Autor: Susy Mendez Pardo
Titulo: Cómo formar un sujeto autónomo
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Pais:
Perfil: Honolulu, Hawaii
Programa: Curriculum Development
Disponible para descarga: Yes
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INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene como finalidad sustentar epistemológicamente al sujeto
(aprendiente) autónomo en el aprendizaje de lenguas extranjeras, a partir de las
posiciones: hermenéutica (Berger y Luckman), fenomenológica (Schutz, Husserl,),
hermenéutica crítico-social (Habermas) y postmodernista (Lyotard).
En la vida cotidiana utilizamos infinidad de términos sin detenernos a reflexionar
sobre su significado o las implicaciones a las que nos llevan. Tal es el caso de las
“ciencias sociales”. El cuestionarse si son realmente una “ciencia”, aun cuando no
compartan las características de las “ciencias naturales”, como su “objeto de estudio”
y “método de investigación”, nos hace incursionar necesariamente en el ámbito
filosófico para intentar darle explicación a esta situación que ha prevalecido durante
siglos como el debate epistemológico de las ciencias sociales y ha dado origen a
diversas corrientes de pensamiento de las cuales abordaremos en este ensayo
algunas de ellas.
Las ciencias sociales todavía no han llegado a obtener un consenso acerca de su
fundamentación científica.
Ursua, 2003:32):
En el debate predominan dos posturas (Mardones y
la que pretende seguir el modelo de las ciencias naturales (positivismo)
la que propone un modelo diferente por la peculiaridad sociohistórica,
psicológica y el proceso de acercamiento a su objeto (hermenéutica).
El origen de la disputa provocó la conformación de dos tradiciones la galileana
(explicación causal) y la aristotélica (busca que los fenómenos sean inteligibles
teleológicamente) que caracterizan el panorama histórico-científico en Occidente
(Mardones y Ursua, 2003:32).
La tradición galileana se remonta a Pitágoras y Platón, aunque recibe su nombre de
Galileo Galilei. Se tomó a la ciencia como explicación causal (Erklären) y esto
constituye la base de la llamada “ciencia moderna” que se va fortaleciendo desde el
siglo XIII al XVI.
En 1638 Galileo cristaliza el nuevo método científico. El mundo es visto como una
sucesión de fenómenos que obedecen a leyes (modelo funcional y mecanicista) que
hay que descubrir para controlar (interés pragmático); la nueva concepción fue
apoyada por los cambios que genera el Renacimiento y el Capitalismo incipiente
(gusto por una cultura más secular). Propone un monismo metodológico, el cual
supone que la realidad social es independiente de la voluntad humana, se conoce a
través de los sentidos, puede ser observada y medida. Obedece a los principios
Empiria + matematización y se plantea la pregunta ¿Cómo? Es entonces una
búsqueda de la explicación que se formula en términos de leyes generales que
relacionan fenómenos determinados numéricamente. A este tipo de ciencias
Windelband les denomina nomotéticas. Dentro de esta tradición podemos ubicar en
el siglo XIX al positivismo de Comte, a Durkheim con sus precisiones metodológicas;
en la primera mitad del siglo XX al positivismo lógico o Neopositivismo con Rusell,
Wittgestein, el denominado Circulo de Viena, Carnap y su búsqueda de un lenguaje
científico universal para los postulados, a Popper y su raciolismo crítico y en la
segunda mitad del siglo XX a Hempel y Lyotard (por citar algunos autores) neo-
positivistas que siguen un modelo explicativo (nomológico-deductivo).
La tradición aristotélica se remonta a Aristóteles. Se ve la ciencia como una
explicación teleológica. Su procedimiento es inductivo para pasar de las
observaciones a las explicaciones y deductivo, en un segundo momento.
Su pretensión es encontrar la causa final de un fenómeno. El mundo se entiende
como un conjunto de sustancias con propiedades y poderes. Propone un dualismo
metodológico según el cual las ciencias sociales son capaces de diseñar e
implementar un método propio que les permita rescatar las especificidades propias
de su objeto (lo social), lo que supone que la realidad social es construida y real en
tanto adquiere significado para sus actores. Se plantea las preguntas ¿por qué? y
¿para qué? Es entonces la búsqueda no sólo de la explicación (Erklären) sino de la
comprensión esto en palabras de Droysen. A lo que Windelband denomina ciencias
ideográficas, que buscan comprender hechos particulares o propiedades únicas de
cada objeto. A esta tradición pertenecen la hermenéutica del siglo XIX con
Wildenban, Droysen, Weber y su Sociología Comprensiva; en la primera mitad del
siglo XX la teoría crítica o escuela de Frankfurt con Adorno y Horkheimer; y en la
segunda mitad del siglo XX la fenomenología de Husserl y Schutz, y la hermeneútica
critico-social de Habermas.
Desde finales del siglo XIX, la tradición aristotélica se revela contra el predominio del
positivismo. Sin embargo actualmente se entiende que la explicación científica no es,
ni sólo causalista, ni sólo hermenéutica, predominando los enfoques centrados en la
“complementariedad” (Mardones y Ursua, 2003:32).
Para hacer ciencia hay que escribir ciencia, el pensamiento se expresa a través del
discurso plasmado en forma de texto, cuando éste logra su autonomía e
independencia propia decimos que ha llegado a su máxima expresión. Iniciemos
entonces con distinguir el discurso científico del discurso filosófico:
El discurso científico aborda problemas sustantivos (particulares) de una
ciencia. Se pregunta por los hechos, pero puede llegar a reflexionar sobre el
uso de sus conceptos y la generación de sus leyes (Issa, 1994:18-19)
El discurso filosófico aborda problemas estructurales (generales) de la ciencia.
Se pregunta por las características y condiciones del discurso científico, pero
puede en momentos ayudar a aclarar conceptos al científico (Issa, 1994: 18-
19)
Cabe señalar entonces que lo que en ocasiones no tiene una explicación “científica”
puede encontrarla en la filosofía.
Por ejemplo: el tema del sujeto autónomo en el aprendizaje de lenguas extranjeras
podría ser analizado desde la psicología, la biología o una combinación de ambas
(psicología genética) y entonces tendríamos un discurso científico. Sin embargo el
objetivo de este ensayo es abordar al sujeto autónomo a partir de las posturas
fenomenológica, hermenéutica y postmodernista, lo cual hace que el discurso sea
más bien epistemológico. Entendiendo a la epistemología como el estudio sobre la
genealogía y la estructura de los distintos discursos de las ciencias y demás formas
de aproximación a las prácticas y conocimiento de lo humano (Jiménez, 1999:20).
La ubicación del sujeto en el debate epistemológico de las ciencias sociales según
Jiménez (1999) se inscribe en el marco de la subjetividad y busca encontrar los
límites que permiten articular las condiciones de producción y/o creación del sujeto.
La discusión puede ubicarse como posmoderna sólo si entendemos que esta es una
condición actual de la sociedad caracterizada por el debilitamiento del carácter
absoluto de los fundamentos del pensamiento moderno, por lo que éstos pueden ser
puestos en tela de juicio y tematizados.
La educación forma parte de las “ciencias sociales y humanas”, podríamos decir que
constituye un objeto de estudio de las mismas, puesto que la formación del sujeto ha
sido, es y será de interés para muchos pensadores e investigadores.
Este trabajo aborda específicamente al aprendiente de lenguas extranjeras como un
sujeto autónomo, es decir un sujeto capaz de responsabilizarse de su propio
aprendizaje (Henri Holec 1979:33). Henri Holec plantea esta definición a partir de B.
Schwartz (en su obra L’Education demain/ La educación mañana) quien define a la
autonomía como la capacidad de tomar a cargo la responsabilidad de sus propios
actos. Desde hace poco más de dos décadas (1980) esta discusión sobre la
autonomía y aprendizaje de lenguas extranjeras, ha estado vigente siendo
precisamente Henri Holec el principal pionero al respecto.
Sin embargo han habido diversas investigaciones desde diferentes ámbitos, como el
psicológico, pedagógico, intercultural, entre otros. Claudio Nodari plantea las
características del aprendiente autónomo como aquel que:
Desarrolla bastas estrategias cognitivas.
Planea y distribuye sus propias metas de aprendizaje.
Está interesado en conocimiento nuevo para apropiarse de él e integrarlo en
su proceso de formación.
Observa su propio proceso de comprensión. (conciente de su aprendizaje)
Procura la buena organización del conocimiento.
Comprende, reorganiza y reconstruye.
Propone soluciones flexibles y reflexivas para aplicarlas a las situaciones
planteadas.
Sabe trabajar en equipo. (con el maestro o con otros en el grupo y en
beneficio de cada uno).
Es capaz de autoevaluarse.
El interés de saber cómo se forma un sujeto autónomo, nos hace abordar diferentes
posturas filosóficas y epistemológicas como la hermenéutica de Berger y Luckman
(2001) que nos propone la socialización primaria y la socialización secundaria para
formar al sujeto. Siendo la socialización primaria la que se da en el hogar durante la
niñez, donde el sujeto participa dialécticamente e internaliza la realidad significativa
y social.
Se caracteriza por un aprendizaje más emocional que cognoscitivo,
además de la adquisición del lenguaje, identificación de roles (actitudes de otros),
reconocimiento de normas y la autoidentificación, siendo la interacción con los
padres, hermanos, etc, el elemento clave en esta socialización. Podemos concebir
entonces al niño en la adquisición de su lengua materna como un ejemplo de
aprendiente autónomo aunque es preciso remarcar que esto lo hace de manera “no
conciente” puesto que él aún no es conciente de su propio aprendizaje, sin embargo
podemos motivar o fomentar su capacidad de autonomía. Al internalizar su lengua
materna es él quien aprehende (se apropia) de la lengua y va formando sus propias
estructuras, desarrollando sus estrategias, solucionando sus problemas de
comunicación (es aquí donde algunas veces lejos de motivar al niño se les
desmotiva, por ejemplo cuando él señala algún objeto y en lugar de pedirle que le
llame por su nombre simplemente le damos el objeto que desea, él no siente la
necesidad de hablar y por ello no lo hace, puesto que es suficiente comunicarse por
medio del lenguaje no verbal), además integra conocimiento nuevo e incluso se
autoevalúa cuando llama algo por su nombre como “agua” y se le da “un vaso con
agua” si es lo que realmente quiere entonces él mismo expresa su satisfacción, de
no ser así insiste hasta obtener lo que desea, aún cuando él no es conciente del
cómo está aprendiendo, esto será lo que le facilite o dificulte aprender a lo largo de
toda su vida. El reconocimiento de normas y reglas para convivir en sociedad es
otro factor que influye en la formación del sujeto autónomo, una situación muy
sencilla, el niño que aprende hablar repitiendo “malas palabras” al principio causa
gracia a los “adultos” pero cuando el niño reconoce que sus “malas palabras” ya no
son motivo de risas o festejos, entonces comienza a abandonarlas y a distinguir
donde puede decirlas y quizá incursione en comprender lo que realmente implican.
Son diversas la circunstancias por las que un sujeto puede ser autónomo
dependiendo de su contexto social, cultural y económico.
Por otra parte la
socialización secundaria es la internalización de “submundos”
institucionales o basados sobre instituciones. Es decir la internalización del
“conocimiento especializado” como resultado de la división del trabajo. Es aquí
donde podemos plantear la adquisición de una segunda lengua o una lengua
extranjera, dependiendo de las políticas educativas de las instituciones; en México
por ejemplo el inglés es la lengua extranjera que se “obliga” a aprender en el nivel
básico (secundaria), medio (preparatoria) y superior, aun cuando en la practica dicho
factor obligatoriedad lejos de motivar a la mejora de la “calidad educativa” obstruye el
aprendizaje de dicha lengua extranjera. Han habido programas como “La creación de
Centros de Autoacceso” (política de la SEP a partir de 1990) para fomentar sujetos
autónomos en el aprendizaje de lenguas extranjeras, especialmente el inglés, al
menos a nivel superior; para proporcionar al aprendiente una alternativa de
aprendizaje de lenguas extranjeras acorde a sus necesidades e intereses y además
que se ajustara a su disponibilidad de horario, siendo el usuario el responsable de su
propio aprendizaje, la selección se su plan de estudios, el tiempo en que realizaría
sus metas, el establecimiento de sus objetivos conforme a sus habilidades
requeridas en la lengua meta (leer, escuchar, escribir, hablar) y la selección de sus
actividades a realizar en el centro de autoacceso, el cual cuenta con asesores,
equipo y material suficiente para satisfacer las necesidades de los usuarios.
Es pertinente señalar que ambas socializaciones no están separadas una de la otra,
ni siquiera podemos situarlas como si una precediera a la otra permanentemente,
pueden darse de forma paralela e incluso complementaria, aunque que cabe señalar
que lo aprendido (aprehendido) en la socialización primaria siempre será más difícil
de modificar o cambiar que lo adquirido en la socialización secundaria. De ahí la
importancia de motivar al sujeto autónomo en la socialización primaria y reforzarlo en
la socialización secundaria, aun cuando parezca un tanto utópico.
El hecho de que el sujeto autónomo necesite la interacción con otros durante su
formación nos obliga a incursionar en la perspectiva fenomenológica desde la cual
dicho sujeto estará inmerso en el mundo cotidiano que es su mundo intersubjetivo de
cultura (una estructura de sentido) y un mundo social con los alteregos que contiene
se ordena con el sujeto autónomo como centro, con asociados, contemporáneos,
predecesores y sucesores, en diversos grados de intimidad y anonimia.
Con grados también de familiaridad y ajenidad, así como accesibilidad: accesibilidad
actual (presente), lo que es fue accesible a otros (pasado), los horizontes abiertos de
lo que puede ser pensado (futuro).
“Mi mundo social de intersubjetividad mundana es también el mundo de Otros, y
todos los restantes fenómenos sociales y culturales se basan en él” (Schutz,
1974:139). La reflexión me permite percibir al otro a manera de allí (illic). Mi propia
existencia es un ego coexistente en el illic, y por lo tanto un alterego
En otras palabras, lo que ya interiorizó el sujeto autónomo como su “realidad
subjetiva” constituye su mundo cotidiano, el cual a su vez está inmerso en un mundo
social (un mundo conformado por más mundos cotidianos, más realidades
subjetivas) que también interactúan entre sí. Es decir el sujeto autónomo puede
darse en la medida de su apertura al cambio y su interés por el aprendizaje
reconstrucción y reorganización
de
conocimientos
o
sea
su
capacidad
de
modificar su intersubjetividad (su percepción de la realidad) o por lo menos su
inquietud por verlo desde la perspectiva del otro o los otros (alterego).
Por citar un ejemplo imaginemos que un aprendiente de alemán después de 2 meses
de clases durante los cuales se ha hecho hincapié en la autonomía en el aprendizaje
de lenguas extranjeras, y se les ha pedido una introspección para determinar por sí
mismos cómo aprenden mejor, dicho alumno descubre que es “leyendo” como el
aprende mejor; el simple hecho de descubrir y observarse a sí mismo para llegar a
esta conclusión le servirá en su intersubjetivización y asimismo en su mundo
cotidiano puesto que no sólo va a leer para aprender alemán sino que podrá aplicar
esta forma de aprendizaje a otras asignaturas. Además de que podrá compartir su
experiencia con otros acerca de su aprendizaje, este es sólo una de las
características del sujeto autónomo. Esta experiencia con otros se lleva a cabo a
partir de la teoría de la acción comunicativa de Habermas en la cual resulta
interesante abordar un rasgo característico de los seres humanos como la
racionalidad manifestada “objetivamente” en el “lenguaje”. Este concepto de
racionalidad comunicativa encierra connotaciones que en su esencia se fundan en la
experiencia central del discurso argumentativo que produce la unión sin coacción y
que crea el consenso, proceso en el cual los diversos participantes logran dejar atrás
sus creencias, primeramente solo subjetivas y , gracias a la experiencia común del
convencimiento motivado racionalmente adquieren la certeza, simultáneamente, de
la unidad del mundo objetivo y de la intersubjetividad del contexto en que desarrollan
sus vidas.
Es precisamente el “mundo de la vida” lo que nos indicará de acuerdo al contexto
social (coordinación social de la acción), cultural (tradición y renovación cultural) y
psicológico (de personalidad, desarrollo de identidad) si permitirá que el sujeto sea
autónomo o no. Siendo entonces la finalidad del sujeto autónomo el lograr la
comunicación por consenso y no por éxito, motivado por un acuerdo racional, puesto
que él tiene la posibilidad de decidir por sí mismo puede emanciparse en la acción
social comunicativa en acuerdo con otros y transformar su mundo de vida si así se
requiere.
Por otro lado Lyotard plantea la posmodernidad como la época de deslegitimación
de los grandes metarelatos y
la performatividad como condición de la misma.
Además delimita la performatividad en la enseñanza, la investigación y la ciencia.
Por razones obvias abordaremos únicamente la primera en la cual el autor afirma
que “la transmisión de los conocimientos ya no busca guiar hacia la emancipación de
la humanidad (ya no tienen legitimidad los grandes relatos de emancipación) sino
formar los jugadores necesarios al sistema” (Lyotard 2000:90). Se propone una
educación “permanente”, ejemplo de ello es la “Programación Neurolingüística” que
incursiona en diversos campos como el educativo, empresarial, de salud, entre otros,
todo con la finalidad de ofrecer “educación continua” o permanente y venden la idea
de estar “actualizado”. A esto Lyotard lo denomina reciclaje. La enseñanza asume
características como: la interdisciplinariedad, trabajo en “equipo”, agonía de la era del
profesor, busca dar respuesta al ¿para qué sirve? ¿se puede vender? ¿es eficaz?
Cabe aclarar aquí lo que se conoce como el sujeto activo que no es precisamente el
sujeto autónomo, un sujeto autónomo puede ser activo pero un sujeto activo no es un
sujeto autónomo, esta sería la diferencia entre jugadores necesarios al sistema
(sujeto activo, que actúa no precisamente por voluntad propia) y sujetos autónomos
(capaces de tomar decisiones acorde su criterio).
Las orientaciones de la formación están encaminadas a la inteligencia profesional
(mantenimiento de profesiones necesarias), la inteligencia técnica (aplicados en
nuevos conocimientos y manejo de técnicas) y un excedente (en letras y
humanidades). Después de esto pareciera que no hay lugar para el sujeto autónomo
con la idea de emancipación puesto que el panorama que pinta Lyotard resulta muy
pesimista sin embargo parece todo lo contrario precisamente porque según la
performatividad nos orilla al pragmatismo capitalista, es ahora cuando más se
requiere de los sujetos autónomos con criterio propio y capaces de decidir y
responsabilizarse de sus actos, no todo es tecnología hay ámbitos en los que los
avances tecnológicos no han podido incursionar y es ahí donde se rescata el
humanismo; por citar dos ejemplos la actuación, y la traducción e interpretación de
textos. Hasta ahora no se ha oído hablar de una computadora que pueda actuar, o
de un programa de traducción tan perfecto que no requiera de la revisión de un ser
humano para darle sentido al discurso del texto que se traduce. En fin parece que
damos demasiada importancia a lo que sucede con esta “posmodernidad” la
globalización y el modelo económico neoliberal imperante. Y nos dejamos llevar de
esta época “inhumanizada” donde como diría un viejo dicho popular “amigo, un peso
en la bolsa”, dejando de lado la sensibilidad del ser humano; pero el dinero no lo es
todo en la vida que si bien es un medio para conseguir algunas cosas pero las cosas
más valiosas de la vida son gratis, la salud, el amor, la amistad, etc.
Finalmente podemos decir que los planteamientos mencionados sostienen la
posibilidad de formar al sujeto autónomo, como ser independiente, responsable y
conciente de su propio aprendizaje. El cual según la hermenéutica de Berger y
Luckman (2001) puede darse tanto en la socialización primaria como en la
secundaria, según la fenomenología será capaz de actuar con otros en el mundo
social; respecto a la teoría de la acción comunicativa de Habermas buscará el
consenso para la transformación de su mundo de la vida y según Lyotard es
sumamente difícil que surja debido a la performatividad de la enseñanza. Pero
acorde a todo lo leído en el transcurso del curso y lo experimentado (capital cultural,
dijera Bordieu) es posible que se de el sujeto autónomo en el aprendizaje de lenguas
extranjeras. Si bien es cierto, no podemos afirmar que todos los aprendientes serán
autónomos, pero al menos podemos soñar con que la mayoría de ellos aspiren a
serlo. Pareciera una Utopía pero que es la vida sino una mera ilusión o como dijera
Einstein “la imaginación es más importante que el conocimiento, porque mientras el
conocimiento ve lo que está ahí, la imaginación ve lo que estará”. Total soñar no
cuesta nada. El fomentar la autonomía en el sujeto concierne en gran parte al
formador, educador, (docente, tutor, padre, familiar) el motivar a los aprendientes a
optar por esta forma de ser, sin renunciar a su personalidad, tomando en cuenta
siempre su contexto cultural, social y psicológico.