Lado A.
Educación japonesa
Fuente: members.tripod.com
No es ningún secreto que Japón ha logrado un
estatus mundial en la educación. De hecho,
algunos de los logros contemporáneos de
Japón en la educación –y en el desarrollo económico–
son, literalmente, una clase por sí mismos.
El sistema japonés ofrece a todos los niños una
educación básica de alta calidad y equilibrada en
ciencia, música y arte en nueve años de escuela obligatoria.
El nivel de rendimiento de los estudiantes es
alto para los estándares internacionales. También lo
es la tasa de retención: prácticamente todos completan
los nueve años y casi el 90 por ciento de los
estudiantes se gradúan de secundaria.
Japón también
ha logrado:
• Motivar a los estudiantes a aprender, y enseñarles
hábitos de estudio efectivos.
• Crear y mantener un ambiente de aprendizaje productivo,
que incluye disciplina escolar efectiva.
• Usar el tiempo de forma productiva para propósitos
educativos dentro y fuera de la escuela.
• Mantener la atención en el desarrollo del carácter y
actitudes y comportamiento deseables (de acuerdo a
las normas japonesas) en primaria y secundaria.
• El desarrollo de un cuerpo docente profesional,
competente y comprometido, muy respetado y bien
remunerado.
• Prestación de servicios de empleo eficaces para
egresados de la escuela secundaria y los graduados.
Estos logros son el resultado de varios factores
entretejidos, incluyendo:
• Una experiencia preescolar (muchas finaciadas por
los padres) para más del 90 por ciento de los niños.
• Un sistema de escuela pública eficaz, en particular
durante el período obligatorio, aportada a nivel
primaria y secundaria por un conjunto informal pero
simbiótico de programas educativos privados (financiado
por los padres) que responden a las necesidades
de cada estudiante.
Todo lo anterior se apoya en el compromiso de los
padres y en el apoyo continuo a la educación de los
niños durante todo el tiempo que van a la escuela.
La educación se ve reforzada en todo momento por
el patrimonio histórico y cultural, consenso de la comunidad,
políticas del gobierno, necesidades y prácticas
de empleo de negocios, industria y gobierno.
La educación japonesa ha producido múltiples beneficios para la nación, así como para sus estudiantes.
Estos beneficios incluyen una ciudadanía
bien educada, que fortalece la democracia nacional,
una fuerza de trabajo adaptable capaz de una alta
productividad en una economía mundial competitiva:
la oportunidad para la movilidad social y económica
individual; y una alta calidad de vida.
Al tratar de entender cómo los japoneses logran lo
que hacen en la educación, cómo y por qué funciona
el sistema, y algunas de sus dinámicas, encontramos
que hay otros elementos involucrados además
del sistema escolar. El ambiente en el hogar de los
estudiantes, la relación hogar-escuela, programas
educativos no oficiales extraescolares (sobre todo el
juku), la relación entre la industria y la educación, especialmente
a nivel de postsecundaria, todos deben
tenerse en cuenta, junto con la historia y la cultura.
Para los occidentales, la educación japonesa es
fascinante y compleja. Sus logros parecen ser tanto
un producto de bases históricas y culturales únicas
de la nación y el compromiso parental, como de las
políticas y prácticas pedagógicas. De hecho, hay varios
factores específicos que contribuyen a los logros
educativos y que no pueden exportarse con facilidad,
así de ligados están al contexto japonés.
No toda la educación japonesa es de cosecha
propia. Japón es inusual en su larga historia de
interés e iniciativa para aprender de otros países. La
mayoría de las naciones modernas, incluyendo EUA,
han sido beneficiarios de ideas educativas de otros
países, pero Japón ha sido más activo en la búsqueda
deliberada en el extranjero para ayudar a resolver
sus problemas de educación, y menos tímido para
adaptar lo que le parece útil.
Si bien la educación japonesa contemporánea
ha sido ampliamente alabada, sobre todo por los
resultados demostrados en estudios comparativos
internacionales del rendimiento escolar en ciencias
y matemáticas, es poco sabido que el historial de
distinción educativa de Japón tiene raíces que se
remontan a más de un siglo. De hecho, en algunos
aspectos, la educación en el Japón de hoy es heredera
de un legado de ideas con orígenes antiguos.
Lado B.
Buscar empleo estresa
a estudiantes,
contemplan suicidio
Japan Times, 18 de octubre, 2013
Atormentado por la dificultad de conseguir
un puesto y por las prácticas desleales por
parte de los posibles empleadores, uno de
cada cinco estudiantes universitarios contempla el
suicidio durante la búsqueda de empleo, descubrió
una encuesta realizada en julio por el grupo sin fines
de lucro Lifelink. El grupo con sede en Tokio condujo
dos encuestas en 121 estudiantes en marzo y 122 en
julio, sobre el estrés asociado con la búsqueda de
empleo, impulsado por estadísticas gubernamentales
que apuntan a un notable aumento de suicidios entre
personas de 20 años.
De acuerdo con estadísticas sobre suicidios en 2012,
de la Agencia de Policía Nacional, los números han
mostrado una tendencia a la baja en los últimos 15
años, cayendo el año pasado por debajo de la marca
de 30 mil, para situarse en 27 mil 858. Sin embargo, el
número entre las personas de 20 años ha aumentado
desde finales de 1990, sumando 3 mil en 2012.
“Los fracasos en la búsqueda de empleo” resultaron
en 149 suicidios entre personas de 20 años el
año pasado, 2 ½ veces la tasa en 2007. Publicada
el viernes, la encuesta, que abarcaba gente en las
universidades, escuelas de posgrado y centros de
formación profesional, encontró que los estudiantes
tienen una gran desconfianza hacia las empresas y
la sociedad japonesa en general, sin embargo, tienen
un ardiente deseo de conseguir empleo de tiempo
completo después de graduarse.
El 69 por ciento dijo que Japón es una sociedad
que no premia la honestidad y el trabajo duro,
mientras que el 97 por ciento dijo querer llegar a ser
empleado de tiempo completo tras graduarse.
El 80 por ciento de los encuestados admitieron
sentir una fuerte ansiedad durante su búsqueda de
empleo; muchos temían no conseguir una oferta de
la empresa de su primera elección, y “quedarse atrás”
de sus compañeros. Agregado a su estrés está el trato
de las empresas, a menudo injusto. Algunas empresas,
según los estudiantes, dieron en secreto más oportunidades
a egresados de universidades de alto rango,
mientras pregonan oficialmente una política de contratación
“no-pregunto-nombre-de-universidad”.
Los estudiantes a menudo confían en sus amigos,
los medios sociales y los tableros de anuncios
de Internet para obtener consejos sobre la búsqueda
de empleo, pero también sufren de desesperación y
aislamiento cuando su búsqueda no fluye en comparación
con sus compañeros, dijo el fundador de
Lifelink, Yasuyuki Shimizu. “Estos problemas se agravan
después de obtener trabajo”, dijo Shimizu. “Para
empezar tienen un fuerte sentido de desconfianza
en la sociedad, lo que les lleva a pensar que deben
tener un empleo de tiempo completo para defenderse.
Cuando son capaces de convertirse en empleados de
tiempo completo (saliendo de la universidad), sienten
que deben aguantar cualquier cosa para conservar el
trabajo. Y los que no pudieron conseguir un empleo de
tiempo completo llegan a pensar que no valen nada.
Lado C.
El cerebro del idioma Japonés
Por Masaomi Ise Fuente: educationinjapan.wordpress.com de Japan Close-
Up. © Masaomi Ise. Derechos reservados.
Nuestra historia comienza con la visita del
profesor Tadanobu Tsunoda de la Universidad
Médica y Dental de Tokio a La
Habana, Cuba, en enero de 1987 para asistir al primer
seminario internacional “Fisiología y compensación
de enfermedades del sistema nervioso central”. Cuba
todavía estaba bajo embargo y el profesor Tsunoda fue
el único participante de un país occidental. Había una
recepción en la noche antes del seminario, con muchos
científicos asistentes. Un cubano estaba dando
un discurso fervoroso en un español potente.
Pero el profesor Tsunoda se distrajo por el alto sonido
de los insectos que envolvía la sala. Al darse cuenta
de que incluso en enero hacía calor en Cuba, preguntó
qué tipo de insectos podrían ser, pero nadie los oía,
mientras que para el profesor Tsunoda sonaban como
un estallido de cigarras o grillos.
Cuando la recepción terminó, alrededor de las dos
de la mañana, el profesor caminó de regreso con dos
cubanos (hombre y mujer). En las tranquilas calles
podía oír los mismos cantos de insectos, incluso más
fuerte. Tsunoda señaló muchas veces lugares en los
matorrales donde escuchaba los insectos, pero cuando
los dos se detenían y ponían atención, no podían oír
nada, por lo que se limitaron a verlo raro.
El profesor se reunió con los dos cubanos todos los
días, pero no fue sino hasta el tercer día que el hombre
finalmente escuchó el ruido de los insectos. Sin
embargo no parecía muy interesado. La mujer no oyó
a los insectos durante toda la semana del seminario.
Para el doctor parecía que la audición de los japoneses
y la de los extranjeros tenía que ser muy diferente.
Cerebro izquierdo, cerebro derecho
Con base en esta diferencia en la audición, el
profesor Tsunoda investigó la diferencia fisiológica
entre los cerebros de los japoneses y de las otras razas.
Sus investigaciones lo llevaron a descubrimientos
sorprendentes. El cerebro humano está dividido en las
esferas izquierda y derecha, cada una con funciones
diferentes. El lado derecho se llama la esfera musical,
y es donde se procesa la música, la maquinaria y el
ruido. El lado izquierdo del cerebro se llama esfera del
lenguaje, y procesa el sonido de forma lógica e intelectual;
ahí se comprende la palabra hablada. Hasta este
punto los japoneses son iguales a los occidentales.
Pero el profesor encontró una diferencia en el
lugar donde se procesa el sonido de los insectos:
mientras los occidentales lo procesan junto con la
maquinaria y el ruido en la esfera de la música, los
japoneses lo capturan en la la esfera del lenguaje, es
decir, oyen los sonidos de los insectos como “voces
de insectos”.
Si los cubanos estaban acostumbrados a escuchar
el canto de los insectos en la sala de reuniones como
ruido de fondo, ni siquiera eran conscientes. Es el
mismo fenómeno de quienes viven durante muchos
años al lado de una vía de tren y se acostumbran tanto
al ruido que ya no se dan cuenta de él. Pero como los
japoneses oímos los sonidos de insectos en la esfera
del lenguaje, donde escuchamos las voces humanas,
no podemos dejarlos como ruido de fondo.
Esta característica única sólo se encuentra entre los
pueblos de Japón y Polinesia, mientras que los chinos
y los coreanos exhiben el mismo patrón que los occidentales.
Lo que es aún más interesante es el hecho
de que los japoneses cuya lengua materna es extranjera,
siguen el modelo occidental, mientras que los
extranjeros cuya lengua materna es el japonés siguen
el modelo japonés. Así que este fenómeno no es una
cuestión de hardware, (estructura física) , sino una
cuestión de software, es decir, de acuerdo al primer
idioma que se aprende cuando niño.
Experimentos de cerebro
derecho o izquierdo
Antes de examinar más allá esta diferencia,
vamos a echar un vistazo a los experimentos que
probaron estos resultados. Los nervios que van del
oído humano al cerebro se cruzan, de modo que los
datos sonoros de la oreja derecha entran en el cerebro
izquierdo, y viceversa.
Cuando se tocan al mismo tiempo diferentes melodías
en los oídos izquierdo y derecho, las personas
reconocen mejor la melodía que escucharon en su
oreja izquierda. Del mismo modo, si se hablan diferentes
palabras simultáneamente en los oídos derecho e
izquierdo, la oreja derecha, es decir el lado izquierdo
del cerebro, tiene un mejor reconocimiento. Es por eso
que casi siempre ponemos el auricular del teléfono en
nuestro oído derecho.
Usando este método y muchos tipos diferentes de
sonidos para encontrar la diferencia entre el cerebro
izquierdo y derecho, se demostró que los japoneses y
los occidentales escuchan por igual la música, la maquinaria
y el ruido en el cerebro derecho, y los sonidos
del lenguaje en el lado izquierdo del cerebro, pero
los japoneses escuchan los sonidos de las vocales,
llanto, risas y suspiros, los sonidos de los insectos y
los animales, las olas, el viento, la lluvia, el agua y los
instrumentos musicales japoneses en el lado izquierdo
del cerebro, lo mismo que el idioma, mientras que los occidentales escuchaban estos sonidos en el hemisferio
derecho del cerebro, junto con la música y el ruido.
La cultura se oye en los insectos
En Japón existe una cultura acerca de las voces de
los insectos. Incluso hay sitios web con imágenes de
grillos y grabaciones de sus canciones, y muchos libros
sobre cómo cuidarlos. La poesía infantil “Voces de
insectos” es un ejemplo de cómo el arte de escuchar
sonidos de insectos es familiar desde la infancia.
Oh , el grillo matsumushi canta
Chin-chiro, chin-chiro, chin-chiro-rin
Ahora el grillo Suzumushi empieza a cantar
Rin rin rin rin rin ri-in
Llamando en las largas noches de otoño
¡Oh, qué hermosas son las voces de los insectos!
Todos los diferentes tipos de insectos como matsumushi
y Suzumushi cantan con diferentes chirridos.
Podemos imaginar la visión japonesa de la naturaleza
que dice que los seres humanos y los insectos,
como parte de todas las criaturas vivientes, tienen
“voz” y “sentimientos”. La característica única de los
japoneses que oyen el sonido de insectos y las voces
humanas en la misma esfera del lenguaje del cerebro
está muy bien reflejada en nuestra cultura.
El perro dice wan-wan, el gato nya-nya
El descubrimiento del Prof. Tsunoda demostró que
los japoneses también oyeron, en la esfera del lenguaje,
las voces de otros animales, además del sonido de
las olas, el viento, la lluvia y los arroyos. En japonés,
los arroyos dicen “sara-sara”, las olas “zabu-n”, la lluvia
“shito-shito”, y el viento “byu-byu”. Su descubrimiento
está alineado con la visión japonesa antigua de la
naturaleza que ve dioses viviendo en cada ser natural,
desde las montañas hasta los ríos y los mares.
La característica fisiológica de los japoneses para
oír los sonidos naturales en la esfera de lenguaje, y las
características lingüísticas de la lengua japonesa que
ha desarrollado onomatopeyas, junto con la visión
japonesa de la naturaleza que encuentra dioses en
todos los seres naturales, están bien representados en
la psique japonesa.
No es el hombre sino el idioma
La parte más importante del descubrimiento del
Prof. Tsunoda es que el modelo japonés de escuchar
sonidos de la naturaleza en la esfera de la lengua no es
una cuestión de descendencia, sino que depende de si
el japonés fue la primera lengua aprendida.
Los datos recogidos de 10 sudamericanos de descendencia
japonesa es un ejemplo. Nueve de estos 10
japoneses étnicos tenían ya sea español o portugués
como lengua materna, y sus cerebros entraron en el
modelo occidental. La única que mostró el patrón
japonés era una chica que recibió una esmerada educación
en idioma japonés de su padre y no entendía
una palabra de portugués hasta que tuvo 10 años.
Por otro lado, las Coreas y China siguen el modelo
occidental, pero los coreanos y los chinos que viven
en Japón y aprendieron japonés como lengua materna,
siguen el patrón japonés.
Esto probablemente significa que el modelo
occidental o el modelo japonés no tienen nada que
ver con la raza, sino más bien con la diferencia en la
lengua materna. No debemos decir “cerebro japones”,
sino “cerebro del idioma japonés”. Como se mencionó,
el único lenguaje que el profesor Tsunoda ha
encontrado con el mismo patrón es el polinesio.
Diferencia da lugar a creatividad
Pero, ¿qué significado tiene esta diferencia de
función cerebral atribuida a la lengua japonesa?
El doctor Hideki Yukawa, un estudioso de la física
teórica, dijo lo siguiente en una conversación con el
profesor Tsunoda: “En otras palabras, a menudo se ha
dicho que los japoneses son algo emocionales. A diferencia
de (los occidentales que son) racionales, el que
se diga que los japoneses son más emocionales bien
pudo haber sido estructural, funcional o cultural, pero
el hecho de que en realidad la diferencia aplica en ese
caso, se ha puesto de manifiesto por la investigación
del profesor Tsunoda.
En ese caso, pienso que debemos aprovechar esa
diferencia. En lugar de preocuparnos de si nos hace
mejores o peores, hay que ponerla a trabajar para
nosotros. ... De la diferencia surge la creatividad. Las
raíces de inferioridad respecto a occidente van profundo
entre el pueblo japonés, pero vernos a nosotros
y a nuestras diferencias de esa manera sirve sólo
para profundizar ese complejo de inferioridad”.
La expresión “a partir de la diferencia surge la
creatividad”, viniendo del doctor Yukawa, quien ganó
el Premio Nobel por su creativa teoría del mesón,
estas palabras tienen un gran peso. La diferencia en
el cerebro del japonés contribuye al aumento de la
diversidad de la raza humana y de nuestra cultura,
que dirige sus oídos para escuchar la voz de cada insecto,
y puede ser vista como una respuesta creativa
a la vida que enriquece la cultura humana.
La perspectiva respetuosa hacia la naturaleza que
dirige nuestros oídos a las voces de todos los seres vivos
es una pista valiosa sobre cómo vivir en armonía
con todos los seres en nuestra nave espacial Tierra.
Es nuestro deber como japoneses hacia el resto del
mundo, hacer un esfuerzo consciente para estudiar
el cerebro del idioma japonés que hemos heredado
para hacer mejor uso de nuestra creatividad natural.