo de hombre y Diosa, también fue objeto de la seducción de Inanna, aun cuando, por aquel entonces, ella ya tenía un esposo oficial, pero Gilgamesh sabía con quién estaba tratando. ¿A cuál de tus amantes amaste para siempre?, le preguntó. ¿Cuál de tus acompañantes te complació en todo momento? Y, recitando una larga lista de sus amoríos, Gilgamesh se negó a complacerla. Con el transcurso del tiempo, a medida que asumía rangos más elevados en el panteón, y con la responsabilidad de los asuntos de estado, Inanna/Ishtar comenzó a mostrar más cualidades marciales, y a menudo se la representó como una Diosa de la guerra, armada hasta los dientes. Las inscripciones dejadas por los reyes asirios relatan cómo iban a la guerra por ella y bajo sus órdenes, cómo les aconsejaba directamente cuándo esperar y cuándo atacar, cómo, en ocasiones, marchaba a la cabeza de los ejércitos, y cómo, en al menos una ocasión, concedió una teofanía y se apareció ante todas las tropas. A cambio de su lealtad, ella les prometía a los reyes larga vida y éxito. Desde una cámara dorada en los cielos te vigilaré, les aseguraba. Ella se convirtió en una amargada guerrera debido a que, también ella, pasó por malos momentos con el ascenso de Marduk a la supremacía, Nabunaid dice en una de sus inscripciones que Inanna de Uruk, la exaltada princesa que moraba en una nao dorada, que montaba sobre un carro de batalla del cual tiraban siete leones, fue abandonada por los habitantes de Uruk, que cambiaron su culto durante el gobierno del rey Erba Marduk, quitaron su nao y soltaron su tiro. Inanna, según informaba Nabunaid, tuvo que dejar, enfurecida, el Eanna, y permaneció desde entonces en un lugar indecoroso al que no nombra. Buscando, quizás, combinar el amor con el poder, la muy cortejada Inanna eligió a su marido, Dumuzi, un hijo menor de Enki. Muchos textos antiguos tratan de los amores y las peleas de ambos. Algunos de ellos son canciones de amor de gran belleza y vivida sexualidad. Otros nos cuentan cómo Ishtar, a la vuelta de uno de sus viajes, se encontró a Dumuzi siéndole infiel en su ausencia. Ella se las compuso para capturarlo y hacerlo desaparecer en el mundo inferior, un dominio gobernado por su hermana Reshklgal y su consorte Nergal. Algunos de los textos súmenos y acadios más famosos tratan del viaje de Ishtar al mundo inferior en busca de su desterrado amado. De los seis hijos conocidos de Enki, tres fueron protagonistas de distintos relatos sumerios, el primogénito Marduk, que, Con el tiempo, usurpó la supremacía, Nergal, que se convirtió en soberano del mundo inferior y Dumuzi, que se casó con Inanna/Ishtar. Enlil también tuvo tres hijos que jugaron importantes papeles tanto en asuntos divinos como humanos, Ninurta, que, por ser hijo de Enlil y de su hermana Ninhursag, era su sucesor legal, Nanna/Sin, primogénito de Enlil con su esposa oficial Ninlil y un hijo menor de Ninlil llamado Ishkur o montañoso, o lejana tierra montañosa, al que, con más frecuencia, se le llamaba Adad o el amado. Como hermano de Sin y tío de Utu e Inanna, Adad parece haberse sentido más en casa con ellos que en su propia casa. Los textos sumerios los sitúan juntos constantemente. En las ceremonias relacionadas con la visita de Anu a Uruk también se habla de los cuatro como un grupo. Un texto, en el que se describe la entrada en la corte de Anu, afirma que a la sala del trono se llegaba a través del pórtico de Sin, Shamash, Adad e Ishtar. Otro texto, describe poéticamente a los cuatro mientras se retiran juntos por la noche. Entre Adad e Ishtar parece haber habido la mayor de las afinidades, e incluso se les suele representar a los dos juntos, como en relieves en el que se muestra a un soberano asirio que es bendecido por Adad que sostiene el anillo y el rayo y por Ishtar, que sujeta su arco. ¿Fue esta afinidad algo más que una relación platónica, a la vista del talante de Ishtar? Conviene señalar que en el bíblico Cantar de los Cantares, la juguetona muchacha llama a su amante dod palabra que significa tanto amante como tío. Por tanto, ¿se le dio a Ishkur el nombre de Adad una derivación de la palabra sumeria Dada debido a que el tío era el amante? Pero Ishkur no era sólo un mujeriego, era un Dios poderoso, dotado por su padre Enlil con los poderes y prerrogativas de un Dios de las tormentas. Como tal, se le reverenció como el hurrita/hitita Teshub y el urarteo Teshubu o el que sopla el viento, el amorita Ramanu o tronador, el cananeo Ragimu o el que envía el granizo, el indoeuropeo Buriash o hacedor de luz, el semita Meir o el que ilumina los cielos. Ishkur era, ciertamente, un señor divino en tierras muy lejanas de Sumer y Acad. Como los textos sumerios revelan, esto no fue un accidente, parece ser que Enlil envió deliberadamente a su hijo menor para que se convirtiera en la deidad residente en las tierras montañosas del norte y el oeste de Mesopotamia. ¿Por qué Enlil alejó de Nippur a su hijo más joven y amado? Se han encontrado diversos relatos épicos sumerios en los que se habla de las discusiones e incluso de las sangrientas luchas entre los dioses más jóvenes. En muchos sellos cilíndricos se representan escenas de Dioses combatiendo entre sí, da la impresión de que la rivalidad original entre Enki y Enlil siguió adelante y se intensificó entre sus hijos, con ocasionales enfrentamientos también entre hermanos, tal como un relato divino de Caín y Abel.

Algunas de estas batallas se llevaron a cabo contra una deidad llamada Kur, quien con toda probabilidad era Ishkur/Adad. Esto podría explicar por qué Enlil estimó oportuno conceder a su hijo menor un lejano dominio, para mantenerle al margen de las peligrosas batallas sucesorias. La posición de los hijos de Anu, Enlil y Enki, y de sus descendientes, en el linaje dinástico emerge con toda claridad a través de un dispositivo sumerio único, la asignación de un rango numérico a ciertos Dioses. El descubrimiento de este sistema revela también la afirmación en el Gran Círculo de Dioses del Cielo y de la Tierra en el momento del florecimiento de la civilización sumeria. Nos encontraremos con que este Panteón Supremo estaba compuesto por doce deidades.

La primera pista de que se estaba aplicando un sistema numérico criptográfico a los Grandes Dioses llegó con el descubrimiento de que los nombres de los Dioses Sin, Shamash e Ishtar eran a veces sustituidos en los textos por los números 30,20 y 15 respectivamente. La unidad más alta del sistema sexagesimal sumerio el 60, se le asignaba a Anu, Enlil era el 50, Enki, el 40, y Adad el 10. El número 10 y sus seis múltiplos dentro del número principal 60 se les asignaban a deidades masculinas, y parecería plausible que los números terminados en 5 se les asignaran a deidades femeninas. A partir de aquí, nos encontramos con la siguiente tabla criptográfica:

Masculino
60 - Anu 50 - Enlil 40 - Ea/Enki 30 - Nanna/Sin 20 - Utu/Shamash 10 - Ishkur/Adad
6 deidades masculinas

Femenino
55 - Antu 45 - Ninlil 35 - Ninki 25 - Ningal 15 - Inanna/Ishtar 5 – Ninhursag
6 deidades femeninas

No debería de sorprendernos que a Ninurta se le asignara el número 50, como a su padre. En otras palabras, su rango dinástico se transmitía en un mensaje criptográfico, si Enlil se va, tú Ninurta ocupas su lugar, pero hasta entonces no eres uno de los doce, pues el rango del 50 está ocupado. Tampoco debería de sorprendernos saber que, cuando usurpó la Enlildad, Marduk insistiera en que los Dioses le otorgaran los cincuenta nombres, dando a entender que el rango del 50 ahora era suyo. Hubo otros muchos Dioses en Sumer hijos, nietos, sobrinas y sobrinos de los Grandes Dioses, hubo también varios centenares de Dioses de base, a los que se les asignaban por decirlo así tareas generales. Se cuenta que en algún momento llegó a haber hasta seiscientos Dioses habitando la tierra, pero sólo doce componían el gran círculo. Ellos, sus relaciones familiares y por encima de todo la línea de sucesión dinástica.



Es difícil definir como una cultura que sucedió hace tanto tiempo tenga implicaciones hoy en día y sin embargo son muchas, ya que los primeros escritos que se conoce se atribuyen a los sumerios y es anterior al 3000 A.C. Los egipcios escribían con jeroglíficos, los signos escritos representaban sonidos o palabras, pero nunca letras, Los semitas utilizaron en general los signos cuneiformes que son, también, signos fonéticos, entre los años 1000 y 900 a.C. los griegos habían adoptado la variante sumeria del alfabeto semítico y a sus 22 consonantes habían añadido dos signos. Después del año 500 A.C. El griego ya se escribía de izquierda a derecha, su alfabeto se difundió por todo el mundo mediterráneo y de él surgen otras escrituras como la etrusca, osca, umbra y romana. Como consecuencia de las conquistas del pueblo romano y de la difusión del latín, su alfabeto se convirtió en el básico de todas las lenguas europeas occidentales. La palabra "cuneiforme" procede del latín cuneus que significa cuña o ranura, se sabe que los sumerios descubrieron la escritura ideográfica y que, con el paso del tiempo y mediante el uso de tablillas de arcilla como material para la escritura y de estiletes de caña como lápices, se fue transformando en la llamada escritura cuneiforme. Después de 1500 años de la invención de su escritura cuneiforme, los sumerios habían conseguido cerca de 2.000 símbolos palabra. Quinientos años mas tarde consiguieron transformarlos en símbolos abstractos, que en algunos casos representaban los sonidos de palabras, los sumerios tuvieron una de las mejores escrituras cuneiformes de esa época, basadas en esto, los egipcios desarrollaron casi a la perfección tres tipos diferentes de escritura, los etruscos, que originaron la civilización romana, inventaron un buen sistema de escritura y los griegos, quienes desarrollaron un sistema bastante avanzado que provenía de los fenicios, desarrollando hasta ahora el mejor o mayor sistema de escritura, la escritura alfabética. Si no hubiesen inventado la escritura no estaríamos aquí, sino que seguiríamos con sistemas retardados antiguos. Mi opinión es que la escritura es uno de los mayores inventos que el hombre pudo haber hecho, junto con la rueda, la agricultura y el descubrimiento del fuego. El mayor éxito se lo atribuyo al intento de crear el mejor sistema de escritura a los sumerios, que son la primera cultura que creó un sistema de escritura capaz de decir o escribir cualquier pensamiento. Además desarrollaron el sistema de rodillos de impresión en arcilla, que en realidad es la primera imprenta fabricada por el hombre aunque el éxito se le da a Gutemberg. En la primitiva escritura griega se utilizaban solamente letras mayúsculas, posteriormente se introdujeron las minúsculas. Ya en el siglo IV de la era cristiana, la Roma imperial utilizaba una escritura corrida en la que se mezclaban las mayúsculas con letras minúsculas cursivas.

Este sistema supuso una gran reducción de signos con respecto a las demás escrituras, ya que la silábica constaba de cerca de 90 símbolos, la cuneiforme de 700 y la China cerca de varios miles de símbolos. Los fenicios inventaron el alfabeto. Este alfabeto fenicio se componía de 22 caracteres y era un alfabeto moderno en todos los aspectos, excepto en uno, tenía consonantes, pero no vocales. La sencillez del alfabeto puso la escritura al alcance del hombre de la calle y le permitió a la mayoría de las clases sociales, saber como escribir.



Las implicaciones de este caso de estudio a nivel local son reflejadas en las enseñanzas y descubrimientos de lo sumerios que llegan hasta nuestros días, pues según la Biblia, cuando el señor Dios Yahveh, le dio los Mandamientos a su pueblo elegido, los inscribió en un principio por su propia mano en dos tablas de piedra que le entregó a Moisés en el Monte Sinaí, lo cual no hubiese sido posible sin la escritura inventada por los sumerios.

Pero, después de que Moisés arrojara y rompiera estas tablas como respuesta al incidente del becerro de oro, las nuevas tablas las inscribió el mismo Moisés, por ambos lados, mientras permaneció en el monte durante cuarenta días y cuarenta noches, tomando al dictado las palabras del Señor. De igual manera, si no hubiera sido por un relato escrito en un papiro de la época del faraón egipcio Khufu (Keops) concerniente al Libro de los Secretos de Thot, no se habría llegado a conocer la existencia de ese libro. Si no hubiera sido por las narraciones bíblicas del Éxodo y el Deuteronomio, nunca habríamos sabido nada de las tablas divinas ni de su contenido. Y nos resulta tan doloroso el hecho de que, en algunos casos, sepamos que hayan existido determinados textos, como que su contenido permanezca en la oscuridad. Éste es el caso del libro de las guerras de Yahveh y del libro de Jashe o libro del justo, que se mencionan específicamente en la Biblia.

También es triste el no poder tener acceso a más evangelios apócrifos, pues podríamos conocer más de los secretos que nos dicen quienes somos y explican el verdadero pasado.

El capítulo 5 del Génesis comienza con la afirmación, Éste es el libro del Toledoth de Adán, traduciéndose normalmente el término Toledoth como generaciones, pero su significado más preciso es registro histórico o genealógico. De hecho, a lo largo de milenios, han sobrevivido versiones parciales de un libro que se conoció como el libro de Adán y Eva en armenio, eslavo, siriaco y etíope y el libro de Henoc, que contiene fragmentos que, según los expertos, pertenecieron a un libro mucho más antiguo, el libro de Noé. Una implicación a nivel mundial e internacional fue el ejemplo que se menciona con frecuencia sobre el gran número de libros perdidos es el de la famosa biblioteca de Alejandría, en Egipto. Fundada por el general Tolomeo tras la muerte de Alejandro en el 323 A.C. Se dice que contenía más de medio millón de volúmenes, de libros inscritos en diversos materiales como arcilla, piedra, papiro, pergamino. Aquella gran biblioteca, donde los eruditos se reunían para estudiar el conocimiento acumulado, se quemó y fue destruida en las guerras que se desarrollaron entre el 48 A.C. y la conquista árabe, en el 642 D.C. Lo que ha quedado de sus tesoros es una traducción al griego de los cinco primeros libros de la Biblia hebrea, y fragmentos que se conservaron en los escritos de algunos de los eruditos residentes de la biblioteca. Y es así como sabemos que el segundo rey Tolomeo comisionó, hacia el 270 A.C, a un sacerdote egipcio al que los griegos llamaron Manetón para que recopilara la historia y la prehistoria de Egipto. Al principio, escribió Manetón, sólo los dioses reinaron allí, luego, los semidioses y, finalmente, hacia el 3100 A.C, comenzaron las dinastías faraónicas. Escribió que los reinados divinos comenzaron diez mil años antes del diluvio y que se prolongaron durante miles de años, presenciándose en el último período batallas y guerras entre los Dioses.

En los dominios asiáticos de Alejandro, donde el cetro cayó en manos del general Seleucos y de sus sucesores, también tuvo lugar un empeño similar por proporcionar a los sabios griegos un registro de los acontecimientos del pasado. Un sacerdote del dios babilónico Marduk, llamado Beroso, con acceso a las bibliotecas de tablillas de arcilla, cuyo centro era la biblioteca del templo de Jarán, ahora en el sudeste de Turquía, escribió una historia de dioses y hombres en tres volúmenes que comenzaba 432.000 años antes del Diluvio, cuando los dioses llegaron a la Tierra desde los cielos. En una lista en la que figuraban los nombres y la duración de los reinados de los diez primeros comandantes, Beroso decía que el primer líder, vestido como un pez, llegó a la costa desde el mar. Era el que le daría la civilización a la Humanidad, y su nombre, pasado al griego, era Oannes, mejor conocido como Enki, quien es descrito como un animal dotado de razón, con todo el cuerpo del animal como el de un pez, y tenía debajo de una cabeza de pez otra cabeza de hombre y también pies abajo, como los de hombre, subvenidos a la cola de pez, con voz como la de los hombres, que les enseñó letras, ciencias y toda clase de artes. Encajando muchos detalles, ambos sacerdotes hicieron entrega de relatos de Dioses del cielo que habían venido a la Tierra, de un tiempo en que sólo los Dioses reinaban en la tierra antes del catastrófico diluvio. En los trozos y en los fragmentos conservados y en otros escritos contemporáneos, de los tres volúmenes, Beroso daba cuenta específicamente de la existencia de escritos anteriores a la gran inundación, que eran tablillas de piedra que se ocultaron para salvaguardarlas en una antigua ciudad llamada Sippar, una de las ciudades originales que fundaran los antiguos Dioses, pues era necesario que esto prevaleciera para el futuro.



Recomiendo a quien lea este trabajo de investigación, que analice, lea y relea el orden y características del panteón sumerio, pues los capítulos precedentes demuestran claramente el papel que representaron los sumerios como precursores en la historia general de nuestra civilización. Son nuestros archivos más antiguos, de aquí, la necesidad de valorar y dar su justa veracidad a lo que representan, estos textos de arcilla extraídos de las arenas mesopotámicas. Así, desde hace un siglo, las excavaciones realizadas en el oriente medio y en Egipto han ensanchado nuestro horizonte histórico y han hecho retroceder en varios milenios las fronteras de la antigüedad. Actualmente ya no se puede aislar ni considerar como un momento absoluto de la historia el desarrollo de tal o cual civilización. A medida que se va ampliando el campo de nuestros conocimientos, aparecen nuevos pasadizos entre las diversas islas que ponen en evidencia la continuidad de la evolución. Los descubrimientos que se acumulan en el Próximo Oriente ilustran estas relaciones de un modo muy significativo. Recomiendo al lector no dejar de percibir el eco, de una resonancia bíblica, las aguas primordiales, la separación del cielo y de la tierra, la arcilla con que fue amasada la criatura humana, las leyes morales y cívicas, el cuadro del sufrimiento y de la resignación del hombre, todas esas disputas, que son como un preludio de la de Caín y Abel. Todo eso en conjunto, ¿no nos recuerda, en ciertos aspectos, los episodios y los temas a todos familiares del Antiguo Testamento? En realidad, las investigaciones arqueológicas efectuadas en los países de la Biblia, que ya han dado tantos resultados de primera importancia, proyectan una vivísima luz sobre la misma Biblia, sobre sus orígenes y sobre el ambiente en que nació. Sabemos actualmente que la Biblia, el clásico más grandioso de todos los tiempos, no ha surgido, como quien dice, de la nada, como una flor artificial emergiendo de un jarrón vacío. Esta obra tiene unas raíces que se extienden hasta un lejanísimo pasado y se esparcen por los países vecinos de aquel en donde hizo su aparición. Ello no disminuye en nada, desde luego, ni su valor ni su alcance, ni el genio de los escritores que la compusieron. Hay que admirar el milagro hebreo, ya que es un verdadero milagro ver cómo en la Biblia los viejos temas estáticos rompen el cuadro de sus esquemas convencionales para desarrollarse lozanamente con tanto dinamismo, un vigor creador sin equivalentes en la historia del mundo. Recomiendo que mientras descifremos el mensaje dejado, no perdamos lo apasionante que es seguir la trayectoria de las ideas y de las obras a través de esas viejísimas civilizaciones de los sumerios. Es evidente que estos no ejercieron ninguna influencia directa sobre los hebreos, ya que aquéllos habían desaparecido mucho antes de la aparición de estos últimos, pero no hay ninguna duda de que los sumerios influyeron profundamente sobre los cananeos, antecesores de los hebreos en Palestina. Así es como pueden explicarse las numerosas analogías existentes entre los textos sumerios y algunos de los libros de la Biblia. Estas analogías no son aisladas, sino que, a menudo, aparecen en serie, reflejando un verdadero paralelismo.



Una vez hecha pedazos la parte poética y mítica de los relatos sumerios, descubrimos dentro del panteón mesopotámico una clase diferente de seres que claramente no encajan dentro del molde que entendemos por “Dios” y se me hace necesario revisar de nuevo el término, pues la palabra Dios, ya de por sí contiene demasiado temor inmerecido. Los testimonios históricos y los de los tiempos modernos indican que estos Dioses son tan humanos en su comportamiento como lo somos cualquier humano y a veces creo que hasta rayan en lo “telenovelesco”, pues podrían con los nombres de los Dioses y su geografía cambiados, ser material para una serie televisiva. Incluso dan a entender estas historias, que una sociedad específica o una sucesión de sociedades parece que han tenido la propiedad y custodia de la tierra desde la prehistoria. Los registros históricos y los testimonios modernos de las diferentes civilizaciones, los describen como físicamente muy parecidos a los humanos y bastante similares también a los seres humanos en su comportamiento. Los antiguos escritos y testimonios indican igualmente que las personalidades de los Dioses, se desenvuelven en una gama completa desde santos hasta pecadores, buenos y muy malos, desde el más degradado de los déspotas hasta el más bondadoso corazón de los humanitarios. Desgraciadamente, es el elemento brutal y despótico de su sociedad el que parece ser el más influyente en los asuntos de la Tierra.

Las antiguas civilizaciones mesopotámicas registraron gran parte de su historia en tabletas de arcilla. Sólo una fracción de aquellas tabletas ha sobrevivido y a pesar de esto, en esas tabletas se llega a hablar de una importante historia acerca de los Dioses custodios y sus relaciones con el homosapiens. De acuerdo a la historia escrita en las tabletas mesopotámicas, hubo un tiempo en que los seres humanos no existían en absoluto. La Tierra estaba habitada por miembros de la civilización custodia. No obstante, la vida de los Dioses en la Tierra no era placentera, los esfuerzos Custodios por explotar los recursos naturales y los ricos minerales de la Tierra, resultaban agotadores y fastidiantes para los Dioses, como nosdice el rodillo sumerio, encontrado en el mar muerto:

”Cuando los dioses parecidos a los hombres, Soportaban el trabajo y sufrían el duro esfuerzo, El afán de los dioses fue grande, El trabajo era pesado, el cansancio era mucho… La tableta describe las vidas de trabajo pesado interminable que llevaban los trabajadores mineros en las edificaciones y operaciones mineras de la Tierra, ordenadas por los Dioses.

Los trabajadores estaban permanentemente haciendo reclamaciones, y quejas y amenazaban con llegar hasta el asesinato y la rebelión contra sus líderes, lo cual es comprensible pues la minería es uno de los más peligrosos y extenuantes oficio. Dudo que hoy en día un profesionista como un abogado o un contador quiera ser minero, por consiguiente mucho menos un Dios. Era necesaria una solución y se encontró una, crear una nueva criatura que fuera capaz de realizar las mismas labores que hacían los custodios en la Tierra, con este propósito en mente los Dioses custodios crearon el homosapiens o mejor dicho los hombres de cabeza negra. Las tabletas mesopotámicas hablan de una historia de la creación en la cual unos Dioses crean al hombre modelo después de varios intentos, la nueva criatura de la Tierra resultó muy similar en apariencia a sus creadores Custodios. Si interpretamos la Biblia literalmente, asumiendo que se trata de un documento histórico infalible, se nos presenta un Dios (Yahvé) quien, por su propia palabra, admite ser celoso, colérico y vengativo. El temor del señor aparece enfatizado constantemente a través del Antiguo Testamento, se espera de él que recompense a aquellos que lo adoran y que mantienen la observancia de la ley ritual, gratificando sus deseos mundanos por posesiones materiales y poder. No se puede dejar de notar que este a veces cruel, sanguinario y egoísta Dios otra veces bueno, compasivo y misericordioso, presenta una “dualidad” imposible de creer en un solo ente, a menos que se trate de al menos dos entes diferentes, asemejándose grandemente a los a veces caprichosos Dioses Sumerios. De acuerdo al Génesis, este Dios, desconocía que sus apreciados humanos habían echado a perder su creación al comer la fruta prohibida. Después de esto, habiendo expulsado a la primera pareja humana del paraíso o Edin en sumerio (me parece muy semejante a jardín del Edén), amenazó a sus descendientes con su cólera hasta el día en que ahogó al mundo entero con un diluvio. Este Dios, muestra en realidad ser propenso a la pasión y al error, caprichoso a su favor, implacable en su resentimiento, celoso de su supersticiosa adoración, y confinando su providencia parcial a una simple persona y a su transitoria vida. La Biblia Hebrea, lejos de ser un texto histórico infalible creado por un ser supremo, resulta ser una gran revisión compilada de varios trabajos completamente separados. Reunidos en el libro del Génesis existen dos trabajos separados conocidos por los académicos como las tradiciones del Norte y las del Sur, las cuales son complementadas por revisiones e inserciones adicionales.

Reside la tradición pre-Judaica de la gente del Norte, quienes exaltaban al más elevado Dios, y a los subordinados Elohim. Los pasajes correspondientes al sur describen una entidad totalmente foránea, y malvada. En el siglo quinto A.C. los sacerdotes Judíos combinaron porciones de los documentos, añadiendo un pequeño aporte personal conocido como el fraude piadoso, los documentos resultantes manejan un solo Dios, aunque en la traducción hebrea del arameo, Elohim es traducido como Dioses y no como Dios. A esto se debe que encontremos, dentro de la Biblia, imágenes contradictorias y conflictivas del supremo Dios. Los primeros capítulos del Génesis describen un combate impresionante entre dos poderes rivales. Por un lado está el más elevado Dios y sus Elohim, quienes crean mediante su propio espíritu manifestado y por el otro lado está el malévolo Señor Dios, Satanael, (¿deberíamos llamarlo Marduk, Zu o acaso Enki?) un Elohim que se levantó en rebelión contra el Supremo Dios. Aunque posteriormente nombrado el único Dios, inicialmente los hebreos conocían a Yahvé sólo como uno más de.

Los muchos Elohim. Ellos citan el Canto de Moisés para distinguir entre el Más Elevado y el usurpador

"Cuando el Altísimo repartió las naciones, cuando distribuyó a los hijos de Adán, fijó las fronteras de los pueblos, según el número de los hijos de Dios; mas la porción de Yahvé fue su pueblo, Jacob su parte de heredad".

Los Cristianos Gnósticos de los primeros siglos, quienes preservaron las enseñanzas originales de Jesús, hacían una distinción entre el padre celestial y el Dios de la Biblia Hebrea, pues Yahvé no era el padre revelado por Jesús, mientras la Biblia Hebrea revelaba a un Dios tribal, el Dios de Jesús era el ser supremo universal de toda la humanidad. El dios Hebreo era un Dios de temor, el padre celestial de Jesús era un Dios de amor, de hecho, Jesús nunca se refirió al padre celestial como Jehová, sino como Elí.

El Evangelio Gnóstico de Pedro establece que los hebreos se encontraban bajo la ilusión o engaño de que conocían al ser supremo, pero eran ignorantes del mismo, y conocían sólo a un falso Dios, un impostor, cuya naturaleza verdadera era desconocida para ellos.

Saturninus (90-150 D.C.), quien estableció una importante comunidad Gnóstica en Siria, enseñó que el único Dios verdadero, el Padre Celestial revelado por Jesús, existe junto con una vasta jerarquía de arcángeles, ángeles y poderes espirituales. La Iglesia Católica, al aceptar la Biblia hebrea en su interpretación literal, se estableció como un imperio político y religioso, sólo los cristianos gnósticos permanecieron en su camino, pero pronto se encontraron siendo denunciados viciosamente como herejes, mientras que sus libros sagrados eran robados y quemados, gracias al descubrimiento milagroso de algunas escrituras gnósticas en Egipto, hace cincuenta años, podemos tener una mejor comprensión de las comunidades cristianas gnósticas de los primeros siglos de nuestra era. La idea de que el ser humano es el resultado del trabajo de Dioses creadores es actualmente creíble pues ya estamos involucrados en ingeniería genética para recrear al hombre y parece aquí que estamos tratando con el mismo fenómeno, lo interesante es creer si conocían los sumerios la verdad acerca del verdadero origen del hombre y de los poderosos Dioses, pues según los sumerios debemos tomar conciencia de nuestro origen.



1.- Hunger H., Pingree D., Sciences in Mesopotamia. Brill, Leiden-Boston-Köln, 1999. Pág.20
2.- Sagrada Biblia, Ediciones Paulinas, Génesis 6, versículos 1 y 2.Pág.68.
3.- www.patricio00.com/post/2005/07/el-culto-al-cargo
4.- Vidal, Benito, Historias mágicas de los dioses sumerios, Edimat, 2004, Pág.67.
5.-WWW. club.telepolis.com/agaigcu/textosevangeliosapocrifos.htm
6.-Hunger H. Pingree D. Sciences in Mesopotamia. Brill, Leiden-Boston-Köln, 1999.Pág.35.
7.- Kramer, Samuel N., Sumerian Mythology (Revised Edition).University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 1972. Pág. 79.
8.- Vidal, Benito, Historias mágicas de los dioses sumerios, Edimat, 2004, Pág.99.
9.- Vidal, Benito, Historias mágicas de los dioses sumerios, Edimat, 2004, Pág.164.
10.- Kramer, Samuel N., Sumerian Mythology (Revised Edition).University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 1972. Pág. 203.
11.-Sagrada Biblia, Ediciones Paulinas, (Deuteronomio 32:8-9).


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