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Publicaciones de Estudiantes
Autor: Justo Javier Ezquer Espin
Titulo: Introducción a la Astronomía
Area:
Pais:
Perfil:
Programa: Doctorado en Historia de Antiguas
Civilizaciones
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INTRODUCCIÓN
"Y preparé un tubo, al principio de
plomo, y puse en sus dos extremos
dos lentes de vidrio,
los dos planos de una parte, y de la
otra uno esféricamente convexo y el
otro cóncavo.
Moviendo el ojo a la parte cóncava,
vi los objetos muy grandes, lo mismo
que muy
cercanos. En tres tantos aumentaban
los cercanos, y los más grandes se
dejaban ver con un
aumento de nueve. Pero después
construí otro aparato en que con
mayor exactitud los
grandes objetos crecían hasta
sesenta veces su tamaño natural. Y
después, sin perdonar
esfuerzo ni gasto, llegué a tener un
medio muy excelente para que las
cosas que yo veía se
hicieran miles de veces más cercanas
que a simple vista. Son muchos los
beneficios que
este aparato trae, tanto en la
tierra como en el mar. Pero yo dejé
todo lo de la Tierra y me
entregué a la observación de los
cielos. Galileo Galilei"
Para los primeros hombres, los
ritmos del día, noche y de las fases
de la Luna se
destacaron aún con su conocimiento
más rudimentario. La lunación es el
medio más
evidente de ordenar los días, de los
que ella agrupa casi unos 30. Por
ello todos los
primeros calendarios fueron lunares.
Sin embargo las sociedades agrícolas
tuvieron
necesidad de establecer un
calendario que rijera las siembras y
las cosechas. Así se pudo
comprobar la relación entre el curso
anual del Sol y las estrellas. Al
componer un
calendario basado en el curso anual
del Sol, las primeras civilizaciones
desarrollaron un
calendario luni-solar donde hay 12
lunaciones en un año lo que condujo
a un año de 12
meses de 30 días. El mes lunar (o
lunación) es el intervalo de tiempo
transcurrido entre dos
lunas nuevas consecutivas y su
duración es algo mayor de 29 días.
Desde tiempos remotos,
el mes lunar tuvo gran importancia
debido a que la mayoría de las
fiestas y solemnidades
religiosas se fijaban tomando como
base las fases de la Luna. El
calendario es por lo tanto
un sistema de medida del tiempo por
medio de ciclos astronómicos
importantes, como los
días (rotación de la tierra sobre si
mismo), meses (períodos de las fases
lunares), y años
(traslación de la Tierra alrededor
del Sol). Pero la utilización de
estas unidades conduce a
problemas si se quiere combinarlos
unos con otros. Así, por ejemplo, la
traslación de la
Tierra alrededor del Sol, denominado
año trópico o año de las estaciones,
que corresponde
a 365d 5h 48m 46s que es igual a
365,2422 días, no contiene un número
entero de períodos
de rotación de la Tierra. Tampoco el
período de las fases de la Luna que
es de 29,53 días,
contiene un número entero de días,
ni tampoco un año contiene un número
entero de fases
lunares. La combinación de estos 3
ciclos astronómicos conduce a varios
tipos de
calendarios solares, lunisolares o
lunares, según cuales períodos se
tomen en consideración.
1.- Asimov, I., "El universo",
Madrid, Alianza Editorial, 1981.Pág.
35.
3
Las unidades naturales de tiempo son
el día, el mes y el año. El día es
demasiado corto para
medir período largos, tales, como
por ejemplo, la vida de un hombre, y
lo mismo ocurre
con el mes, de modo que para fines
cronológicos se emplea el año
trópico. Al mismo
tiempo, algunas fiestas están
relacionadas con los cambios de la
Luna (por ejemplo las
Pascuas), lo que ha introducido una
perturbación constante para poner de
acuerdo el mes
lunar con el año. Si el mes lunar
durase exactamente 30 días y el año
trópico 360 días, no
hubiese habido dificultades en el
empleo de estas unidades, pero esto
no es así. Como es de
gran importancia e interés que las
estaciones y demás fenómenos
naturales ocurran todos
los años en las mismas fechas, se ha
establecido un conjunto de reglas y
convenciones para
lograr la mayor concordancia posible
entre el año civil y las distintas
unidades naturales
(día, mes, año trópico, etc.), y al
conjunto de reglas establecidas para
dicho fin se
denomina calendario.
La Tierra y todo cuanto la rodean,
se compone de materia que en un
remoto pasado
constituyó parte de una estrella.
Quizás, esa estrella explotó, chocó
con otro astro, o
simplemente su evolución natural la
condujo a formar un sistema de
cuerpos tal como el
que actualmente conocemos. Esa idea
sugiere que con los restos de un
astro se forjaron el
Sol, el sistema planetario que lo
acompaña y varios otros cuerpos que
aún pueblan su
vecindad. Haber llegado a esa
conclusión implicó más de 3.000 años
de investigaciones.
Fue precisa una paciente observación
del cielo, un estudio profundo de
las leyes de la
naturaleza y, básicamente, la
imaginación de hombres inquietos,
curiosos y obstinados. La
descripción del Sistema Solar
resulta relativamente sencilla, sin
embargo, fuera de este
sistema, se percibe una gran
variedad de objetos que comprueban
la complejidad de la
estructura del universo. En la noche
terrestre, a ojo desnudo, se ven
cinco puntos brillantes
que cambian lentamente de posición y
son los planetas. Se trata de
cuerpos más o menos
similares a la Tierra. Pero la
mayoría de las luces que brillan en
el cielo nocturno son
estrellas, el mismo centro del
Sistema Solar es una estrella, ya
que hay una enorme
variedad de estrellas.
Geométricamente, algunas son tan
grandes que la trayectoria de la
Tierra alrededor del Sol cabe
cómodamente dentro de ellas, en el
otro extremo existen
estrellas tan pequeñas como nuestro
planeta y otras todavía mucho más
diminutas,
cambiando la escala de tamaños se
observa que muchas de las estrellas
se agrupan en
grandes conjuntos de cientos o bien
de cientos de miles de miembros,
como los cúmulos
estelares. Las estrellas y los
cúmulos estelares, junto con todo el
gas y el polvo interestelar,
forman parte de un conglomerado
todavía mayor, llamado Vía Láctea
objeto denominado
Galaxia que contiene en su interior
a cientos de miles de millones de
objetos. Pero la Vía
Láctea no es la única galaxia en el
universo, el número total de estos
gigantescos enjambres
cósmicos aún es desconocido. Lo que
sí se sabe es que también las
galaxias se reúnen en
grupos, de dimensiones que escapan
al sentido común. Los supercúmulos
de galaxias, son
objetos celestes colosales. El
conjunto de galaxias define al
universo. Allí está contenido
todo lo que vemos, pues en la
actualidad no se conoce si tiene
centro ni tampoco bordes.
4
Y junto a las galaxias, en las
fronteras del universo accesible por
los más sofisticados
instrumentos, se hallan los
quásares, que son cuerpos
intrínsecamente luminosos y
extremadamente distantes. Galaxias y
quásares se perfilan como astros
claves para definir
la estructura que tendría el
universo, Sobre esta cuestión, de
carácter fundamental para la
Cosmología, se plantean varios
modelos. Ninguno de esos modelos es
aceptado por
completo, ya que se necesitan más
datos observacionales que permitan
elegir sólo uno entre
ellos. Para analizar las propiedades
del universo en su conjunto se
realizan esquemas
hipotéticos de cómo sería el
universo bajo ciertas condiciones
llamadas modelos
cosmológicos. Si esos modelos son
válidos podrán identificarse a
través de los datos
observacionales. Los modelos
cosmológicos tienen en común el
siguiente postulado, el
universo debe verse de la misma
manera, para un observador en
cualquier lugar en que se
encuentre lo que se define como
"principio cosmológico". Se
establece así la
homogeneidad del espacio. Otro
postulado, más ambicioso, dice que
el universo debe
parecer igual a todo observador, en
cualquier punto y en cualquier
época, se lo conoce
como "principio cosmológico
perfecto". Es la teoría del estado
estacionario del universo
que se desarrolló a partir de estos
postulados y dice que el universo
debe verse idéntico
desde cualquier lugar y no debe
experimentar cambios en el tiempo.
El corrimiento al rojo
de las galaxias verifica que el
universo se expande y por lo tanto,
aumenta de tamaño,
ahora si la teoría del estado
estacionario es válida no podría
explicar dicha expansión. Si se
considera que la expansión se
desarrolló a lo largo de un tiempo
infinitamente largo, la
materia del universo habría llegado
a diluirse hasta el punto de que no
quedaran galaxias
para observar, a menos que se hayan
ido formándose continuamente otras
nuevas. Por otra
parte, la materia que compone un
universo en estado estacionario,
debe formarse a una
velocidad elevada, suficiente para
que se mantuviese una densidad de
materia más o menos
constante, esto implica que un
observador de un universo en estado
estacionario detectaría
en cualquier instante y lugar, un
mismo número promedio de galaxias
viejas y jóvenes.
Este universo exige entonces la
continua creación de materia y de
energía, en esas
condiciones el ritmo de creación de
materia debería ser tan alto como
para ser detectado y
hasta hoy, sin embargo, no se ha
logrado ninguna evidencia al
respecto. Esto hace dudar
sobre un estado estacionario para el
universo.
Los registros históricos dan cuenta
que el hombre se ha ocupado de los
fenómenos
astronómicos desde el comienzo mismo
de la civilización sin embargo, aún
hoy se escucha
frecuentemente la pregunta, ¿qué
utilidad tiene esta ciencia? Para
los especialistas es
evidente la respuesta, pues resulta
notable la presencia e influencia de
la Astronomía tanto
en la vida cotidiana como en el
desarrollo cultural de la humanidad.
En todas las culturas
una de las primeras actividades
relacionada con los astros, ha sido
la determinación del
tiempo, tanto su medida como su
registro y la confección de
calendarios, con los que, por
ejemplo, se fijaban las fechas
propicias tanto para las cosechas
como para las festividades.
Por lo tanto, la Cronología tiene
una vinculación importante con la
Astronomía y sin ella,
ciencias como la Historia hubiesen
adolecido de grandes dificultades.
5
DESCRIPCIÓN
Seguramente, los primeros seres
humanos que poblaron el planeta se
preguntaban, ¿qué son
esos puntos blancos y luminosos que
se observan en el cielo por la
noche? De ésta y
muchas otras preguntas nació la
ciencia que hoy llamamos Astronomía.
Dichos objetos
luminosos fueron relacionados por
las antiguas civilizaciones con sus
creencias acerca de
dioses y héroes que realizaban
proezas asombrosas, ya que a los
planetas conocidos desde
la antigüedad eran Mercurio, Venus,
Marte, Júpiter, la Luna y el Sol,
estos últimos también
eran considerados como planetas, les
dieron nombres de sus dioses y
además, con las
estrellas fijas formaron figuras de
seres u objetos típicos de sus
culturas, llamadas en la
actualidad constelaciones.
Los antiguos pensaban que las
estrellas estaban fijas a la esfera
más exterior, la situada más
allá de la esfera de Saturno. Por
este motivo se llamaban a las
estrellas fijas,
diferenciándolas de las estrellas
errantes o planetas, que se movían
independientemente de
esta esfera. La esfera más exterior
de las estrellas no era transparente
sino negra, y las
estrellas brillaban sobre este fondo
como cuentas luminosas muy pequeñas.
Todo el cielo
negro giraba con completa
regularidad una vez por día,
transportando consigo las estrellas.
Cuando salía el Sol, el cielo se
volvía azul y las estrellas
desaparecían, pero esto se debía
únicamente a que el resplandor del
Sol las ahogaba. Sin embargo, este
tema nos lleva a
Hiparco (161-127 antes de C.), el
mayor de todos los astrónomos
griegos. Si tenemos en
cuenta que prácticamente no disponía
de instrumentos y que los astrónomos
anteriores
habían dejado pocos escritos, los
descubrimientos de Hiparco bastaban
para situarlo entre
los mayores astrónomos de todos los
tiempos. Hiparco trabajó en la isla
de Rodas, cerca de
la Costa de lo que hoy es Turquía, y
para explicar el movimiento aparente
de los planetas
inventó un sistema de combinaciones
circulares superior a los concebidos
en los dos siglos
transcurridos desde la muerte de
Platón. El sistema de Hiparco
sobrevivió con pequeñas
mejoras durante mil setecientos
años. Un astrónomo posterior,
Claudio Tolomeo (100-170
después de C.), que vivió unos tres
siglos después de Hiparco, resumió
hacia el año 150
después de C. el sistema de Hiparco
con algunas mejoras en un libro que
sobrevivió hasta
la edad moderna, lo cual no sucedió
con ninguna de las obras de Hiparco.
Llamamos así
sistema tolemaico al sistema
astronómico que sitúa la Tierra en
el centro del universo, con
los demás cuerpos girando a su
alrededor.
Aristóteles fue el primero en pensar
en un modelo geocéntrico del
Universo, idea que
perduró hasta el siglo XVI. Después,
en el siglo II D.C., Ptolomeo dio un
modelo que
describía el movimiento planetario.
Este modelo consideraba a la Tierra
como el centro del
Universo. Más tarde Copérnico
propuso un modelo heliocéntrico con
órbitas circulares que
fue aceptado por científicos como
Kepler, que lo empleó para realizar
sus cálculos de las
órbitas planetarias. Kepler,
haciendo uso de los datos obtenidos
por Tycho Brahe en el
observatorio a su cargo, pudo darse
cuenta que las órbitas descritas por
los planetas no eran
círculos perfectos, sino elipses
casi circulares. Galileo que también
adoptó el modelo de
Copérnico, hizo varios experimentos
y observaciones, de hecho algunos lo
consideran el
6
Primer físico moderno debido a la
metodología seguida en sus trabajos.
Entre sus
observaciones más importantes,
podemos contar el descubrimiento de
las lunas de Júpiter,
hecho que en cierta forma apoyaba el
modelo heliocéntrico de Copérnico,
la observación y
documentación de las manchas
solares, así como el minucioso
estudio de la superficie
lunar, del cual tuvo como resultado
la observación de estructuras que él
llamó por analogía
con la Tierra, montes, valles y
mares.
Una de las ideas más importantes en
el desarrollo de la Astronomía
moderna fue la
Gravitación Universal, teoría
desarrollada por Isaac Newton de
1679 a 1687. Edmund
Halley, amigo de Newton, descubrió
el cometa que lleva su nombre y
sobre la base de la
teoría de la gravitación
desarrollada por Newton, fue capaz
de predecir la trayectoria y el
tiempo que tarda en dar una vuelta
en su órbita alrededor del Sol dicho
cometa. Otro
importante astrónomo de la época fue
el holandés Christiaan Huygens, que
fue el primero
en medir la distancia a las
estrellas usando un método de
paralelaje.
La mayoría de la gente creía que los
planetas en sus movimientos ejercían
una influencia
sobre la Tierra y sobre los humanos,
y que si se conseguía elaborar un
sistema que predijera
exactamente sus movimientos quizás
podrían deducirse sus influencias
sobre el destino
futuro de cada individuo. El
desarrollo de un tal sistema de
astrología (no reconocida como
ciencia), tenía un interés
extraordinario para todas las
personas del mundo antiguo. El Sol,
La Luna y los cinco planetas de
aspecto estelar se mueven por una
franja estrecha del cielo
que se dividió en doce regiones,
ocupada cada cual por un conjunto
concreto de estrellas,
donde los antiguos, llenos de
imaginación, vieran el perfil de
algún objeto, normalmente un
animal. Cada agrupación de estrellas
se llama constelación y las doce
constelaciones a
través de las cuales se mueven los
planetas se llama zodiaco, de
una palabra griega que
significa círculo de animales.
Los astrónomos dividieron también en
constelaciones el resto del cielo.
En épocas
modernas, cuando los astrónomos
viajaran hacia el sur y pudieran
estudiar las estrellas más
meridionales, también dividieron en
constelaciones estas regiones.
Actualmente hay 88
constelaciones que dividen toda la
esfera del cielo, pero las doce
constelaciones del zodiaco
continúan siendo las que más
interesan a algunos hombres
crédulos. Sin embargo, Europa y
el Próximo Oriente no fueron las
únicas cunas de la civilización.
Durante un período de dos
mil años, entre el 500 AC y el 1500
DC, China superó mucho a Occidente
en ciencia y
tecnología. A lo largo de las épocas
antigua y medieval, los astrónomos
chinos observaron
cuidadosamente el cielo y tomaron
nota de todo fenómeno insólito que
tenia lugar allí
arriba. No tenían que enfrentarse
con ideas dogmáticas sobre su
perfección y vivían en una
sociedad relativamente secular donde
el temor a los seres sobrenaturales
no restringía
indebidamente su pensamiento.
7
Es cierto que los chinos no
estudiaban el cielo por motivos
puramente intelectuales, ellos
utilizaban esto con motivos
religiosos, impulsados por le
conocimiento de sus dioses.
También ellos, como los babilonios y
los griegos, estaban interesados en
la astrología.
Habían inventado significados para
todo lo que pudiera aparecer en el
cielo y los utilizaban
para pronosticar los posibles
acontecimientos futuros en la
Tierra.
En 1543 el astrónomo polaco Nicolás
Copérnico (1473-1543) publicó un
libro que
explicaba las matemáticas necesarias
para predecir la posición de los
planetas suponiendo
que la Tierra giraba alrededor del
Sol, junto con Mercurio, Venus,
Marte, Júpiter y Saturno.
Esta hipótesis simplificaba
considerablemente el problema,
aunque Copérnico continuaba
sosteniendo la idea de que los
planetas se movían mediante orbitas
circulares. En 1609 otro
sabio italiano, Galileo Galilei
(1564-1642) se enteró de que en
Holanda se había inventado
un tubo con lentes a cada extremo
que permitía acercar y ampliar los
objetos. Empezó a
experimentar inmediatamente y en
poco tiempo tenía lo que ahora
llamamos telescopio.
Galileo hizo con él algo nuevo y
atrevido, lo apuntó hacia el cielo.
El telescopio de Galileo era un
aparato pequeño y primitivo, pero
por primera vez alguien
estudiaba el cielo nocturno con algo
mejor que la simple vista. Galileo
vio con su telescopio
montañas y cráteres en la Luna,
además de zonas llanas que tomó por
mares. Vio manchas
en el Sol. Vio cuatro satélites
alrededor de Júpiter. Vio que Venus
presentaba fases como la
Luna. Por lo que mostraba el
telescopio, parecía muy probable que
los planetas fueran
mundos como la Tierra, quizá tan
cambiantes e imperfectos como ella.
Incluso el Sol, con
sus inéditas manchas, era claramente
imperfecto. En cuanto a Venus, sus
fases tal como
Galileo las había observado, no
podía existir en el sistema
tolemaico, aunque sí en el
sistema copernicano. El telescopio
de Galileo reforzó inmensamente la
concepción
copernicana del sistema solar, y
esto le enfrentó con la Inquisición,
que le obligó a renegar
del sistema copernicano. El
astrónomo alemán Johannes Kepler
(1571-1630) confirmó en
1609 que Marte no giraba alrededor
del Sol siguiendo un círculo o una
combinación de
círculos, como habían supuesto
Platón y todos los astrónomos
occidentales posteriores,
incluyendo a Copérnico. Marte giraba
alrededor del Sol según una órbita
elíptica que tenía
el Sol en uno de sus focos. Kepler
demostró luego que todos los
planetas se movían según
órbitas elípticas. Kepler había
obtenido con esto la descripción
real del sistema solar. Era su
sistema y no el de Copérnico el que
encajaba con la realidad. En los
casi cuatro siglos
transcurridos desde entonces, los
astrónomos no han introducido
mejoras sustanciales en el
sistema de Kepler. Se han
confeccionado teorías más generales
y se han descubierto nuevos
planetas, pero las órbitas elípticas
se han mantenido y es casi seguro
que se mantendrán
siempre. El astrónomo alemán Hans
Bayer (1572-1625) inventó en 1603 un
sistema para
nombrar las estrellas, que consiste
en dar a cada una, una letra griega
y el nombre de la
constelación donde estaba situada,
sistema que persiste hoy en día. El
astrónomo inglés
Edmond Halley (1656-1742) fue el
primero en decir que los cometas se
desplazan en
órbitas fijas alrededor del Sol y
que vuelven periódicamente. También
estudió la
determinación precisa de las
estrellas, al comparar sus cifras
con otras anteriores, vio con
asombro que los griegos habían
situado al parecer algunas estrellas
incorrectamente.
Aunque se tuviera en cuenta que los
griegos no disponían de telescopios,
el error en las
8
Posiciones de las estrellas era
demasiado grande, sobre todo porque
sólo parecían estar
fuera de lugar algunas de las
estrellas más brillantes. Halley
pensó que sólo había una
conclusión posible. Los griegos no
estaban equivocados, eran las
estrellas las que habían
cambiado de posición durante los
dieciséis siglos transcurridos. En
1718 Halley anunció
que las estrellas brillantes sirio,
Proción y Arturo se habían
desplazado de modo perceptible
desde la época de los griegos, e
incluso se habían desplazado
ligeramente desde que Tycho
había fijado su latitud y su
longitud un siglo y medio antes.
Halley pensó que las estrellas
no estaban en absoluto fijas, sino
que se desplazaban al azar a través
de vastos espacios del
cielo como abejas en un enjambre. En
conjunto, las estrellas estaban tan
lejos de nosotros
que la distancia que recorrían era
pequeña comparada con su distancia a
la Tierra, y de una
noche a la siguiente o de año en año
no podía detectarse ningún
movimiento.
No se puede hablar de Astronomía sin
hablar del calendario, en general,
durante los
tiempos antiguos el calendario
estaba en manos de los sacerdotes, y
como era
predominantemente lunar, las
estaciones o bien tenían lugar en
diversas épocas del año, o
bien se ajustaban en el lugar debido
intercalando o suprimiendo los meses
que hiciese falta.
Los calendarios diferían de un país
a otro, y además se han ido
modificando con el
transcurso del tiempo. Los griegos
adoptaron el año de 360 días
dividido en 12 meses de 30
días cada uno. Posteriormente y
hasta la época de Solón, unos 600
años a.C., contaban dos
años de 12 meses y uno de 13, al que
se denominaba trietérico. Más tarde
trataron de lograr
la coincidencia de la duración del
año y de los meses con el movimiento
del Sol y de la
Luna, mediante la introducción de un
ciclo llamado ciclo de metón. Este
ciclo consta de un
período de 19 años trópicos durante
los cuales las fases de la Luna se
suceden 235 veces; se
observa que si se divide el período
de 235 lunaciones por 19 años
trópicos, la duración de
cada uno de éstos es bastante exacta
para todos los usos civiles. El
ciclo de metón es
utilizado para determinar la fecha
de Pascua, fiesta religiosa del
calendario cristiano que se
establece según las fases de la
Luna. La Pascua coincide con el
primer domingo que sigue a
la primer Luna Llena que tiene lugar
después que el Sol pasa por el punto
vernal, o sea por
el equinoccio de primavera para el
hemisferio norte (aproximadamente el
21 de marzo).
Como las fases de la Luna se suceden
periódicamente según el ciclo de
metón, resulta que
la fecha de la Luna llena
correspondiente a la Pascua, se
repite al cabo de dicho intervalo
(19 años). La fecha de Pascua oscila
de año en año y puede ocurrir en
cualquier día entre el
22 de marzo y el 25 de abril.
Cuando llegó al poder Julio Cesar en
el año 46 A.C. encontró el
calendario romano en un
estado de enorme desorden. Recurrió
entonces a los consejos del
astrónomo Alejandrino
Sosígenes y de acuerdo a sus
indicaciones estableció, en el año
45 a.C., el llamado
calendario juliano, que con ligeras
modificaciones continúa usándose en
casi todas las
naciones. Prescindió por completo de
la Luna y adoptó para la duración
verdadera del año
solar la de 365,25 días, que se
denominó año juliano. Contaba con 12
meses de 30 y 31
días, excepto febrero, de 29 días,
lo que hacía un total de 365 días
por año. Para satisfacer
estar reformas, se intercalaron 85
días al año 46 a.C. (año 708 de la
fundación de Roma),
resultando un año de 445 días,
conocido como el año de la
confusión. El modelo empleado
9
Por Julio Cesar para hacer sus
reformas fue el calendario egipcio,
pero a diferencia del año
solar egipcio, que era inmutable, el
calendario juliano variaba cada
cuatro años. Ordenó que
cada cuatro años hubiera uno de 366
días, agregándose el día adicional
entre el 23 y el 24
de febrero. A los años que cuentan
con dicho día adicional se los llamó
bisiestos. También
trasladó el principio del año al día
uno de enero, que hasta entonces
había comenzado en
marzo, como lo indica claramente el
nombre de algunos meses, como
septiembre, esto es,
séptimo mes, o noviembre, noveno
mes. Posteriormente, el cónsul Marco
Antonio,
sustituyó el nombre del mes
quintilis, dándole el nombre de
julio, en honor de Julio Cesar.
En el año 24 a.C., el senado romano
cambió el nombre al mes sextilis,
llamándolo Augusti,
en honor del emperador Cesar
Augusto, sucesor de Julio Cesar, mes
que más tarde
transformó su nombre en agosto.
Luego se le quitó un día a febrero
para añadírselo a agosto
y hacerlo así tan largo como julio,
de esa manera, el mes de febrero se
redujo a 28 días para
compensar el aumento a 31 días que
sufrió el mes de agosto. El año
juliano alcanzó
entonces su forma definitiva en el
año 8 d.C.
La verdadera duración del año no es
de 365,25 días, como lo fija el
calendario juliano, sino
de 365d 5h 48m 46s, lo que hace que
el año juliano sea 11m 14s más largo
que el año
trópico, esto es unos 0,008 días
más, de tal manera que gana 1 día
cada 125 años. Como
consecuencia, en el calendario
juliano la fecha del equinoccio de
otoño se fue anticipando
cada vez más, hasta que en el año
1582 tuvo lugar el 11 de marzo, en
vez del día 21 como
había sucedido en la época del
Concilio de Nicea (año 325), el cual
había regulado el
calendario eclesiástico de acuerdo
al juliano. Por esto, el Papa
Gregorio XIII, aconsejado
por el astrónomo Aloysius Lilius y
por el jesuita Cristóbal Clavius,
ordenó que se corrigiera
el calendario. A la cuenta de los
días según el viejo calendario
juliano se le suprimieron
diez días, de modo que el día
inmediato al 4 de octubre de 1582
sería el día 15 en vez del 5.
Además, para evitar el
desplazamiento futuro del
equinoccio, decretó que en lo
sucesivo, en
los años seculares o centurias sólo
serían bisiestos aquellas cuyas
centenas sean divisibles
por 4 (de esta manera, los años 1900
y 2100 no son bisiestos y sí lo son
los años 2000 y
2400). Esta reforma fue adoptada
inmediatamente por todos los países
católicos, pero la
iglesia griega y la mayor parte de
las naciones protestantes rehusaron
reconocer la
autoridad del Papa, aunque
modificaron el calendario en años
posteriores. En la actualidad,
como los años 1800 y 1900 fueron
bisiestos en el calendario juliano y
no lo fueron en el
gregoriano, la diferencia entre
ambos calendarios es de unos 13
días. Con las
modificaciones mencionadas, el
calendario en vigencia tiene una
duración de 365,2425 días
solares. La diferencia con respecto
al año trópico es muy pequeña
(0,0003 días), que sólo
llegaría a acumular un día en
alrededor de 3.300 años, razón por
la cual no es un problema
que sea necesario considerar a corto
plazo.
Para simplificar los cálculos
astronómicos y no utilizar años,
meses y días en el cómputo
del tiempo, Joseph Scaliger sugirió
en 1582 utilizar una escala de
tiempo sólo en días, y lo
denominó período juliano o días
julianos. Toma como inicio de este
cómputo el 1º de enero
del año 4713 a. C. a las 12 horas.
Las horas, minutos y segundos se
agregan como
decimales en la fracción del día
juliano correspondiente. De esta
manera el primero de
enero de 2003 a la hora cero es el
DJ 2452640,5.
10
En su mayoría, las estrellas son
cuerpos similares al Sol, por lo que
si estudiamos al Sol
estudiaremos a la mayoría de las
estrellas. El Sol es esencialmente
una esfera de hidrógeno
y de helio, la fusión del hidrógeno
es la única reacción nuclear capaz
de suministrar la
energía necesaria para la radiación
Solar. Además, el interior del Sol
proporciona una
temperatura lo suficientemente
elevada para esta reacción, ya que
la temperatura de la
superficie es insuficiente, pero en
el núcleo por lo que parece, la
energía solar deriva de la
fusión de cuatro núcleos de
hidrógeno y la consiguiente
formación de un núcleo de helio.
La estrella es un continuo
equilibrio entre la fuerza de la
fusión que tiende a expandirla y la
fuerza de gravedad que tiende a
contraerla. Lo que es válido para el
Sol es sin duda válido
para las demás estrellas, de modo
que una vez resuelto el problema de
la energía solar muy
probablemente hemos resuelto el
problema de la energía estelar en
general. Ya que el Sol,
tiene una reserva de hidrógeno que
puede durar de diez a veinte mil
millones de años. El
Sol existe desde hace 4.600 millones
de años, de modo que todavía no ha
alcanzado la
mitad de su esperanza de vida como
estrella normal.
En el Sistema Solar (llamado así por
ser heliocéntrico), todos los
planetas se desplazan o
trasladan alrededor del Sol
prácticamente en el mismo plano y en
el mismo sentido, este
último coincidente con el sentido de
rotación sobre sí mismos que tienen
todos los planetas.
El Sol rota sobre su propio eje
también en el mismo sentido que los
planetas que lo rodean,
esto no se cumple para los cometas,
que se trasladan en todas las
direcciones posibles. Otro
detalle llamativo del Sistema es que
está constituido por dos clases de
planetas, unos
pequeños y rocosos, cercanos al Sol,
y otros grandes y gaseosos, bastante
más distantes. En
la separación entre esos dos tipos
de planetas se encuentra la zona de
los asteroides, los
astrónomos consideran factible que
la naturaleza de esa estructura
tenga su explicación en
la manera en que se originó el
sistema, se cree que la nube
original (nebulosa) de la cual se
formó el Sistema Solar, en un
comienzo rodeaba por completo al Sol
primitivo, las
partículas de polvo y gas de aquella
nube se agruparon por efecto
gravitatorio y
constituyeron objetos sólidos. Pero
la radiación de la estrella central
empujó hacia afuera
los elementos volátiles, con el
resultado de que en los trozos de
materia cercanos al Sol
comenzaron a predominar elementos
más pesados, como el hierro y los
silicatos. En
cambio, en los cuerpos más lejanos,
los elementos livianos como
hidrógeno y helio se
conservaron y formaron los grandes
planetas con densas atmósferas, que
constituyen
nuestro sistema solar.
Aunque resulta difícil creer que el
cielo nocturno fue estudiado sin más
medios que el ojo
desnudo durante miles de años, la
magia y la belleza del firmamento
están al alcance de
todo aquel que quiera descubrirlas,
podemos ver el cielo con ojos
capaces de contemplar
las maravillas que admiraron a los
hombres de la antigüedad, pero
sabiendo realmente
ahora que es lo que estamos viendo.
11
ANÁLISIS GENERAL
"Los cielos manifiestan la gloria
del Señor
y la bóveda del cielo revela la obra
de sus
manos. Un día anuncia a otro, una
noche
imparte conocimientos a otra sin
palabras, sin
hablar, sin que sus voces se
escuchen.
Por toda la Tierra ha ido su línea,
hasta en los confines del mundo está
su
mensaje, en ellos Él ha hecho que el
Sol
ponga su tienda."
Así describió el salmista bíblico
las maravillas de los cielos y el
milagro de los días y las
noches que se siguen, mientras la
Tierra rota sobre su eje, la línea
que va a través de la
Tierra y órbita al Sol, que se
asienta en el centro de todo.
Durante milenios, desde que el
hombre alcanzó la civilización,
sacerdotes-astrónomos observaron los
cielos en busca de
guía para el hombre en la Tierra,
desde los zigurats de Sumer y
Babilonia, los templos de
Egipto, el círculo de piedras de
Stonehenge o el Caracol de Chichén
Itzá. Se observaron,
se calcularon y se registraron los
complejos movimientos celestes de
estrellas y planetas ,
para poder hacer esto, zigurats,
templos y observatorios se alinearon
con exactas
orientaciones celestes y se dotaron
de aberturas y de otros detalles de
construcción que
permitieran entrar la luz del Sol o
de otra estrella en los momentos de
los equinoccios o de
los solsticios. Pero ¿para qué llegó
el hombre hasta estos extremos?
¿Para ver qué, para
determinar qué? Entre los expertos,
es habitual atribuir los esfuerzos
astronómicos del
hombre antiguo a la necesidad de un
calendario para una sociedad
agrícola que precisaba
saber cuándo sembrar y cuándo
cosechar. Esta explicación se ha
dado por supuesta
durante mucho tiempo. Sin embargo,
un agricultor que labre la tierra
año tras año puede
estimar el cambio de las estaciones
y la llegada de las lluvias mucho
mejor que cualquier
astrónomo, y aún podría contarle un
par de cosas más. Lo cierto es que,
dondequiera que
se han encontrado sociedades
primitivas que subsisten de la
agricultura en los lugares más
remotos del mundo, sus miembros han
vivido y se han alimentado durante
generaciones
sin necesidad de astrónomos ni de un
calendario preciso. Y también es un
hecho fundado
que el calendario fue diseñado en la
antigüedad dentro de una sociedad
urbana, y no
agrícola. Un simple reloj de
sol, puede proporcionar suficiente
información diaria y
estacional como para no poder
sobrevivir sin él. Sin embargo, el
hombre antiguo estudiaba
los cielos y alineaba sus templos
con las estrellas y los planetas, y
no relacionaba su
calendario y sus festividades con el
suelo sobre el que se erguía, sino
sobre los caminos
del cielo ¿Por qué? Porque el
calendario no se diseñó con fines
agrícolas, sino con fines
religiosos. No para beneficio de la
humanidad, sino para venerar a los
dioses.
2.- Duncan, D. E., "Historia del
Calendario", Buenos Aires, EMECE,
1998, Pág. 12.
12
Habría que leer y releer los versos
del salmista para darse cuenta de
que la observación de
las maravillas de los fenómenos
celestes no tiene nada que ver con
labrar la tierra o
pastorear el ganado, tiene que ver
con la veneración al Señor de Todo.
Los sumerios dejaron constancia en
numerosas tablillas de arcilla que
lo que observaban
en los cielos, no pretendía saber
cuándo tenían que sembrar, sino ver
y celebrar el regreso
del Señor celeste. Los sofisticados
conocimientos astronómicos de los
que hicieron gala
los sumerios no se limitaban a la
construcción de templos,
establecieron conceptos y
principios de la moderna astronomía
esférica. La humanidad en la Tierra
tan solo podía
contar el paso del tiempo en
términos de su propia órbita
alrededor del Sol.
"Tras el fenómeno del día y la
noche, el más fácil de reconocer era
el de las estaciones.
Como atestiguan los círculos de
piedras sumerios, tan sencillos como
abundantes, era fácil
establecer hitos que marcaran los
cuatro puntos de la relación Tierra
y Sol. La elevación
aparente del Sol en los cielos y su
lento aumento de duración con el
paso del invierno a la
primavera, un punto cuando el día y
la noche parecen iguales, después,
el gradual
distanciamiento del Sol a medida que
los días se hacen más cortos y la
temperatura
comienza a bajar. A simple vista se
distinguen dos cielos, el cielo
diurno y el nocturno.
Quizás el más llamativo sea el
nocturno, repleto de luces, ya que
en el cielo diurno sólo se
ve el Sol, periódicamente a la Luna
y en ocasiones algún otro fenómeno
(como un bólido o
la aparición de Venus o de
Mercurio)."
En circunstancias óptimas de
observación, el cielo nocturno tiene
aspecto de bóveda o copa
invertida, sensación producida
porque a simple vista los astros
luminosos ubicados sobre la
cabeza de un observador, parecen más
brillantes que los que se hallan
cerca del horizonte.
Por ello el cielo también se
denomina bóveda o esfera celeste. En
realidad un observador
sólo aprecia una "semiesfera", la
que se halla por encima de su
horizonte.
Uno de los fenómenos cotidianos del
cielo nocturno es el titilar de las
estrellas, es el
centelleo de los astros.
Alternativamente se ven más
brillantes y más débiles, como si a
nuestros ojos el astro emitiese
rayos. El centelleo cambia noche a
noche y generalmente es
más acentuado para las estrellas
ubicadas en las cercanías del
horizonte. Este fenómeno es
debido a la atmósfera de la Tierra,
la luz de un astro que llega a los
ojos de un observador,
atraviesa gruesas capas de aire, que
además presentan olas de diferente
densidad arrastradas
por el viento. Ese movimiento
atmosférico provoca concentraciones
en el haz de luz en
algunos lugares y dispersiones en
otros, generando de ese modo el
fenómeno de centelleo.
Particularmente, se puede afirmar
que los planetas no titilan, ya que
no puede
considerárselos como puntos
luminosos como las estrellas debido
a la percepción de su
disco; aunque cada punto luminoso
del disco del planeta centellea,
como lo haría una
estrella individual, el brillo
simultáneo observado de todos los
puntos del disco planetario
permanece uniforme a la vista, es
decir, no varía.
3.- Porcelino, introducción a
la astronomía, McGraw Hill, 1992 Pág
21.
13
En la noche, la enorme cantidad de
puntos brillantes nos indican la
presencia de un gran
número de astros, algunos se ven
fijos y otros se desplazan
lentamente. A modo de mapa
esférico. Sobre la bóveda celeste
los astrónomos proyectan a los
astros llamados fijos o
estrellas de fondo y se definen los
desplazamientos de otros no fijos
que son los planetas,
cometas y meteoros. Como
consecuencia de la rotación de la
Tierra sobre sí misma, desde
su superficie terrestre un
observador percibe que el cielo
gira, las estrellas se mueven en
conjunto, es decir, sin romper su
configuración en las constelaciones.
Por esta razón, las
estrellas recibieron el nombre de
astros fijos, tal como si estuviesen
adheridas a la esfera
celeste y se movieran con ella. Sin
embargo, no todos los puntos
luminosos del cielo
nocturno son estrellas ni permanecen
fijos para un determinado
observador. Algunos de
ellos, observados durante varias
noches consecutivas, permiten
advertir un desplazamiento
particular sobre el fondo uniforme
de estrellas, son los planetas. La
palabra planeta tiene su
origen en un vocablo del griego
antiguo que significa astro errante
y dio cuenta de la
propiedad de desplazarse que tienen
ciertos cuerpos entre las estrellas
del cielo nocturno.
Los planetas son objetos cuya
superficie es fría, en equilibrio
térmico con la radiación solar
que recibe, no generan luz y brillan
reflejando la luz del Sol.
Los planetas conocidos son satélites
naturales del Sol o bien satélites
de otros planetas, por
esta razón no tiene sentido
distinguir unos de otros, ya que
alrededor del Sol giran pequeños
planetas de tamaño inferior a la
Luna o al de algunas lunas de
Júpiter o Saturno. Los
nombres de los planetas principales
que son visibles a simple vista
fueron asociados con
dioses de la antigüedad como
Mercurio, Venus, Marte,
Júpiter y Saturno, éstos, junto
con el
de la Luna y el del Sol, inspiraron
los nombres de los días de la semana
en una gran
cantidad de idiomas. Hasta el siglo
XV la Tierra era considerado el
astro central del
universo, a cuyo alrededor giraban
los restantes planetas y la esfera
de las estrellas fijas
configuración conocida como sistema
geocéntrico. No debiera
sorprendernos que aún hoy,
esta falsa hipótesis resulte un
hecho evidente para un observador
que por primera vez
contempla el cielo, ya que no hay
una evidencia directa que pueda
mostrar la falsedad de
esa hipótesis, ni se manifieste
ningún indicio inmediato que permita
alguna otra
explicación. Vistos desde la
superficie terrestre, los cinco
planetas mencionados describen
trayectorias no muy simples en el
cielo visible; esas trayectorias son
el resultado de la
proyección sobre el cielo, de sus
respectivas órbitas en torno al Sol,
al mismo tiempo que
nosotros (en la Tierra) también
estamos en movimiento.
"Ptolomeo (año 137) diseñó un
esquema geométrico y dinámico para
explicar el
movimiento de los planetas: supuso
la Tierra ubicada en un centro y al
Sol, la Luna y los
planetas, girando a su alrededor en
trayectorias (órbitas) circulares,
más allá se ubicaban las
estrellas."
4.- Gibilisco, En busca del
infinito, McGraw Hill, 1992, Pág.
75.
14
Este modelo supervivió durante
siglos, más precisamente hasta la
aparición de Nicolas
Copérnico, quien enuncia un nuevo
sistema, en el cual sugiere colocar
el Sol en el centro y
considerar que la Tierra y los demás
planetas giran a su alrededor. De
esta manera, el
Sistema Solar resultó bastante más
simple de comprender. Con el Sol en
el centro del
conjunto planetario, la Tierra era
ahora el tercer planeta en distancia
desde él, luego de
Mercurio y Venus. Después se ubica
Marte, Júpiter, y por último
Saturno, a su vez la Luna
comenzó a considerarse un satélite
de la Tierra que giraba a su
alrededor. En este modelo
las trayectorias seguían
considerándose circulares.
"La observación de las fases de
Venus (similares a las fases
lunares) descubiertas en 1610
mediante el uso "por primera vez" de
un telescopio, por Galileo Galilei
(1564-1642),
confirmaron las ideas de Copérnico
sobre la estructura del Sistema
Solar. "
Johannes Kepler describió el
movimiento planetario por medio de
tres leyes fundamentales
y desde entonces no quedaron dudas
sobre cómo era el movimiento del
sistema. Lo que
hizo Kepler fue considerar que las
órbitas de los planetas alrededor
del Sol son elipses (que
son figuras elongadas y cerradas) y
no circunferencias como se había
supuesto. Cabe
destacar que aún hoy, las leyes de
Kepler permiten no sólo explicar con
bastante precisión
la trayectoria de los planetas, sino
también describir y calcular el
recorrido de las naves
espaciales. Más tarde, en 1781, W.
Herschel descubre un nuevo planeta
más allá de
Saturno, conocido como Urano. Desde
1801, se comenzaron a descubrir
pequeños
planetitas entre Marte y Júpiter,
llamados genéricamente asteroides.
El primero en ser
hallado y también el de mayores
dimensiones, se denominó Ceres. 64
años después del
descubrimiento de Urano, los
astrónomos U. Leverrier y J. Adams
calcularon,
independientemente uno del otro, la
posición que debería tener un nuevo
y desconocido
gran planeta que explicara las
perturbaciones que aparecían en el
movimiento de Urano.
Determinaron la ubicación que debía
tener en cierta época y en qué
momento se debería
buscarlo en el cielo, ese planeta
postulado teóricamente fue
descubierto inmediatamente en
el lugar indicado por Adams y
Leverrier se le denominó Neptuno,
siguiendo la tradición de
adjudicarles nombres de dioses
antiguos. En esta rápida descripción
de cómo fue
extendiéndose el Sistema Solar no se
mencionó el descubrimiento de
satélites naturales,
que comenzara cuando Galileo
visualizó cuatro lunas en Júpiter, y
que continúa hasta el
presente a través de misiones
espaciales interplanetarias y
observaciones telescópicas.
Tampoco se han mencionado aquí a los
cometas. Contamos entonces con nueve
cuerpos
principales o planetas, varias
decenas de otros que giran en torno
a los mismos o lunas y
miles de pequeños cuerpos o
asteroides y cometas, todos en
movimiento alrededor del Sol.
5.- Belmonte Avilés, Juan,
Las leyes del cielo. Temas de Hoy,
Madrid, 1999.Pág321.
15
Los cometas se siguen encontrándose
periódicamente y a medida que se
perfeccionan los
instrumentos de rastreo se hallan
más y más asteroides. Inmediatamente
surge el
inquietante interrogante ¿Habrá un
décimo planeta? Ciertas
perturbaciones en la órbita de
Plutón parecen deberse a un cuerpo
celeste más lejano que posiblemente
sea un planeta. Sin
embargo, a pesar de que numerosas
investigaciones se realizan en su
búsqueda tanto
teóricas como observacionales, hasta
ahora han sido infructuosas.
"Los sumerios representaban un
planeta desconocido para nosotros,
considerablemente
más grande que la Tierra, aunque más
pequeño que Júpiter y Saturno,
Tratando a la Luna
como a un cuerpo celeste más, las
representaciones sumerias dan cuenta
plena de todos
los planetas que conocemos, los
sitúa en el orden correcto, y los
muestra por tamaño. Sin
embargo, las representaciones de
4500 años de edad insisten también
en otro planeta
importante entre Marte y Júpiter. "
Las leyes de Kepler, han tenido un
significado especial en el estudio
de los astros, ya que
permitieron describir su movimiento.
Fueron deducidas empíricamente por
Johannes
Kepler a partir del estudio del
movimiento de los planetas, para lo
cual se sirvió de las
precisas observaciones realizadas
por Tycho Brahe. Sólo tiempo
después, ya con el aporte
de Isaac Newton, fue posible
advertir que estas leyes son una
consecuencia de la llamada
Ley de Gravitación Universal. La
primera de estas leyes enuncia que
Los planetas en su
desplazamiento alrededor del Sol
describen elipses, con el Sol
ubicado en uno de sus focos,
Debe tenerse en cuenta que las
elipses planetarias son muy poco
excéntricas, es decir la
figura se aparta poco de la
circunferencia y la diferencia entre
las posiciones extremas de
un planeta son mínimas, a la máxima
distancia de un planeta al Sol se
denomina afelio y la
mínima perihelio. La Tierra, por
ejemplo, en su mínima distancia al
Sol se halla a 147
millones de kilómetros, mientras que
en su máxima lejanía no supera los
152 millones de
kilómetros. La segunda ley, expresa
que las áreas barridas por el
segmento que une al Sol
con el planeta (radio vector) son
proporcionales a los tiempos
empleados para describirlas.
Esta ley implica que el radio vector
barre áreas iguales en tiempos
iguales; Esto indica que
la velocidad orbital es variable a
lo largo de la trayectoria del astro
siendo máxima en el
perihelio y mínima en el afelio (la
velocidad del astro sería constante
si la órbita fuera un
círculo perfecto). Por ejemplo, la
Tierra viaja a 30,75 km. /seg. En el
perihelio y baja a
28,76 en el afelio. La tercera ley,
finalmente, dice que El
cuadrado del período de
revolución de cada planeta es
proporcional al cubo de la distancia
media del planeta al Sol.
6.- North, John, Historia de
la astronomía y la cosmología. Fondo
de Cultura Económica,
México 2001, Pág.57.
16
La tercera ley permite deducir que
los planetas más lejanos al Sol
orbitan a menor
velocidad que los cercanos, dice que
el período de revolución depende de
la distancia al
Sol, pero esto sólo es válido
si la masa de cada uno de los
planetas es despreciable en
comparación al Sol. Si se quisiera
calcular el período de revolución de
astros de otro
sistema planetario, se debería
aplicar otra expresión comúnmente
denominada tercera ley
de Kepler generalizada. Esta
ley generalizada tiene en cuenta la
masa del planeta y extiende
la tercera ley clásica a los
sistemas planetarios con una
estrella central de masa diferente a
la del Sol. Rigurosamente, las masas
de los planetas no son
despreciables, por lo tanto no es
cierto que exista una
proporcionalidad exacta tal como lo
enuncia la tercera ley de Kepler.
Las otras dos leyes tampoco son
rigurosamente válidas cuando se
trata de más de dos
cuerpos. Al respecto, deben tenerse
en cuenta las atracciones mutuas
entre los planetas de
nuestro Sistema Solar, que se
denominan perturbaciones. De esta
manera, las leyes de
Kepler definen la solución al
problema del movimiento de dos
cuerpos aislados y sujetos
únicamente a su atracción
gravitatoria mutua, esta situación
se denomina problema de los
dos cuerpos. Esto es que
cuando se considera más de dos
cuerpos, no existen fórmulas
matemáticas rigurosas que permitan
resolver el problema de determinar
sus posiciones y su
movimiento en general en forma
exacta. A esta situación se denomina
problema de los "n"
cuerpos. Este se estudia con métodos
de aproximaciones sucesivas.
En el Sistema Solar, todos los
planetas se desplazan o mejor dicho
se trasladan alrededor
del Sol prácticamente en el mismo
plano y en el mismo sentido, este
último coincidente con
el sentido de rotación sobre sí
mismos que tienen todos los
planetas. El Sol rota sobre su
propio eje también en el mismo
sentido que los planetas que lo
rodean. Esto no se cumple
para los cometas, que se trasladan
en todas las direcciones posibles.
Otro detalle llamativo
del Sistema es que está constituido
por dos clases de planetas, unos
pequeños y rocosos,
cercanos al Sol, y otros grandes y
gaseosos, bastante más distantes, en
la separación entre
esos dos tipos de planetas se
encuentra la zona de los asteroides.
Los astrónomos
consideran factible que la
naturaleza de esa estructura tenga
su explicación en la manera en
que se originó el Sistema Solar. Se
cree que la nube original o
nebulosa, de la cual se formó
el Sistema Solar, en un comienzo
rodeaba por completo al Sol
primitivo, las partículas de
polvo y gas de aquella nube se
agruparon por efecto gravitatorio y
constituyeron objetos
sólidos. Pero la radiación de la
estrella central empujó hacia afuera
los elementos volátiles,
con el resultado de que en los
trozos de materia cercanos al Sol
comenzaron a predominar
elementos más pesados, como el
hierro y los silicatos. En cambio,
en los cuerpos más
lejanos, los elementos livianos como
hidrógeno y helio se conservaron y
formaron los
grandes planetas con densas
atmósferas.
"El sistema solar, termina en Plutón
con un diámetro total de unos 12 mil
millones de
kilómetros. Sin embargo, los
astrónomos estiman que en las
afueras del Sistema Solar, hay
una nube de núcleos cometarios, de
manera tal que el diámetro del
Sistema puede ser
mayor."
7.- Porcelino, introducción a
la astronomía, McGraw Hill, 1992,
Pág 90.
17
Es básico para el conocimiento
astronómico, el reconocimiento de
nuestro sistema solar.
Así como nos aseguramos de conocer
nuestro vecindario antes de conocer
otros, así
también debemos tener pleno
conocimiento de nuestro sistema
antes de adentrarnos a
conocer el espacio profundo. Después
del Sol, el primer planeta en orden
de aparición es
Mercurio, del cual existen registros
desde el año 264 A.C, aunque debido
a su gran
proximidad al Sol, es difícil verlo
a simple vista. Los griegos le
dieron dos nombres
diferentes creyendo que se trataba
de dos astros distintos, en razón de
que algunas veces
este planeta se observa hacia el
Oeste y otras hacia el Este del Sol,
entonces era Apolo
cuando aparecía como estrella de la
mañana y Hermes cuando se lo veía
por la tarde. Luego
los romanos fundieron ambos astros
con el nombre de Mercurio.
Mercurio es el planeta más cercano
al Sol y recibe unas diez veces más
energía solar que la
Tierra, durante el día en Mercurio
se alcanzan altísimas temperaturas
(430 °C) que bajan
muchísimo durante su noche ( -180
°C). Presenta fases como las de la
Luna y Venus, por lo
tanto, su brillo aparente depende de
la fase en que se halle y de la
distancia en que se
encuentre. Al igual que el planeta
Venus, Mercurio alcanza su máximo
brillo en su fase
creciente y no cuando aparece
completo. Rota sobre sí mismo
lentamente, por esta causa el
planeta se mueve primero de Este a
Oeste del Sol, luego, por cierto
lapso, se mueve de
Oeste a Este para después volver a
la primera dirección. Mercurio se
destaca por ser el más
pequeño y tener la menor masa. Su
velocidad orbital es la máxima entre
todos los astros
del Sistema Solar, por lo que su año
es el menor al de la tierra,
Mercurio no tiene satélites a
su alrededor. El albedo o relación
entre la cantidad de energía
luminosa recibida y reflejada
de Mercurio es tan débil como el de
la Luna, debido a que la luz solar
se refleja sobre una
superficie sólida, más que en una
atmósfera, también es destacable su
alta densidad, la
mayor del Sistema Solar, exceptuando
a la Tierra.
"La sonda Mariner 10 detectó que
Mercurio poseía campo magnético y
una atmósfera
sumamente tenue. Además en la
superficie de Mercurio hay cráteres
de aspecto y
distribución similar a los de la
Luna: el mayor tiene 1.300
kilómetros de diámetro; también
hay llanuras y colinas.
Recientemente se ha detectado la
presencia de glaciares de agua en
su superficie en lugares donde la
luz solar no penetra jamás; algunos
glaciares se encuentran
en cráteres."
Venus es el astro más brillante del
cielo, después de la Luna, su brillo
es tan intenso que en
ocasiones se lo observa a simple
vista durante el día. Visible hacia
el atardecer o por el
amanecer recibió también dos nombres
diferentes, Phosphorus como estrella
de la mañana
y Hesperus por la tarde, luego se lo
llamó también Vesper por la tarde y
Lucifer por la
mañana, aún hoy recibe dos nombres,
lucero del alba o de la tarde.
8.- Belmonte Avilés, Juan,
Las leyes del cielo. Temas de Hoy,
Madrid, 1999.Pág 214.
18
Es el astro más cercano a la Tierra,
con excepción de la Luna, algunos
cometas y unos
pocos asteroides. También es el
planeta con registros más antiguos,
llegan a 3.000 años
A.C. Su albedo es muy intenso, casi
igual al de la nieve. Este hecho y
la ausencia de
configuraciones estables visibles en
el disco habían sugerido que Venus
posee una
atmósfera espesa, lo que se observan
en ella es una densa capa de nubes
que lo cubre
completamente. Visual y
fotográficamente, Venus presenta una
superficie brillante, blanca
y uniforme, se ven manchas que
cambian rápidamente a lo largo del
día indicando que se
trata de nubes atmosféricas y no de
accidentes permanentes
superficiales. Esas nubes
impiden conocer su superficie
mediante telescopios, se ha podido
conocerla mediante
sondas espaciales que han orbitado a
su alrededor, traspasado su
atmósfera y descendido
sobre su suelo. Otro método ha sido
mediante el empleo de técnicas de
radar. Sus períodos
de traslación y de rotación son
semejantes a los de la tierra aunque
el de rotación es más
lento, es decir su día dura
aproximadamente casi lo mismo que su
año. Por otra parte, cabe
destacar que Venus gira al revés que
los demás planetas del Sistema
Solar, en un día de
Venus se ve al Sol salir por el
Oeste y ponerse por el Este. El
sistema de nubes que cubre
permanentemente el planeta tiene
densidad de hasta 100 partículas por
centímetro cúbico,
el componente más abundante de la
capa superior de nubes son gotitas
esféricas,
probablemente de ácido sulfuroso. En
la parte inferior, se detectaron
partículas sólidas
compuestas de cloro, azufre y
oxígeno. Más de la mitad de su
superficie es ondulada, con
una amplitud de unos 500 km y hay
cuatro regiones montañosas que
llegan a los 11 km de
altura. También hay cientos de
cráteres: los mayores alcanzan a 500
km de diámetro. Venus
también presenta fases, similares a
las de la Luna y Mercurio, por otra
parte, Venus no tiene
ningún satélite natural, tanto el
tamaño como la masa de Venus son
semejantes a los de la
Tierra, pero su temperatura es mucho
mayor. La alta temperatura detectada
en la superficie
venusina debe su origen al efecto
invernadero, provocado
principalmente por el anhídrido
carbónico. Si un cuerpo absorbe
energía, se calienta y emite
radiación de acuerdo con su
temperatura. Cuando en la atmósfera
de un planeta hay gases o partículas
que absorben la
radiación emitida por la superficie
calentada del planeta, dicha
atmósfera puede resultar
opaca a esa radiación. En esas
condiciones la superficie no podrá
irradiar hacia el exterior,
ya que calienta a la atmósfera de su
entorno con lo que también se
calienta a sí misma. Este
fenómeno se conoce como efecto
invernadero.
Nuestro planeta Tierra, es como
podemos constatar un cuerpo sólido
con la mayor parte de
su superficie cubierta por agua
líquida, aunque una parte
considerable también está
recubierta por agua solidificada.
Las pocas regiones secas que quedan
aparecen cruzadas
por montañas y salpicadas por
llanuras, las zonas bañadas de agua
también muestran
cadenas montañosas y, en algunas
partes, profundas depresiones o
fosas. La forma
aproximada de la Tierra es esférica,
con un diámetro medio de 12.750 km,
verificándose un
leve achatamiento en la dirección de
sus polos.
19
Respecto a la composición, los
estudios del interior terrestre
realizados a través del análisis
de los registros de los terremotos,
parecen indicar que se compone de
capas sucesivas de
diferentes materiales y que su
centro o núcleo podría encontrarse
en estado líquido, esta
afirmación no implica que sea
precisamente agua su contenido. Ya
que la densidad media
de la Tierra es cinco veces superior
a la del agua, se considera que en
el núcleo la densidad
es mayor que en la superficie, esto
parece indicar que el mismo estaría
compuesto de
materiales más pesados que los
hallados en la corteza,
probablemente sean hierro, cobalto y
níquel. La temperatura superficial
de la Tierra varía entre límites muy
estrechos de acuerdo
a la zona que se considere. En
ninguna parte supera el punto de
ebullición del agua (100
°C) y en general, la mayoría de las
regiones se encuentran a una
temperatura por encima del
punto de congelación del mismo
elemento (0 °C). La Tierra se
desplaza alrededor del Sol
con una velocidad de unos 30
km/seg., demarcando una trayectoria
en el espacio u órbita de
forma elipsoidal denominada
eclíptica. Este nombre tan peculiar
de la órbita terrestre se
debe a que los eclipses suceden
sobre el plano definido por ella.
Rodeando la parte sólida
de la Tierra, se encuentra una
envoltura gaseosa denominada
atmósfera, compuesta
principalmente de nitrógeno, oxígeno
y de una mezcla de otros elementos.
Desde las naves
espaciales, la superficie de la
Tierra muestra una continua
presencia de nubes en la
atmósfera. Los movimientos
principales de la Tierra son su
rotación alrededor del Sol ó
traslación y el giro sobre sí misma
rotación. Las unidades naturales de
tiempo, que usamos
cotidianamente, es decir el año y el
día, resultan de medir el intervalo
que le lleva a nuestro
planeta el completar,
respectivamente, cada uno de esos
movimientos.
Marte, como Mercurio y Venus son
conocidos desde tiempos remotos,
resulta tan notable
por su color y brillo como por sus
movimientos respecto de las
estrellas. Con el telescopio,
Marte aparece como un disco rosado
donde son visibles periódicamente
cada uno de los
casquetes polares de color
blanquecino y además se comprueba en
su superficie variaciones
de albedo según la estación y sus
condiciones atmosféricas que serían
consecuencia de
tormentas de polvo en su superficie.
Marte tiene las formaciones
volcánicas más altas del
Sistema Solar, el monte Olimpo mide
25.000 m de altura y 700 km de
diámetro en su base.
Mediante las fotografías de la
misión espacial Viking se verificó
una diferencia de aspecto
entre el hemisferio sur y norte de
Marte, el norte es más bien liso,
cubierto de llanuras,
mientras que el sur es muy
accidentado y cubierto de cráteres.
Las regiones medias, de
tonalidad amarillenta, posiblemente
sean zonas desérticas. Sin embargo,
el análisis del
material arenoso de ambos
hemisferios revela que son
similares. Volcánico con un alto
contenido de hierro. En la
superficie marciana no hay agua, y
los casquetes polares
mencionados presentan cambios
estacionales, disminuyen durante el
verano marciano y
aumentan hacia su invierno. La
temperatura de esos casquetes indica
que se trataría de
nieve carbónica. El resto de
la superficie está cubierta de
rocas, se verificó que existe
óxido
de silicio y óxido
férrico, el resto contiene
magnesio, calcio,
azufre, aluminio,
cloro y
titanio.
20
Otra de las características
superficiales de Marte son sus
famosos canales, descritos
como
trazos rectilíneos, finos y oscuros
por G.Schiaparelli en 1888. Las
sondas no detectaron
canales pero si algunas formaciones
de cauces que se habrían formado por
la acción de
cursos de agua, pero como en la
actualidad no se detecta agua, se
cree que esos cauces, que
se habrían formado por corrientes
líquidas que circularon por su
superficie,
"La atmósfera marciana es
transparente y se ha encontrado en
ella vestigios de vapor de
agua. Ocasionalmente contener capas
de hielo bajo ellos. Se observan
violentas tormentas
de polvo que tornan completamente
opaca su atmósfera y colabora con
cierto efecto de
erosión sobre su superficie. "
Finalmente, Marte tiene dos pequeños
satélites naturales, descubiertos
por A. Hall en 1877,
y denominados Fobos y Deimos.
En el cielo terrestre, Júpiter
aparece como un objeto de apariencia
estelar, en ocasiones más
brillante que sirio. Júpiter es el
planeta de mayor tamaño del Sistema
Solar, el que posee
mayor masa y el que rota sobre sí
mismo a más alta velocidad. Su
aplastamiento es
considerable y está relacionado con
su gran rapidez de giro. Por otra
parte, Júpiter se
desplaza alrededor del Sol con un
periodo de 11 años y 313 días
terrestres. La superficie de
Júpiter no es visible ya que está
permanente y completamente cubierta
por nubes. Es
imposible establecer un límite
preciso entre superficie y
atmósfera. Con un telescopio de
mediana potencia puede observarse
que Júpiter presenta regiones de
diferente color
paralelas a su ecuador, son zonas
estacionarias de nubes en rotación.
En los turbulentos
límites entre bandas se forman
corrientes y torbellinos. Las nubes
se clasifican según tres
capas. Una superior de amoníaco, una
intermedia de azufre y una tercera
de hielo. El
componente principal de la atmósfera
de Júpiter es el hidrógeno, el cual
se halla combinado
con nitrógeno y carbono. Las sondas
espaciales también detectaron algo
de helio. Además
de estos elementos y en menor
proporción, se han hallado metano,
amoníaco, agua,
monóxido de carbono y acetileno,
entre otros. Sobre las bandas
aparecen detalles que se
mantienen en el tiempo, como la Gran
Mancha Roja, su tamaño permaneció
prácticamente
invariable desde su detección hace
más de 300 años, aunque desapareció
durante los años
1888, 1912, 1916, 1938 y 1944. Los
astrónomos consideran que se trató
de un ciclón de
enormes dimensiones. Las sondas
Voyager registraron relámpagos en la
atmósfera de
Júpiter cuya presencia es favorecida
por la existencia de polvo. Se
supone que Júpiter posee
un núcleo rocoso de dimensiones
desconocidas y compuesto
principalmente por hierro y
silicatos. Se estima que la
temperatura de su núcleo debe ser
cercana a 30,000 C, mientras
que su masa sería equivalente a diez
veces la masa terrestre y rodeada
completamente por
una capa de hidrógeno metálico a
10,000 C y a una presión de un
millón de atmósferas.
9.- Gibilisco, En busca del
infinito, McGraw Hill, 1992, Pág 45.
21
El análisis de las sondas
espaciales, sugiere que Júpiter
consiste prácticamente de material
solar que no ha sufrido
modificaciones desde su origen. Es
de suponer que la mayor
cantidad de materia que no fue
condensada en el Sol, formó parte de
Júpiter. Si entonces
Júpiter hubiese tenido al menos 12
veces la masa que tiene hoy,
hubieran podido iniciarse
reacciones termonucleares en su
interior, de modo similar a lo que
sucede en las estrellas;
desde este punto de vista, podemos
decir que Júpiter puede considerarse
como una estrella
frustrada. Con dimensiones
semiestelares, la energía interna de
Júpiter, aunque muy inferior
a la de las estrellas, es comparable
a la que el planeta recibe del Sol.
Un anillo de pequeñas
partículas sólidas rodea a Júpiter
por su ecuador, extendiéndose hasta
casi 53.000 km del
límite de su atmósfera. Se
fotografió por primera vez en 1979 y
tiene una densidad casi mil
millones de veces más débil que la
densidad del anillo de Saturno. Por
último, señalemos
que Júpiter tiene más de 17 lunas.
Saturno fue considerado el límite
exterior del Sistema Solar por
muchos siglos ya que es el
último planeta visible a simple
vista. Desde la Tierra, se lo ve
como un objeto de brillo
comparable a las estrellas más
brillantes, y de coloración
amarillenta. Es el planeta de más
baja densidad del Sistema Solar,
que, junto con su gigantesco sistema
de anillos, son las
únicas características que lo
diferencian de Júpiter. En lo demás,
Saturno presenta grandes
similitudes, con Júpiter. El día en
Saturno es muy corto y posee un gran
número de
satélites, esencialmente se trata de
una enorme esfera achatada de gas,
comprimido bajo su
propio peso, lo que vemos son nubes
de elementos, condensados a las
débiles Temperaturas
existentes. Presenta bandas
paralelas en su atmósfera, aunque de
colores no tan definidos
como en Júpiter. Su modelo de
estructura interna es el de un
núcleo rocoso envuelto por
una capa de hidrógeno metálico,
recubierto a su vez por una capa
líquida de hidrógeno y
helio. También Saturno emite al
espacio una mayor cantidad de
energía que la que recibe
del Sol, de ahí que también se
especula con la producción de
energía en su interior. La
característica histórica más notable
de este planeta es su sistema de
anillos. Cassini en 1675
descubrió dos anillos concéntricos
(A) y (B), separados por una región
oscura (la división
de Cassini), esta fue considerada
por mucho tiempo como una región
vacía, las sondas
espaciales encontraron que en ella
existen cinco bandas débiles. Las
partículas de esta
división son bastante más oscuras
que las que forman los anillos (B) y
(A). El (B) es el más
brillante y abarca la mayor
superficie del sistema de anillos,
en detalle son estructuras
anulares brillantes y agujeros
oscuros de hasta 100 km de
extensión. El (A) está formado
también por estructuras finas y
cuerpos con dimensiones de hasta 8
m. en su interior hay
otra división. En 1850, se
encontró un tercer anillo (C), casi
transparente y ubicado entre el
anillo principal y el planeta, en
1969. Finalmente se observa un
cuarto anillo (D),
compuesto de un material parecido a
polvo. El (C) envuelve al (D) y
aparece como una
sucesión muy ordenada de anillos
anchos separados por zonas gruesas,
formado por
cuerpos de hasta 2 metros.
22
Más allá se halla el anillo (F),
descubierto por la sonda Pioneer 11
a unos 3.600 km del
borde del (A), entre las órbitas de
dos lunas del planeta. El (F) está
compuesto a su vez de
tres anillos, de los cuales los dos
exteriores se hallan retorcidos. A
unos 170.000 km de
Saturno se halla un delgado anillo
(G), apenas visible. Finalmente
entre 210.000 y 300.000
km del planeta se encuentra el
anillo (E) compuesto de material muy
fino. Los anillos se
extienden unos 280.000 km y en la
dirección norte-sur tienen un grosor
de apenas 3 km.
Debido a que el sistema de anillos
se halla en el plano ecuatorial del
planeta, durante una
revolución alrededor del sol, los
anillos se ven alternativamente por
su cara norte y por su
cara sur, entre estas situaciones
extremas donde los anillos aparecen
muy abiertos,
podremos observarlos de canto,
entonces desaparecen por completo lo
cual revela su
pequeño espesor. El ciclo se repite
cada aproximadamente unos 29 años y
medio, tiempo
que precisa Saturno para dar una
vuelta alrededor del Sol. Esta
circunstancia determina que
el sistema de anillos presente
fases, es decir, variaciones de
brillo en los anillos según el
ángulo bajo el cual reflejan la luz
solar. Cuando los anillos están
exactamente de canto
hacia nosotros, son invisibles lo
que sucede durante uno o dos días.
Cuando la Tierra y el
Sol se ubican en lados opuestos del
plano de los anillos, se ve el
lado oscuro de los anillos.
Se ha calculado que la masa de los
anillos es 3x10-6 veces la masa de
Saturno y que las
partículas que los componen
probablemente sean de hielo con
núcleos de material
meteórico, con dimensiones de desde
algunos micrones hasta 20 metros.
Cada una de las
partículas que forman el anillo
describe una, órbita alrededor de
Saturno, como si fuera un
satélite diminuto. Por otra parte,
los anillos tienen un cierto
movimiento de aproximación y
retroceso en sus extremos, que
indican una rotación en el mismo
sentido que el planeta.
Urano fue el primer planeta
descubierto, lo encontró
accidentalmente el astrónomo William
Herschel el 13 de marzo de 1781,
mientras exploraba el cielo con su
telescopio. En
principio Herschel sospechó primero
que se trataba de un cierto tipo de
cometa. Un año
más tarde, se comprobó que se
trataba de un planeta más alejado
que Saturno, su nombre se
debe a la sugerencia del astrónomo
Bode. A simple vista, Urano se
presenta como una
estrella en el límite de la visión a
ojo desnudo en adecuadas condiciones
atmosféricas. Su
forma es esférica, aunque muy
achatado y de relativamente alta
densidad para un planeta
compuesto sólo de hidrógeno. Su eje
de rotación se encuentra casi
coincidente con el plano
de la órbita, encontrándose que el
polo norte se halla por debajo. Se
da la circunstancia de
que no presenta estaciones del tipo
que conocemos en la Tierra, cada
polo tiene un verano y
un invierno de casi 42 años. Por
otra parte, su sentido de rotación
es retrógrado. Su masa,
inferior a la de Saturno o Júpiter,
es muy superior a cualquiera de los
planetas terrestres. Su
albedo es comparable al de Júpiter y
Saturno y posee una atmósfera con
nubes en bandas
paralelas al ecuador. Debido a su
lejanía, es difícil estudiar con
detalles este planeta, por lo
que aún no hay datos suficientes
para definir su estructura interna.
23
"En 1977, se descubrieron los
anillos de Urano; se identificaron 9
anillos entre 10 km y 100
km de ancho. Se calculó que tenían
una masa de 5x1018 gr. y una
densidad de
aproximadamente 3 gr. /cm3 (polvo
condrítico sin cubierta de hielo)."
El movimiento de Urano preocupó a
los astrónomos de mediados del siglo
XIX, en
principio, las posiciones de Urano
coincidían con las calculadas a
partir de las primeras
determinaciones orbítales.
Posteriormente, Urano comenzó a
desviarse de la órbita
calculada, incluso luego de haber
tenido en cuenta las perturbaciones
gravitatorias debidas
a Saturno y a Júpiter. Algunos
astrónomos atribuyeron esas
diferencias a fallas en la ley de
gravitación que tendrían lugar
cuando ésta se aplicaba a grandes
distancias; hubo quienes
dijeron que en el espacio donde se
movía Urano existía un medio
resistente, frenando al
planeta. Bouvard fue el primero en
sugerir la posibilidad de la
existencia de otro mundo,
cuya acción sobre Urano sería la
causa de las irregularidades
detectadas entre las
observaciones y la teoría.
Posteriormente, el astrónomo Urbano
Leverrier concluyó que se
podían representar las observaciones
de Urano por medio de la acción
perturbadora de un
nuevo planeta, de masa similar a la
de Urano. Con sus propios datos
acerca del nuevo
planeta, hizo cálculos sobre su
posible movimiento y posición. La
noche del 23 de
setiembre de 1846, muy cerca del
lugar indicado por Leverrier, el
astrónomo Galle
descubría al nuevo planeta. Debemos
destacar que Leverrier comparte los
honores del
descubrimiento matemático de
Neptuno, con el inglés John C.
Adams, ya que, aunque la
observación realizada a sugerencia
de Leverrier condujo al
descubrimiento de Neptuno, fue
Adams el primero que predijo su
posición. Igual que había ocurrido
con Urano, el planeta
Neptuno había sido observado varias
veces por diferentes astrónomos que
lo habían
confundido con una estrella. Neptuno
sólo se puede distinguir de las
estrellas cercanas por
su movimiento de noche a noche, con
instrumentos grandes se le ve como
un disco de
coloración verde. Este planeta tiene
una gran semejanza con Urano, razón
por la que se los
asocia como un conjunto singular
dentro del Sistema Solar. Sus
atmósferas son similares,
hidrógeno molecular y metano.
Neptuno presenta también anillos,
son casi circulares y muy
cercanos a su ecuador. El material
de los anillos de Neptuno rota en la
misma dirección que
el planeta. Las imágenes obtenidas
por las naves espaciales sugieren
que las partículas de
los anillos de Neptuno son más
pequeñas que las del anillo de
Urano.
Plutón, que es el planeta (aunque
recientemente perdió esta
denominación), más alejado del
Sol, aún presenta ciertos aspectos
inciertos ya que su gran lejanía
dificulta su estudio. En
líneas generales, aparece como mucho
más parecido a los planetas
terrestres que a los
gigantes, cuyas órbitas encierra con
la suya. Del análisis de las
acciones gravitatorias o
perturbaciones en las órbitas de
Urano y Neptuno, los astrónomos
sospecharon la existencia
de un planeta tras neptuniano.
10.- Gibilisco, En busca del
infinito, McGraw Hill, 1992, Pág 63.
24
Plutón fue descubierto por C.
Tombaugh en 1930. Tiene un tamaño
comparable con el de
Mercurio y una débil atmósfera; se
conoce que el metano junto con el
hidrógeno son sus
principales componentes. Su pequeña
masa y sus bajísimas temperaturas,
sugieren que los
constituyentes de su atmósfera
podrían encontrarse congelados sobre
la superficie. Durante
parte de su recorrido alrededor del
Sol, Plutón se halla dentro de la
órbita de Neptuno. La
inclinación de la órbita de Plutón
es la mayor del Sistema Solar y su
período de revolución
el más largo. Finalmente, Plutón
posee un satélite natural llamado
Caronte. Plutón-Caronte
forman el primero y el único par del
Sistema Solar en rotación y
traslación sincrónicas, esto
es visto desde Plutón, Caronte se ve
fijo en el cielo.
Como mencionamos, además de los
planetas principales, el Sistema
Solar está compuesto
por muchos más cuerpos celestes.
Alrededor de la mayoría de los
planetas giran satélites,
de manera similar a la Luna en torno
de la Tierra. En Astronomía, el
término satélite se
aplica en general a aquellos objetos
en rotación alrededor de un astro,
este último es de
mayor dimensión que el primero,
ambos cuerpos están vinculados entre
sí por fuerzas de
gravedad recíproca. Existe una
diferenciación entre satélites
naturales y artificiales. Los
artificiales son los construidos por
el hombre, y por lo tanto es
factible, de alguna manera,
de modificar su trayectoria. En las
últimas décadas se han puesto en
órbita una gran
variedad de satélites artificiales
alrededor de la Tierra y también de
varios planetas. Un
satélite natural, en cambio, es
cualquier astro que se encuentra
desplazándose alrededor de
otro; no es factible modificar sus
trayectorias artificialmente. En
general, a los satélites de
los planetas principales se les
llama lunas, por asociación con el
nombre del satélite natural
de la Tierra. Los diferentes
planetas poseen distinta cantidad de
lunas. El número total en el
Sistema Solar es alto y aún se
considera incompleto, ya que se
continúa encontrando
nuevas lunas. No se conocen lunas en
Mercurio ni en Venus y tampoco
ningún satélite que
posea una luna. A pesar de estar
acostumbrados a que la visión de
nuestra Luna como un
cuerpo esferoidal, debe pensarse
que, en general, los satélites de
los planetas principales
pueden ser diferentes, presentar
formas irregulares o ser sumamente
achatados. En la
actualidad el número total de
satélites conocidos en cada planeta
es de 128. Seguramente en
los próximos años un número mayor de
pequeños satélites serán
descubiertos.
Las lunas de los planetas se mueven
alrededor del mismo soportando
diversas fuerzas; si
los planetas fueran esferas
perfectas, se desplazarían en
órbitas perfectamente elípticas.
Como los planetas están deformados a
causa de su rotación, presentan un
abultamiento
ecuatorial. Este efecto,
conjuntamente con las fuerzas de
atracción de otras lunas del mismo
planeta y la acción gravitatoria del
Sol, determinan que cada satélite
posea un movimiento
complejo denominado movimiento
perturbado. Respecto al origen de
estos astros se han
sugerido diferentes teorías, que se
formaron junto con el planeta
principal, o se
desprendieron del planeta principal
a lo largo de su evolución, o bien
se trata de un cuerpo
capturado por el planeta principal,
por ejemplo Febe en Saturno, o bien
Fobos y Deimos en
Marte.
25
Como también se ha verificado que
existen asteroides que tienen su
propia luna. Por
ejemplo Herculina, un planetita de
217 km de diámetro con una luna de
apenas 50 Km. El
propio Plutón y su luna, son en
realidad dos asteroides bastante
grandes muy alejados del
resto, en los confines del Sistema
Solar. El análisis detallado de las
fotografías y los datos
astrofísicos enviados por naves
espaciales, han mostrado que los
satélites son cuerpos
opacos y sólidos, muy diferentes
unos de otros. Algunos de ellos son
tan grandes como el
planeta Mercurio. Excepto nuestra
luna, los satélites planetarios no
son visibles a simple
vista y sólo las cuatro mayores
lunas de Júpiter, cuyos nombres son
Europa, Io, Calixto y
Ganímedes, se pueden observar a
través de binoculares o con un
pequeño telescopio. Los
restantes satélites precisan de
poderosos instrumentos para ser
detectados.
Uno de los fenómenos astronómicos
más espectaculares son los eclipses,
esto es, el
oscurecimiento del Sol o la Luna
durante un corto intervalo de
tiempo. En particular son
especialmente interesantes los
eclipses de Sol, ya que a pleno día
el Sol desaparece y se
hace la noche. Una condición
indispensable para que tenga lugar
un eclipse de Sol es que
este astro, junto con la Luna y la
Tierra, se encuentren ubicados en
una misma línea del
espacio; en esas condiciones la
sombra de la Luna se proyectará
sobre una limitada región
de la superficie terrestre centrada
en esa línea. Todos los habitantes
que se encuentran en
esa zona de la Tierra, sumergidos
dentro del cono de sombra lunar,
verán al Sol ocultarse
detrás de la Luna durante algunos
minutos, el tiempo que dura el
pasaje de la Luna frente al
disco solar. Los eclipses solares
pueden ser totales cuando se
oscurece completamente el
disco del Sol, o parciales, cuando
se oculta una porción del disco y
anulares, cuando el
disco de la Luna queda contenido
dentro del disco solar y se ve un
anillo brillante. Durante
un eclipse solar total, por lo tanto
se verá en pleno día un cielo
típicamente nocturno, en el
cual brillarán algunas estrellas, se
oscurecerá el disco solar y sólo la
débil atmósfera del Sol
será apreciable. El cielo terrestre
durante un eclipse total de Sol es
tan oscuro como el de
una noche de Luna Llena. El fenómeno
de los eclipses solares se produce,
como dijimos, en
ciertas y precisas condiciones, ya
que el plano de la órbita de la Luna
no es coincidente con
la eclíptica, si así fuese, los
eclipses serían un fenómeno mucho
más frecuente.
Dinámicamente, sólo dos veces por
año se da la configuración en la que
los tres astros se
encuentran sobre una misma recta,
sólo entonces serán posibles los
eclipses de Luna. No
son tan espectaculares como los de
Sol, aunque bastante llamativos, son
los eclipses de
Luna. Cuando el Sol, la Tierra y la
Luna, se ubican sobre una misma
línea del espacio,
sucede que la sombra de la Tierra
cubre la superficie de la Luna, que
en la ocasión se
encontrará necesariamente en su fase
de Luna Llena. Entonces vemos el
oscurecimiento del
disco lunar. Estos eclipses serán
visibles para todos los habitantes
de la Tierra que, en ese
momento, tengan la Luna por encima
de sus respectivos horizontes. La
máxima duración de
un eclipse lunar es de 104 minutos.
El oscurecimiento de la Luna durante
el eclipse total,
cuando la Luna se encuentra por
completo dentro del cono de sombra
de la Tierra no
siempre es igual, en algunos
eclipses es muy pronunciado y en
otros no tanto.
26
Esta curiosa situación depende de
las condiciones reinantes en la alta
atmósfera terrestre, la
cual será atravesada por los rayos
solares rasantes que delimitan la
sombra de la Tierra, si
hay mucho polvo en la atmósfera, por
ejemplo por erupciones volcánicas
recientes o nubes
muy densas, el eclipse resultará más
oscuro. Un dato a tener en cuenta es
que un eclipse de
Luna coincide siempre con la fase de
Luna Llena y se lo observará sólo de
noche, en
cambio un eclipse de Sol corresponde
a la Luna Nueva, y por consiguiente
lo veremos en
pleno día.
Los cometas aparecen repentinamente
y sólo algunos pocos son visibles a
simple vista
mostrando colas notables y
llamativas. El más famoso de todos
es el cometa Halley, que
aparece cada 76 años. Este cometa
lleva su nombre por el astrónomo E.
Halley, quien pudo
verificar que sus apariciones eran
periódicas a partir de registros de
observación anteriores;
Halley había observado su cometa en
1682 y predijo su retorno para 1758,
ha sido posible
determinar que la observación más
antigua conocida del cometa Halley
es del año 467 AC.
Su último pasaje por las cercanías
del Sol se produjo en febrero de
1986 y el próximo se
producirá en el año 2062. Todos los
cometas forman parte del Sistema
Solar y algunos de
ellos describen órbitas elípticas
tan elongadas que sus períodos de
revolución son muy
largos, decenas o cientos de años.
Cada año se observan de una a dos
docenas de cometas
pasando por las cercanías del Sol,
sin embargo, aún en esas condiciones
de proximidad,
sólo ocasionalmente un cometa llega
a ser tan brillante como para ser
observado a simple
vista, sin la ayuda de un
telescopio. Un cometa está
constituido de una región brillante
y
pequeña, de unos pocos kilómetros de
diámetro, denominada cabeza del
cometa. En ella se
halla una zona central, que contiene
elementos congelados, entre los
cuales el más
abundante parece ser hielo,
dióxido de carbono, monóxido
de carbono y quizás algo de
metano con amoníaco.
Distribuidas entre las moléculas de
la cabeza del cometa hay
partículas de polvo y por esta razón
se dice que el núcleo es una bola
sucia de hielo. A
grandes distancias del Sol el cometa
se halla inactivo y sólo refleja la
luz solar pero cuando
en su trayectoria se aproxima al
Sol, el material del núcleo se
calienta y es disociado por la
radiación solar. Los astrónomos
sugieren que los cometas retienen en
forma de hielo y
polvo la composición de la nebulosa
primitiva con que se formó el
Sistema Solar y de la
cual se condensaron luego los
planetas y sus lunas. Por esta razón
el estudio de los cometas
puede dar indicios de las
características de aquella nube
primordial.
Las estrellas fugaces o meteoros,
son partículas de polvo de muy
pequeño tamaño que al
penetrar en la atmósfera terrestre,
se queman rápidamente por el roce
con los gases de la
misma, lo que sucede a una altura
entre 60 y 120 km. Algunos meteoros,
aquellos de
mayores dimensiones y pesos
apreciables, son más brillantes y
llegan a describir más largas
trayectorias, mostrándose por más
tiempo. En una noche despejada y
alejado de la
iluminación de las ciudades se
pueden observar una media docena por
hora. Al final de la
noche se alcanzan a ver más meteoros
que al comienzo
27
Pero hay épocas del año en que desde
un cierto lugar de la Tierra, el
cielo se llena de
meteoros formando lluvias de
estrellas fugaces, las que suelen
durar unas horas o bien unos
días. Por un efecto de perspectiva,
para el observador terrestre, todos
los meteoros de una
lluvia parecen emerger de un único
sitio del cielo, llamado punto
radiante. Las lluvias de
meteoros reciben el nombre de la
constelación donde aparece el
mencionado punto
radiante. Se ha acumulado evidencia
de que estas lluvias se vinculan con
los restos de
cometas. Es decir, al aproximarse
los cometas al Sol se han
desintegrado, dejando parte de
su polvo en forma de una tenue nube
de partículas. Ese polvo describe
una trayectoria
alrededor del Sol de la misma manera
que los planetas, y por lo tanto
también se lo
considera miembro del Sistema Solar.
Cuando la Tierra atraviesa la región
de la nube de
polvo, las partículas caen en la
atmósfera provocando esa enorme
cantidad de estrellas
fugaces. Debido al movimiento
periódico de la Tierra alrededor del
Sol, el encuentro con la
nube y las consecuentes lluvias de
estrellas, suceden aproximadamente
en la misma fecha
de cada año. Por otra parte, en
raras ocasiones, al penetrar en la
atmósfera y antes de
impactar contra el suelo, también se
observa que los meteoros explotan y
resultan tan
brillantes como, por ejemplo, la
Luna llena. En oportunidades, si son
espectacularmente
brillantes, se los puede ver durante
el día, a veces aparece un meteoro
que en su trayectoria
en el cielo deja una estela
brillante y que al desintegrarse
puede producir fuertes ruidos,
cuando sucede un fenómeno como éste,
a dicho meteoro se lo denomina
bólido. Si además
los meteoros son lo suficientemente
grandes, antes de quemarse
totalmente atravesando la
atmósfera pueden llegar a impactar
la superficie terrestre, entonces se
los denomina
meteoritos. Si se trata de rocas de
grandes dimensiones, que son
fragmentos de asteroides o
núcleos de cometas, en el choque
pueden producir un cráter de
impacto. Algunos de éstos
cráteres se pueden advertir en la
superficie terrestre, aunque muy
afectados por la erosión.
Se conocen unos 160 cráteres en toda
la tierra. Se puede mencionar como
ejemplo, que en
el año 1908 un meteoro aparentemente
de grandes dimensiones produjo daños
considerables en una extensa región
deshabitada de Siberia (Rusia). En
Arizona (EE.UU.)
se halla un cráter de unos 1.200 m
de diámetro y profundidad de 175 m,
posiblemente
producido por el choque de un trozo
de asteroide, hace 50.000 años. Se
ha estimado que el
diámetro de un cráter producido por
un meteoro es alrededor de 10 veces
el diámetro del
meteoro que impacta. Los meteoritos
recogidos en la superficie terrestre
son de los tipos:
rocosos y metálicos. Los rocosos
(más abundantes) son difíciles de
reconocer por su
similitud con las piedras
terrestres, y por lo tanto deben ser
recogidos inmediatamente a su
caída. Por su parte, los metálicos,
al estar constituidos por hierro en
un grado de extrema
pureza, resultan más fáciles de
identificar. Son relativamente
fáciles de ubicar en los
desiertos, ventisqueros y regiones
polares. Es posible determinar la
edad de los meteoritos
por métodos radioactivos de
datación, encontrándose que es de
unos 4.500 millones de
años; una edad similar a la de la
Tierra y a la de las rocas lunares.
Por lo tanto, se estima
que los meteoritos son, cuerpos que
se formaron al mismo tiempo que el
Sol y su sistema
planetario.
28
La ciencia que estudia la estructura
del universo es la cosmología, como
el universo está en
expansión, las distancias cambian de
modo continuo, a medida que se
expande, los astros se
separaran unos de otros. En otras
palabras, las dimensiones del
universo varían con el
tiempo y esto implica que un modelo
de universo que contemple únicamente
el principio
cosmológico es el de un universo en
evolución. Por otro lado, al
expandirse, el volumen del
universo aumenta paulatinamente y
por lo tanto la densidad decrece con
el tiempo como
fenómeno responsable de esa
expansión. Con el transcurso del
tiempo, al aumentar la
distancia entre los astros, la
atracción gravitatoria mutua habría
disminuido, reduciéndose
entonces la velocidad de expansión.
En otras palabras, la expansión del
universo podría no
haber sido siempre igual, al
comienzo debió ser más rápida que la
que se observa hoy. De
esta manera, es muy probable que se
estuviera produciendo una
desaceleración (frenado).
Para determinar cómo y cuánto se
frena naturalmente la expansión del
universo, es
necesario contar con información de
cómo varían las dimensiones del
universo respecto de
las distancias. El valor de la
desaceleración del universo depende
de la constante de
Hubble y la densidad de materia en
el espacio. Pueden darse las
siguientes situaciones, que
el universo detenga su expansión en
el futuro para contraerse hasta
volver a acumular toda
la materia en un único punto, o que
continúe en expansión. Por otra
parte algunas
observaciones recientes sugieren que
habría una aceleración del universo,
en lugar de una
desaceleración. A través de la
constante de Hubble se puede
determinar matemáticamente
la edad del universo, ya que la
inversa de ese valor es de unos 15
mil millones de años, que
es el tiempo transcurrido desde el
primer gran estallido, llamado Big
Bang hasta la época
actual. El Big Bang fue bautizado
por el astrónomo inglés Fred Hoyle
en 1950 como el
instante inicial de la gran
explosión que habría dado comienzo
al espacio y al tiempo. Sea
cual fuera el mecanismo que dio
inicio al Big Bang, éste debió ser
muy rápido, el universo
pasó de ser denso y caliente a ser
casi vacío y frío. De la situación
del universo antes del
Big Bang no se sabe nada, ni
siguiera puede imaginarse cómo
comenzó. Puede estimarse
que antes de conformadas las
galaxias, la densidad de materia del
universo habría sido
infinita o extremadamente grande,
por lo tanto el análisis del
universo puede iniciarse un
instante después del Big Bang, en el
cual la densidad resulte ahora
finita, aunque
extraordinariamente enorme Algo
similar se puede decir con respecto
a la temperatura. En
las regiones de mayor temperatura se
acumuló la materia que luego dio
origen a las
galaxias y posteriormente a las
estrellas. Al momento del Big Bang
las cuatro fuerzas
fundamentales de la naturaleza, que
son la gravitación, fuerza fuerte,
electromagnetismo y
fuerza débil formaron una única
fuerza, la súper fuerza, que a
medida que el universo se
expande se separaron una de otra.
Luego aparecen los protones y
neutrones que componen
los núcleos del hidrógeno, deuterio,
helio y litio. Al proseguir el
enfriamiento del universo
los electrones se unen a los núcleos
atómicos y forman los átomos
neutros. Posteriormente
la radiación y la materia que cubren
todo el universo se separan, lo que
se define como el
desacople. Aparecen luego las
galaxias, las estrellas y los
planetas. En ese momento junto a
la materia no condensada, debió
existir un campo de radiación tan
intenso cuyos residuos
deberían poder observarse en la
actualidad. El valor de la expansión
o de la contracción del
universo depende de su contenido de
materia. Si la masa resulta mayor
que cierta cantidad,
denominada densidad crítica, las
fuerzas gravitatorias primero
amortiguarán y luego
detendrán eventualmente la
expansión. El universo se comprimirá
en sí mismo hasta
29
Alcanzar un estado compacto y
reiniciará, tal vez, un nuevo ciclo
de expansión. En cambio,
si el universo tiene una masa menor
que ese valor, se expandirá para
siempre.
"En 1965 A. Penzias y R.Wilson
detectaron una radiación en las
longitudes de onda de
radio, que corresponden a una
temperatura extremadamente baja:
unos (T = 3 K, donde "K"
es el símbolo de las temperaturas en
la escala Kelvin, donde el "cero"
corresponde a -
273ºC). Esa radiación predicha por
G.Gamow en 1948 se conoce como
radiación cósmica
de fondo y se supone que se
habría generado cuando en el
universo se desacopló la
radiación de la materia. Tenía una
edad de unos 300.000 años y una
temperatura de unos
3000 K. En aquel momento todavía no
se habían formado ni las galaxias ni
las estrellas ni
los planetas."
Una característica de la radiación
espacial expansiva es que se
distribuye de manera
uniforme en todo el cielo, sin que
se note ninguna dirección
preferencial. Una de las
pruebas convincentes de que el Big
Bang realmente sucedió fue la
detección de esa
radiación de fondo abarcado todo el
espacio. El estudio de esa radiación
permite obtener
información sobre las condiciones
del universo en sus comienzos. Las
abundancias
observadas de hidrógeno, deuterio,
helio y litio en las nebulosas
gaseosas y en las estrellas
coinciden con las estimadas en los
procesos de evolución del universo,
lo que confirma
también la existencia del Big Bang.
11.- Gibilisco, En busca del
infinito, McGraw Hill, 1992, Pág 89.
30
ACTUALIZACIÓN
Aún hoy, una de las tareas de los
astrónomos es la observación de los
astros para la correcta
determinación del tiempo; así, el
empleo de husos horarios y la
construcción de precisos
relojes atómicos, son sólo algunas
de las consecuencias de esa labor.
Otras de las
actividades en las cuales la
Astronomía ha tenido gran injerencia
han sido en la navegación
fijación de las posiciones del Sol y
las estrellas para la orientación y
determinación de las
coordenadas terrestres de un móvil y
de los puertos, trazado de rutas y
confección de
mapas. En este sentido es
interesante señalar que si bien
desde su origen estuvo referida a la
navegación marítima, en este siglo
debemos tener en cuenta que los
mismos principios se
utilizan en la navegación aérea y
espacial.
El desarrollo de precisos
instrumentos de navegación incluye
desde el primitivo astrolabio
(dispositivo que mide la altura del
Sol sobre el horizonte). Hasta
controladores de ruta de
las naves interplanetarias.
Obviamente, el nacimiento y
desarrollo de la Astronáutica está
ligado estrechamente al progreso de
las investigaciones astronómicas y
al avance de la
tecnología. Cohetes, estaciones
espaciales, laboratorios orbítales y
sondas, son algunos de
los artefactos que forman parte del
espectro de esa disciplina. Los
objetivos de las
investigaciones que se llevan a cabo
en Astronáutica y especialmente la
determinación de
las órbitas de las naves, son el
campo de la mecánica celeste, una de
las ramas más antiguas
de la Astronomía. Paralelamente, el
desarrollo e implementación de
satélites artificiales, es
quizás el aspecto más sobresaliente
de la tecnología aeroespacial. La
tecnología recibió de
la Astronomía otras aplicaciones, el
instrumental que en primera
instancia se empleó
rutinariamente en el estudio de los
astros, luego se adaptó para otras
disciplinas y
finalmente fue incorporado a la vida
cotidiana como relojes,
computadoras, sistemas GPS,
etc.
Uno de los aspectos más fascinantes
de la Astronomía es su interrelación
con las otras
ciencias, en particular con la
Física y la Matemática. El espacio
es un lugar excelente para
verificar la universalidad de las
leyes físicas obtenidas en nuestro
planeta, su generalización
y prueba es uno de los objetivos de
la Astronomía. También, desde un
punto de vista físico,
muchos descubrimientos de procesos
naturales son el resultado de
investigaciones
astronómicas, a partir de las cuales
luego se lograron entender ciertos
fenómenos de la
materia tal como la conocemos en la
Tierra, la energía termonuclear por
citar un ejemplo.
Los matemáticos, por su parte,
tuvieron durante varios siglos en la
Astronomía su objetivo
de máxima belleza y profundidad, la
mencionada mecánica celeste es
quizás el mejor
exponente de la relación entre ambas
ciencias. Además, el preciso
conocimiento de sus
leyes ha sido fundamental en el
desarrollo de todo lo vinculado con
las ciencias de la Tierra
como Geografía, Geofísica,
Climatología, Meteorología,
Sismología, etc. Estas se nutren
permanentemente de los avances de la
investigación astronómica. Un caso
particular de
estrecha interrelación lo
constituyeron en los últimos años la
Astronomía y la Biología, a
través de los esfuerzos dedicados en
favor de la búsqueda de posibles
señales de vida
extraterrestre.
31
El análisis de las condiciones de
vida terrestre en otros mundos y
también en la
verificación de las leyes biológicas
en el espacio exterior. Así, nuestro
entendimiento del
universo avanza rápidamente, nuevos
astros se descubren día a día, se
obtienen nuevos e
increíbles datos sobre los objetos
ya conocidos, varían las dimensiones
del cosmos a
medida que se va acumulando más y
más información y se desarrolla una
compleja y
exquisita tecnología para
procesarlos. Resulta indispensable,
entonces, una adecuada y
permanente actualización para
comprender todo lo que se conoce en
Astronomía.
Se debe destacar también la
influencia que tiene y ha tenido en
el pensamiento humano los
alcances y avances de la Astronomía.
La Filosofía, la Epistemología y la
Ética han recibido,
interpretado y resignificado el
impacto de los descubrimientos
astronómicos en las
diferentes épocas. Desde otro punto
de vista, la Astronomía ha tenido un
amplio espacio en
las artes, en particular dentro de
la Literatura y el Cine, y muy
especialmente en los relatos
de ciencia ficción. Los nuevos
descubrimientos astronómicos amplían
la imaginación de los
artistas. Así como los medios
masivos de comunicación se hacen eco
permanente de los
descubrimientos astronómicos,
disciplinas del campo social como el
Derecho, a partir del
desarrollo intempestivo de la
Astronáutica, han recibido
necesariamente la influencia de la
Astronomía, en el ejemplo
mencionado, los abogados han
desarrollado la llamada
legislación aeroespacial que define
el derecho de los hombres en el
cosmos. Finalmente,
cabe destacar la importancia de la
Astronomía en la formación integral
de un individuo, ya
que esta ciencia completa su visión
de la Naturaleza incorporando los
fenómenos del cielo a
los cotidianos de la Tierra.
32
DISCUSIÓNES
Las implicaciones a nivel local,
teniendo un rico pasado
antropológico, obligan a usar el
conocimiento de la astronomía,
permitiéndonos fechar hechos
históricos, esto es llamado
arqueo astronomía, lo cual es una
rama de la astronomía y de la
arqueología, cuya función
es estudiar las orientaciones de las
diferentes construcciones o lugares
sacralizadas, de las
antiguas civilizaciones. Para
determinar el grado de conocimiento
astronómico de esas
civilizaciones que nos han
precedido, su calendario, y
cosmogonías, es estudiado por la
etnoastronomía.
Desde siempre la vida del hombre
estuvo afectada por el clima, en
invierno se debía
proteger del frío, y los alimentos
escaseaban. En verano era
fundamental la presencia de
agua, para la subsistencia. Con la
llegada del neolítico, el problema
se agravó, puesto que
se debían plantar las semillas en la
época adecuada, para que existiese
una producción
suficiente que alimentara a la
población. Por ello era fundamental
anticiparse a los
acontecimientos climáticos, para
trasladarse, o cultivar en el
momento. Se debía encontrar
algún tipo de señales en la
naturaleza, cuya presencia avisara
de los acontecimientos
venideros. Sin duda las señales más
exactas eran los movimientos de los
cuerpos celestes,
en especial los del Sol, al ir
evolucionando, se comenzó a observar
otros astros, como la
Luna o algunas estrellas. Mientras
comenzaba a surgir la necesidad de
creación de un
calendario que regulara el trabajo
de la sociedad. A medida que los
individuos en estas
sociedades se iban especializando,
surgieron personas que se dedicaban
a la
contemplación de los fenómenos
astronómicos, encargándose ellos de
indicar al resto de
la sociedad, las épocas más
adecuadas para el cultivo,
recolección y festejos.
En su humano afán de ser más
precisos, y de predecir más
fenómenos, construyó lugares
de observación cada vez más exactos
y se dedicó a relacionar todo lo que
ocurría en los
cielos, con lo que sucedía en la
tierra, naciendo en este momento la
astrología, los tabúes,
y muchos de los dioses de la
naturaleza. Hoy en día, en
México estudiamos la astronomía
de los pueblos antiguos como los
mayas y los toltecas, a través del
descubrimiento,
estudio, y comprensión de los
magníficos monumentos megalíticos
grandes piedras, que
nos legaron. Se sabe de muchas
culturas antiguas que erigieron
imponentes estructuras
creadas con fines rituales y
astronómicos, y la orientación y
ubicación de estas
construcciones se basaba casi
siempre, en objetos o
acontecimientos astronómicos
importantes, como las posiciones de
brillantes estrellas, los planetas,
los puntos del
horizonte por donde se veía la
salida y puesta de la Luna y el Sol,
y los solsticios y
equinoccios, por medio de la
astronomía, podemos calcular las
fechas en que estos
acontecimiento sucedieron.
Esto tiene implicaciones a nivel
nacional, pues permite refutar o
reforzar lo que nuestra
historia oficial nos dice, Los
mismos principios se han utilizado
para determinar la edad
de construcciones orientadas
astronómicamente por medio de
meticulosas investigaciones
a fin de determinar exactamente el
ángulo de inclinación de la Tierra,
que indica, cuando
se tienen en cuenta la elevación y
la posición geográfica, cual es la
edad de la
construcción.
33
A nivel global, las
radiocomunicaciones, y su
desarrollo, que nos permite que la
vida
humana sea tan cómoda y eficiente,
no sería posible sin los
conocimientos astronómicos
que han permitido el desarrollo
satelital, las radiocomunicaciones y
sus utilidades en la
telegrafía inalámbrica, la
transmisión por teléfono, la
televisión vía satélite, el radar, y
los
sistemas de navegación GPS, para
aviones y barcos, no serían mas que
un sueño sin los
conceptos básicos de astronomía.
Haciendo énfasis en el principio de
funcionamiento de la
transmisión y recepción de señales
de audio frecuencia, que utiliza
principios y leyes
astronómicas aplicadas, como en el
caso de la radiodifusión que
generaliza también la
transmisión de imágenes e
información. Si fuésemos a hacer una
cronología de hechos
sumamente relevantes en la historia
de la humanidad, un papel importante
lo ocuparían las
comunicaciones y las nuevas
tecnologías que el hombre ha
inventado en aras del desarrollo.
Las radiocomunicaciones, en
especial, juegan un papel imperante
en el envío de cualquier
tipo de información a cualquier
parte del mundo. Los sistemas
satelitales, la telefonía
móvil, la radiodifusión, la
televisión y conjuntamente con otras
decenas de formas de
transmitir mensajes a largas
distancias utilizando las
propiedades de las ondas
electromagnéticas, han tomado varias
formas y características con el
objetivo de mejorar la
transmisión y recepción de las
mismas. Se ha tocado también el
importante papel que han
jugado las radiocomunicaciones en la
historia del hombre, en situaciones
extremadamente
peligrosas debidas a situaciones
climatológicas donde la única vía de
comunicación es la
inalámbrica y en las nuevas
tecnologías que la sociedad moderna
exige.
34
RECOMENDACIÓNES
Mis recomendaciones para todo aquel
que desee entender la historia de
las civilizaciones
antiguas, es primero tener un
conocimiento introductoria en las
astronomía, ya que estas
culturas estuvieron intrínsecamente
ligadas a los movimientos celestes
debido a las razones
ya expuestas en este trabajo. Aunque
la mayor parte del trabajo
arqueológico se ocupa de
las ruinas que dejaron las
sociedades antiguas, de vez en
cuando aparecen objetos que
sobrepasan todas las estimaciones
que hasta el momento se habían hecho
de la capacidad
técnica de una cultura antigua.
Durante los años setenta, un equipo
de arqueólogos que
trabajaba en unas excavaciones de
Bulgaria hizo una serie de
asombrosos descubrimientos
acerca de la cultura neolítica de
Karanovo, que floreció allí
alrededor del año 4500 a.C. Los
hallazgos pertenecen a una época en
que, se pensaba, el hombre casi no
conocía la
metalurgia, sin embargo, las tumbas
de Karanovo revelaron un
sorprendente tesoro de
armas, joyas de oro y cobre
maravillosamente realizadas.
Descubrimientos de esta clase
obligan lenta pero continuamente a
los arqueólogos y estudiosos de la
historia a revisar sus
ideas acerca de los conocimientos
técnicos del hombre antiguo. Los
hallazgos
arqueológicos, con tanta frecuencia
fragmentarios, muchas veces son
demasiado limitados
para reconstruir el verdadero
potencial de los conocimientos y la
destreza de los pueblos
antiguos. No nos gustaría que nos
juzgaran por los envases de
refrescos, que durarán mucho
más que los libros que describen
nuestros sistemas de educación, las
ideas de filósofos y
santos, los conocimientos médicos y
la capacidad matemática y científica
que nos ha
permitido llegar a los planetas más
próximos. Nuestra capacidad
astronómica, nos permite
ahora más que nunca el poder conocer
otros mundos, sin tener que ir a
ellos, es también
una fuente de saber del pasado y del
futuro ya que nos permite fechar con
una exactitud
astronómica.
Recordemos que la humanidad se ha
visto en problemas al tratar de
registrar el transcurso
de los días, el problema ha sido
mucho más grave porque cuando ha
pasado un día ya no
pasará de nuevo para que cuenten. Se
podrían contar las marcas que han
hecho las
civilizaciones y las naciones
enteras podrían llevar los mas
afables registros, que serían lo
mismo que usar piedras. Pero
conservar las huellas de los días
resulta fácil, en comparación
con la tarea de buscar la tarea de
señalar un día determinado,
"invierno" en el norte,
"lluvias" en los tópicos,"vientos",
los parabrisas de de la misma zona
durante siglos sin
parar, solo para ello el comienzo de
los tiempos siempre será algo que
suceda
inevitablemente desde los tiempos
más remotos de que tengamos memoria,
sin la
astronomía no tendríamos la menor
idea del número exacto de días en
novedad a novedad.
35
CONCLUSIÓN
Las antiguas representaciones
sumerias, egipcias y celtas nos
muestran un planeta
desconocido para nosotros,
considerablemente más grande que la
Tierra, aunque más
pequeño que Júpiter y Saturno. Si
este mapa celeste sumerio se hubiera
descubierto y
estudiado hace dos siglos, los
astrónomos habrían pensado que
estaban totalmente
desinformados, al imaginar,
estúpidamente, que había más
planetas después de Saturno.
Ahora, no obstante, sabemos que
Urano, Neptuno y Plutón están
realmente ahí. La teoría
largo tiempo sustentada de que la
Luna no era más que una pelota de
golf helada, no se
descartó hasta después de la
conclusión de varias misiones Apolo
a la Luna. Hasta aquel
momento, las mejores conjeturas
consistían en que la Luna era un
trozo de materia que se
había separado de la Tierra cuando
ésta era aún de material fundido y
maleable. Si no
hubiera sido por el impacto de
millones de meteoritos, que dejaron
cráteres en la
superficie de la Luna, ésta habría
sido un trozo de materia sin rostro,
sin vida y sin historia
que se solidificó y sigue a la
Tierra desde siempre. Sin embargo,
las observaciones hechas
por satélites no tripulados han
comenzado a poner en duda estas
creencias tanto tiempo
manejadas. Al final, se llegó a la
conclusión de que la composición
química y mineral de
la Luna era suficientemente
diferente de la de la Tierra como
para poner en duda la teoría
de la separación. Los experimentos
realizados en la Luna por los
astronautas
norteamericanos, el estudio y
análisis del suelo de las muestras
de rocas que trajeron,
han determinado, más allá de toda
duda, que la Luna, aunque en la
actualidad estéril, fue
alguna vez un planeta vivo.
Que al igual que la Tierra, tiene
diferentes capas, lo que
significa que se solidificó desde su
propio estadio original de materia
fundida. Al igual,
que la Tierra, generaba calor, pero
mientras que el calor de la Tierra
proviene de sus
materiales radiactivos, cocidos en
el interior de la Tierra bajo una
tremenda presión, el
calor de la Luna proviene, según
parece, de capas de materiales
radiactivos que se
encuentran muy cerca de la
superficie. Sin embargo, estos
materiales son demasiado
pesados para haber ascendido hasta
ahí. Entonces, ¿cómo se llegaron a
depositar tan cerca
de la superficie de la Luna? El
campo gravitatorio lunar parece ser
errático, como si
inmensos trozos de materias pesadas
como el hierro no se hubieran
hundido de modo
uniforme hasta su centro, sino que
estuvieran dispersos. Pero,
¿podríamos preguntar a
través de qué proceso o fuerza?
Existen evidencias que indicarían
que las antiguas rocas
de la Luna estuvieron magnetizadas.
También existen evidencias de que
los campos
magnéticos se cambiaron o
invirtieron. Los astronautas del
Apolo 16 descubrieron que las
rocas lunares llamadas brechas eran
el resultado de la destrucción de la
roca sólida y su
posterior soldadura gracias a un
calor extremo y repentino. ¿Cuándo y
cómo se hicieron
añicos y se refundieron estas rocas?
Otros materiales de la superficie de
la Luna son ricos
en los poco frecuentes potasio y
fósforo radiactivos, materiales que
en la Tierra se
encuentran a grandes profundidades.
Reuniendo todos estos
descubrimientos, los
científicos afirman ahora que la
Luna y la Tierra, formadas más o
menos con los mismos
elementos y más o menos por el mismo
tiempo, evolucionaron como cuerpos
celestes
separados. En opinión de los
científicos de la Administración
Nacional de la Aeronáutica
36
Y el Espacio de los Estados Unidos
(NASA.), la Luna evolucionó
normalmente durante
sus primeros 500 millones de años.
Luego, el período más catastrófico
llegó hace 4.000
millones de años, cuando cuerpos
celestes del tamaño de grandes
ciudades y pequeños
países se estrellaron en la Luna y
formaron sus inmensas cuencas y sus
altísimas
montañas. Las ingentes cantidades de
materiales radiactivos dejados por
las colisiones
comenzaron a calentar la roca por
debajo de la superficie, fundiendo
enormes cantidades
de ésta y forzando mares de lava a
través de las grietas de la
superficie. El Apolo 15
encontró un deslizamiento de rocas
en el cráter Tsiolovsky seis veces
más grande que
cualquier deslizamiento de rocas en
la Tierra. El Apolo 16 descubrió que
la colisión que
creó el Mar de Néctar depositó
escombros hasta a 1.600 kilómetros
de distancia. El Apolo
17 alunizó cerca de un acantilado
ocho veces más alto que cualquiera
de la Tierra, lo que
significa que se formó por un
terremoto ocho veces más violento
que cualquier otro
terremoto en la historia de la
Tierra. Las convulsiones que
siguieron a este suceso cósmico
continuaron durante unos 800
millones de años, de modo que la
composición y la
superficie de la Luna adoptaron por
fin su forma helada hace alrededor
de 3.200 millones
de años. Así pues, los antiguos
astrónomos tenían razón al
representar a la Luna como un
cuerpo celeste por derecho propio.
Y, como veremos, nos dejaron textos
que explica y
describe la formación cósmica a la
que se refieren hoy en día los
expertos de la NASA.
BIBLIOGRAFÍA
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Madrid, Alianza Editorial, 1981.Pág.
35.
2.- Duncan, D. E., "Historia del
Calendario", Buenos Aires, EMECE,
1998, Pág. 12.
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