INDICE.
Introducci�n
Descripci�n
An�lisis General
Actualizaci�n
Discusiones
Recomendaciones
Conclusi�n
Bibliograf�a
Introducci�n (Prop�sito del
tema)
����� La
experiencia emocional se diferencia y se integra a medida que el individuo se
desarrolla cognitivamente y cada vez que en el ser humano se "despierta" una
emoci�n, se debe fundamentalmente a que hubo en alg�n momento de la vida del
sujeto, una valoraci�n cognitiva.
����� Sylwester
(2003), nos dice que todo lo que hacemos comienza con la emoci�n, un proceso
cognitivo dominante y que esta �funciona
como un "termostato biol�gico" que monitorea y maneja nuestras variaciones de
normalidad, adem�s activa nuestro sistema de la atenci�n, identifica las
din�mica de lo que nos desaf�a, activando despu�s� los sistemas de soluci�n de problemas que nos
ayudaran a responden de manera consciente a cualquier experiencia.
����� Hilgard
(Eich, Kihlstrom, Bower, Forgas, & Niedenthal. 2000), hablaba de que hay tres facultades mentales: la cognici�n, que es la representaci�n
mental de la realidad a trav�s de la percepci�n, junto a esta se
encuentra;� la atenci�n, el aprendizaje,
la memoria y el pensamiento;� la emoci�n, la experiencia subjetiva de
la activaci�n del placer y del� displacer
y su expresi�n en la conducta; y la motivaci�n,
la activaci�n de una conducta y su�
direcci�n hacia una meta.
������ De
esta forma podremos decir que la cognici�n
comprende aquellos procesos mentales, donde se apoyan las conductas y
comportamientos humanos unidos a las circunstancias que conforman el marco en
el que el ser humano va a tomar conciencia, de los sucesos de su existencia y
transformarlos en pensamientos (LeDoux,,
2000; Berridge, 2003). Parte de los mecanismos cognitivos es poder
aprehender los sucesos del exterior, que permite "recoger" las
experiencias captadas durante la vida del ser humano, las cuales son necesario
primero decodificarlas en nuestro interior y� despu�s lograr que este aprendizaje� codificado,
nos lleve� al comportamiento deseado,
para lo cual� el ser humano debe
utilizar� "las memorias" en todas sus facetas, las cuales� ser�n las que gu�en su aprendizaje conductual
(Bailey, Kandel,. & Kausik, 2004; Franklin, Baars, Ramamurthy, &
Ventura, 2003; Kensinger, &
Corking, 2004). As� el bagaje cognitivo-emocional -experiencial se
inicia con la presencia y "captaci�n" de un est�mulo, que al ser evaluado por
el� cerebro le da una significaci�n, y en
base de esa evaluaci�n produce la respuesta apropiada al significado de ese
est�mulo (Alvarado, 2002; Evans, 2002;
Hudlicka, 2003).
����� Cognici�n-emoci�n,
es hablar de "memoria expl�cita" la cual es una memoria consciente, verbalizada,
hol�stica, esta es fundamental en el ser humano especialmente para recordar
conscientemente acontecimientos que ya pasaron, tambi�n se recuerda el contexto
en el cual a ocurrido el acontecimiento, es decir esta �"almacena, se acuerda y recuerda", yo dir�a
todas las experiencias que nosotros consideramos importantes, pero sobre todo
lo que ella "decide guardar" y que puede ir desde hora, lugar, objetos y �gentes involucradas en el momento del suceso
(Eich, Kihlstrom, Bower, Forgas, & Niedenthal. 2000). Ledoux (2002), nos
sugiere que la experiencia emocional consciente es consecuencia de una
evaluaci�n emocional que por lo general se efect�a inconscientemente y esta es
similar a la valoraci�n (appraisal) cognitiva (Ekman & Davidson, 1999; Davidson, 2003; Franklin, Baars,
Ramamurthy, & Ventura, 2003). �
����� Esta memoria
impl�cita llamada tambi�n "no declarativa", porqu� �no es verbal, esta es inconsciente y a menudo
implica memorias de procedimiento paso por paso, emociones y sentimientos, una
prueba� a ella ��se encuentra en los efectos de la exposici�n,
inducidos con la presentaci�n de est�mulos de manera degradada. El efecto repetido
de la exposici�n consiste en un aumento directo en la actitud de los sujetos
hacia los objetos como consecuencia de exposiciones repetidas. Lo es tambi�n la
evocaci�n cognitiva derivada de los afectos. As� cada vez se acepta m�s que la
interpretaci�n de que tanto en la emoci�n como en la cognici�n tras los
componentes conscientes, subyacen e interaccionan con ellas, (Phelps, 2006,
2004; Richards, & Gross, 2005; Romeau, 2002), �toda una serie de mecanismos cerebrales no
conscientes que determinan las caracter�sticas conscientes del pensamiento y la
emoci�n.
����� Hay sistemas neurales y �rganos implicados en el funcionamiento de las
memorias, especialmente el hipocampo est� relacionado con la Memoria a Largo
Plazo, mientras que la am�gdala tiene muy poco que ver con esta, pero esta
estructura cerebral esta� profundamente
comprometida con la memoria emocional (Barbado, Aizpiri, & Ca�ones, 2002).
���� Tambi�n es importante
recordar que el uso de habilidades cognitivas como la memoria de trabajo, la
memoria a largo plazo y la imaginer�a mental apoyan el aprendizaje, los juicios
y razonamientos, estas destrezas dependen fundamentalmente de procesos
corticales y subcorticales y representan diferentes tipos de modalidad
espec�fica (visual, espacial, auditiva) de informaci�n (S�nchez, & Rom�n,
2004; Schott, B.J., Henson, R.N., Richarson, Becker, Thoma, Heinze, &
D�zel, 2004)
�Por lo anterior nos podemos dar cuenta que
si no existiera el proceso cognitivo el ser humano no experimentar�a la
emoci�n� y viceversa. Cuanto mayor sea la
emoci�n (hot cognition), mayor ser� la fijaci�n memor�stica, entonces las
emociones se nos� revelan ahora como las
aut�nticas art�fices del proceso cognitivo humano (Schaefer, Collete,
Philippot, Van der Linden, Laurey, Delfiore, Degueldere, Maquet, Luxen, Salmon,
2003), as� comprobams que la memoria interact�a con la emoci�n y est�
influenciada por ellas ( L�pez R.E.O, 2002).
Descripci�n (Lo que hay
dentro del documento (puntos fundamentales) su relaci�n con el mundo moderno).
�� ���Seg�n Clore (Ortony,� Clore, �& Collins; 1996; Ekman, 1994), la importancia de
los procesos cognitivos en los procesos emocionales, se fundamentan en la
delimitaci�n del proceso de valoraci�n, este mecanismo es necesario para que
ocurran los procesos emocionales (Marinier, & Laird, 2006; Marinier, 2006). En muchas ocasiones algunos de los pasos del
proceso cognitivo-emocional, requieren que la persona este consciente y que sea
deliberado, pero en otras el procesamiento es m�nimo o se pueden omitir, como cuando
uno adopta la evaluaci�n de otras personas o cuando uno recupera sus propias
auto-evaluaciones, sin embargo estos atajos permiten� que uno se aproveche el proceso cognoscitivo
hecho por otros o por uno mismo en el pasado, pero esto no altera la aseveraci�n
de que la emoci�n requiere la valoraci�n cognoscitiva de todas las situaciones en
positivas y negativas (Scherer,
2005). El despertar emocional activa la atenci�n,
que es capaz de identificar la din�mica de un desaf�o y despu�s activa los
sistemas de soluci�n de problemas, con lo cual podemos responder� conscientemente a un desaf�o. Todo lo que hacemos
comienza con la emoci�n, un proceso cognoscitivo dominante que era mal
entendido en el pasado,
esta relaci�n hot-cognici�n y cold cognici�n son �los bloques de edificio de la mente, de la memoria y de los rasgos de la
personalidad (Schaefer,
Collete, Philippot, Van der Linden, Laurey, Delfiore, Degueldere, Maquet,
Luxen, Salmon, 2003; Anderson, Wais, & Gabrieli, 2006).
������ Entonces llegamos a la conclusi�n que
los requerimientos para los procesos de la emoci�n son requisitos dobles de procesamiento cognitivo y
emocional, uno inconsciente, autom�tico, de respuesta inmediata tipo bottom-up
dependiente de los sistemas subcorticales (b�sicamente, de la am�gdala
cerebral y n�cleos del llamado l�bulo l�mbico), y sujeta al control
emocional,� y otro consciente� o�
top-down, controlado por la corteza frontal cerebral, y ligada al� control cognitivo (Barret,2001; Bell, 2004;
Campos, Frankel,� & Camras, 2004; Gray, Braver,�
& Raichie 2002).
������� En
las figuras 1, 2 y 3, Kensinger, & Corking (2004), demuestran que la
informaci�n emocional es recordada mejor que la que es considerada como "normal",
y �no tienen efectos contrastantes
atribuibles a la valencia, sino que son debidas al despertar de la emoci�n (en
ingl�s = arousal). Utilizando RMN y estudios de comportamiento se encontr� que
distintos procesos cognitivos y neurales contribuyen al realce de la
informaci�n despertada (arousing), versus informaci�n no-despertada o de
valencia. La� primera� depende�
de� una red am�gdala-hipocampo,
mientras que la �ltima est� soportada por la red neural corteza
prefrontal-hipocampo, implicadas en procesos codificados controlados (Levav, M.
2005; Ochsner, & Gross, 2005).
������� Este
estudio de comportamiento con un paradigma de la� atenci�n-dividida,� confirm� que el realce de la memoria para
palabras no-despertadas de valencia aumentan los procesos de codificaci�n
controlado: tareas concurrentes reducen el mejoramiento de la calidad del
funcionamiento.� El realce de las
palabras despertadas sucede autom�ticamente, a�n cuando las fuentes de
codificaci�n fueron desviadas a las tareas secundarias. Kensinger, & Corking (2004), proponen� dos mecanismos diferentes para el mejoramiento
de la memoria de la informaci�n emocional, dependiendo de si esa informaci�n es
despertada (arousing),� o negativa no
despertada. El mejoramiento para las palabras no-despertadas negativas, son
llevadas a cabo� por las redes neurales
de la Corteza Prefrontal-hipocampo que est�n implicadas en la formaci�n de la
memoria para la informaci�n neutral y su asociaci�n con procesos de ensayo o
procesos de codificaci�n de la informaci�n.
Fig.� 1� Activaci�n en la am�gdala
derecha (A), hipocampo anterior derecho (B), y el l�bulo� parietal inferior (C), fue muy grande
durante la codificaci�n de palabras emocionales (con o sin arousal o
despertar), m�s que en las palabras neutrales (Kensinger, & Corking,
2004).
����� En contraste el mejoramiento de
la memoria para palabras "despertadas", mediadas por la red neural� am�gdala-hipocampo refleja efectos de memoria
y emoci�n autom�tica y pueden espec�ficamente unirse al efecto del despertar y
la elicitaci�n del est�mulo emocional. El hemisferio
izquierdo, el hipocampo, la am�gdala y el l�bulo inferior parietal mostraron
una gran actividad de respuesta al despertar negativo y a las palabras
negativas de no despertar (nonarousing), m�s que a las palabras neutrales. O
sea que estas regiones fueron moduladas por cualquier sapiencia emocional
(valencia o arousal) ( Phillips, Drevets, Raunch,� & Lane, 2003; Lewis,� & Havilland-Jones, 2004; Gray, Braver, & Raichie 2002).
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������ El l�bulo parietal inferior est�
implicado en el procesamiento verbal de la informaci�n relativa al "self", a la
atenci�n y al procesamiento de la memoria de trabajo de contenido
emocional. Este trabajo nos demuestra que la activaci�n por �tems despertados
(arousing), cuando son mediados por la red neural am�gdala-hipocampo, reflejan
efectos autom�ticos (memoria impl�cita), de la emoci�n en la memoria o pueden
estar comprometidos cuando el est�mulo emocional elicita un efecto de
despertar.
����� Cuando se activa el l�bulo parietal
inferior para el reclutamiento categ�rico emocional de las palabras, la Corteza
Prefrontal Izquierda (CPI) de acuerdo a este trabajo esta relacionado con� los procesos de codificaci�n adicionales,
iniciados por uno-mismo que fueron realizados por palabras con valencia
solamente, tales como elaboraciones sem�nticas, autobiogr�ficas o por
experiencias. Esta explicaci�n es consistente con procesos de codificaci�n
elaborativa� (Kensinger, & Corking,
2004).
����� Despu�s de demostrar que cognici�n y emoci�n
trabajan juntas y que en la activaci�n de estos procesos tienen que ver ciertas
regiones cerebrales, debemos recordar que los seres humanos poseemos un
aprendizaje dual cognitivo y emocional, el cual es guardado en la Memoria a
Largo Plazo o memoria expl�cita la cual es consciente y puede ser f�cilmente
verbalizada, esta es hol�stica e implica muchos aspectos de una situaci�n o
vivencia. Esta nos ayuda a recordar conscientemente� acontecimientos que ya pasaron, no s�lo se
recuerda el total de este sino tambi�n el contexto en el cual el acontecimiento
ocurri�, sino tambi�n la hora, el lugar, objetos y la gente que estaba presente
en ese momento (LaBar & Cabeza, 2005; Barret, 2001). La
am�gdala media directamente aspectos del aprender emocional y facilita
operaciones de memoria en otras regiones, incluyendo el hipocampo y la corteza
prefrontal, esta estructura favorece la memoria de trabajo, memoria declarativa
y varias formas no explicativas de memoria (Franklin,� Baars,�
Ramamurthy, & Ventura, 2003; Phelps, 2006).
������ La memoria impl�cita es llamada tambi�n
"no declarativa" porqu� el individuo es incapaz de declararla de manera verbal,
esta es inconsciente y a menudo implica memorias de procedimientos paso por
paso,� emociones y sentimientos. Los
estudios celulares y moleculares del almacenaje impl�cito y expl�cito de la
memoria sugieren que la modulaci�n experiencia-dependiente de la fuerza y de la
estructura sin�pticas son un mecanismo fundamental por el cual estas formas de
almacenaje de la memoria, son dadas por�
un cierto tipo de crecimiento sin�ptico que representan cambios
celulares estables que mantiene el proceso de almacenaje a largo plazo (Bailey, Kandel,. & Kausik, 2004;
Franklin,� Baars,� Ramamurthy, & Ventura, 2003).
������ Eich (Eich, Kihlstrom, Bower, Forgas, &
Niedenthal, 2000), nos hace una pregunta �S�lo existen
estas� memorias?�� Y nos contesta que existe otra, la cual es
denominada memoria emocional, pues existen interacciones emoci�n-memoria que
ocurren durante las etapas del tratamiento de la informaci�n, de la
codificaci�n inicial y la consolidaci�n de la memoria.� Estas�
constituyen la base de nuestra historia personal. En presencia de un
est�mulo emocional, el cerebro eval�a la significaci�n de ese est�mulo y en
base de esa evaluaci�n produce la respuesta apropiada al significado del
est�mulo. La memoria
de los estados
emocionales (respuestas aut�nomas y som�ticas), implica el almacenamiento de
memoria impl�cita, mientras que el recuerdo de los sentimientos est�
involucrado en el almacenamiento de memoria expl�cita (Levav, 2005; Ochsner, 2000).
����� En la figura 4 y 5, Mather, & Carstensen
(2005), en su trabajo "Edad y cognici�n motivada: El efecto positivo en la atenci�n
y memoria" (Aging and motivated cognition: The positivity affect un atention
and memory), demostraron que a medida que la gente va envejeciendo, los
ancianos experiencian pocas emociones negativas. Procesos estrat�gicos en las
personas adultas como la atenci�n� la
memoria, parecen jugar un rol con importante en cuanto a estas variaciones de
acuerdo con la edad. Los ancianos muestran m�s memoria emocional gratificante
para cosas pasadas e informaci�n autobiogr�fica, m�s que los adultos j�venes
(Sison, & Mather, 2006).
���� Cuando
se muestran� est�mulos que var�an en la
valencia afectiva, los �tems positivos son cuantificados m�s por los adultos
j�venes. Estos efectos de positividad en la memoria de los ancianos se deben a
un mayor foco en la regulaci�n de la emoci�n y a la ejecuci�n de mecanismos
cognoscitivos de control que realzan lo positivo y disminuyen la informaci�n
negativa. Estos resultados muestran que ambas habilidades cognitivas y de
motivaci�n contribuyen para que los adultos regulen la emoci�n (Serrano, J.P.,
Latorre,J.M. & Monta�ez, 2005).�
����� Una
caracter�stica general de los adultos� es
que tienen un control cognitivo deteriorado que est� asociado con el deterioro
en las regiones prefrontales cerebrales. Los adultos muestran deterioro en las
tareas de cognici�n y la memoria que requieren la generaci�n y el mantenimiento
de estrategias internas m�s� que s�lo la
confianza en las se�ales externas. Por ejemplo el recuerdo expl�cito de
palabras que fueron estudiadas unos cuantos minutos antes mostraron declinar a
trav�s de un per�odo de cuatro a�os, demostrando que la memoria expl�cita si
decae con la edad, mientras que la memoria impl�cita con palabras recientemente
estudiadas no muestra una declinaci�n con la edad, observe la figura 4.
������������
Este estudio es una tarea de prueba de punto, en el cual una cara
emocional y una neutra aparecen una al lado de la otra. Cuando las caras
desaparecen, aparece un punto a un lado de las caras.
Fig. 4� Muestra la cuantificaci�n
diagonal atencionales de adultos j�venes y ancianos. Los escores positivos
indican respuestas r�pidas a la aparici�n del punto detr�s de las caras
emocionales que van a un lado de caras neutrales. Los ancianos muestran escores
m�s altos a las caras positivas y escores m�s bajos a las caras negativas que
los adultos m�s j�venes (Mather, & Carstensen, 2005).���
����� Los
adultos j�venes fueron lentos para indicar donde estaba el punto a cuando estos
aparec�an a un lado de las caras negativas que de las caras neutras y fueron
r�pidos cuando aparec�an las caras positivas, los adultos j�venes no mostraron
diagonal atencional para las caras. Las
barras representan el error est�ndar de las medias. Estudios con adultos
j�venes demuestran que ellos detectan informaci�n amenazante m�s r�pidamente
que otro tipo de informaci�n. En cambio
los ancianos detectan una baja en la atenci�n para detectar informaci�n
amenazante. Los ancianos detectaron m�s r�pidamente las caras discrepantes
cuando la expresi�n facial era de enojo m�s que cuando eran tristes o felices,
ellos tambi�n pudieron detectar caras amenazantes lo que demuestra este trabajo
es que la ventaja de detecci�n para est�mulos amenazantes se mantiene igual en
ancianos que en los adultos j�venes.
Fig.� 5 (a) N�mero total de
fotograf�as recordadas por los j�venes (18 a 29 a�os), adultos de edad media
(41 a 53 a�os) y ancianos (65 a 80 a�os de edad). Ejemplos (b) fotograf�as
positivas, (b) negativas y (c) neutras. Las barras muestran el intervalo de
confianza de la interacci�n de valencia contra la edad de los sujetos (Mather,
& Carstensen, 2005
����� Como
la atenci�n, la memoria tambi�n es selectiva, La informaci�n atendida es m�s
recordada que la no atendida, la atenci�n inicial provee un filtro del flujo
entrante de la informaci�n. Las diagonales atencionales repasados en la secci�n
anterior (Figura 4), influencian en los ancianos a conseguir la codificaci�n.
La metas tambi�n influyen en como la memoria es reconstruida, as� que las metas
emocionales condujeron a los ancianos a cambiar�
sus memorias en� direcci�n
positiva m�s que los adultos j�venes.
����� Al
grupo de ancianos y adultos j�venes se les pidi� elaborar una serie de� opciones hipot�ticas, entre cada dos opciones
hab�a caracter�sticas positivas y negativas. Cuando recordaban opciones una
manera de regular la emoci�n es escoger la opci�n� que ten�a caracter�sticas m�s positivas que
negativas. Sin embargo en los adultos j�venes se les pidi� centrarse en sus
sentimientos despu�s de escoger sus opciones, entonces la memoria a largo plazo
fue una opci�n de soporte como en los ancianos. Entonces los adultos j�venes no
parecen centrarse en la meta emocional a menos que sea recordada para funcionar
como una� se�al externa.
����� Cuando
a los participantes se les mostr� varias fotograf�as sin ninguna instrucci�n
de� c�mo codificar las fotograf�as
por� edad, se encontr� una� interacci�n de
la valencia con el recuerdo tard�o y� el
reconocimiento. Aunque los ancianos le fue m�s dif�cil recordar la
fotograf�a total, se present� una diferencia significativa en relaci�n a la
edad para identificar las fotograf�as negativas y casi no se present�
diferencia entre edades, para las fotograf�as positivas, la cual fue
consistente tambi�n entre hombres y mujeres. Estudio recientes sobre la memoria
de trabajo, para material emocional indican que en algunos casos, los efectos
positivos permiten a los adultos a mostrar un mejor funcionamiento de la memoria
que los adultos j�venes. En ese estudio, los ancianos adultos m�s j�venes
fueron� superados cuando la tarea de la
memoria de trabajo implic� est�mulos positivos, mientras que adultos m�s
j�venes superaron a los ancianos cuando la tarea implic� est�mulos negativos
(Mather, & Carstensen, 2005).
������ Sison
& Mather (2006), en su trabajo emoci�n y alteraci�n de la memoria
demostraron que contrariamente a lo que dice la gente que el hecho de recordar
algo o a alguien que anteriormente se estudi�, no necesariamente facilita la
recuperaci�n de memorias relacionadas. Ellos quer�an demostrar que muchas veces
que en el efecto de contar un subconjunto de art�culos previamente estudiados,
por ejemplo la palabra "pl�tano", no necesariamente nos va ha ayudar a recordar
la palabra "pera" sino que puede deteriorar la memoria de los art�culos
restantes. Este experimento revel� que en el conteo de cuadros emocionales
anterior-estudiados (ejemplo, pinturas de gente que evocan miedo) deterioraron
la participaci�n de la� memoria, cuando
se present� un cuadro de la misma emoci�n pero de diverso contenido (pinturas
de animales que evocan miedo). Esto nos indica que los nuevos eventos pueden
ser organizados en la memoria usando emociones como una funci�n de agrupamiento
para crear asociaciones.
Sin embargo, si la nueva
informaci�n est� organizada en la memoria las l�neas emocionales o no
emocionales parecen ser procesados de manera flexible y depende del enfoque de
la gente. En las instrucciones que se daban al inicio se les dijo a los sujetos
que los cuadros estaban relacionadas con diversi�n-o miedo conducir�an a la
debilitaci�n de la memoria cuando los cuadros presentara� la misma emoci�n de acuerdo al conteo
obtenido, mientras tambi�n los cuadros o fotograf�as presentadas de los
animales o la gente conducir�an tambi�n a la debilitaci�n de la memoria cuando
estos presentara el mismo tipo de agente (ver figuras 6, 7, 8)
Figura 6. N�mero medio de memoria de los
cuadros en funci�n del tipo juego en relaci�n�
con los cuadros contados y si las instrucciones fueron responsables� del tipo de la emoci�n o el tipo del agente
principal (o saliente = de saliencia) (Sison, & Mather 2006)
����� Se eligieron cuadros de animales divertidos, cuatro cuadros con gente
divertida, cuatro cuadros animales que induc�an miedo, y cuatro cuadros de
gente implicadas con miedo. Los cuadros de animales y de la gente fueron
seleccionados de modo que no hubiera repeticiones de los cuadros similares
(cuadros m�ltiples de perros). Para encontrar los cuadros que indujeron las
emociones espec�ficas de la diversi�n o del miedo, se� utilizo�
las clasificaciones de la emoci�n para los cuadros de IAPS basados en una muestra grande (Ver
figura 7).
�����
Se asignaron los participantes a una condici�n de se�al de no (control)
o a uno de cuatro� las condiciones en las
cuales a los participantes se les recordaba todos los cuadros en una de las
cuatro categor�as (ejemplo, todos los cuadros de animales divertidos). Los
cuadros fueron presentados usando el software de PsyScope en una computadora
del Macintosh. En las condiciones de�
actor-salientes, una palabra con las instrucciones indic� que los
participantes ver�an cuadros de animales o de la gente, mientras que en las
condiciones emoci�n-salientes, la oraci�n indic� que los participantes ver�an
los cuadros que representan la diversi�n o el miedo. Todos los participantes
entonces vieron todo de manera aleatoria.
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Fig, No.7.�
Set de fotograf�as y su n�mero correspondiente de acuerdo al Sistema Internacional de Pinturas
(fotograf�as), Afectivas (Sison,
& Mather, 2006).
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�����
Despu�s los participantes hicieron una tarea de� no relaci�n por cinco minutos.� Entonces los participantes contaron con un
tiempo en las condiciones de se�al para recuperar y relacionar� los cuatro cuadros de� un tipo particular (ejemplo, todos los
cuadros de diversi�n de la gente) en la secuencia siguiente para cada cuadro
contado: 1) Una frase que correspond�a a uno de los cuadros fue demostrada en
la pantalla (ejemplo "payasos") y las instrucciones en la pantalla de la
computadora despu�s se les pidi� que los participantes visualizaran el cuadro
que iban a considerar como relacionados con la frase. Despu�s de diez
minutos,� se les pidi� a los
participantes memorizar los cuadros.
����������
Contando efectos fijos en los sets, con est�mulos que elicitan emociones,
tales como pinturas de escenas emocionales. El encontrar un efecto de
conteo-fijo con el material emoci�n-elicitador apoya seg�n estos
investigadores, la idea que las emociones act�an como principios de
organizaci�n de la memoria. De acuerdo a Bower (Sison, & Mather, 2006), la
teor�a de la red neural de la emoci�n est� representada por un "nodo" neural en
la memoria que integran los niveles verbales, comportamientos expresivos,
respuestas autom�ticas, valoraciones de evocaci�n y finalmente eventos epis�dicos
que est�n relacionados a la emoci�n. Bowers (Sison, & Mather, 2006), asume
que un nudo en una red neural,� basado en
la emoci�n de informaci�n es activada debajo de su umbral de activaci�n por
otros nodos a lo largo de las extensiones de las redes autom�ticas. Consistente
con la idea que las emociones son organizadas en la memoria de manera que
semejan informaci�n de otras categor�as, el realce en la memoria para palabras
con� valencia m�s bien que las palabras
neutrales dependen en parte de su
relaci�n sem�ntica y en� su misma
categor�a (Sison, & Mather, 2006).
������Se utiliz� un nivel de confianza del 95% para comparar
las Medias. Primero, examinaron la memoria en la condici�n de control en la
cual los participantes no recordaron los cuadros, usando 2 (la categor�a:
actor, emoci�n) X 4 (categor�a del cuadro: animal divertido, gente divertida,
animal-miedo, gente con miedo), para eso se utiliz� una ANOVA para el n�mero de
cuadros recordaron (v�ase la tabla 2 para las Medias). La significancia fue de p =
.08. Seg�n las indicaciones de la tabla 2, los cuadros en las cuatro
categor�as variaron c�mo deb�an, m�s memoria para los divertidos, y con menos
memoria para los cuadros del animal del miedo.
Sin embargo, no
hubo efecto significativo de la estructura mencionada en las instrucciones,
F (1.28) = 1.08, p de la categor�a > .3, ηp2= .04 y ninguna interacci�n significativa de los dos
factores, F (3.84) = .34, p> .7, ηp2= .01, indicando esto que la� emoci�n mencionada� o la categor�a de actor en las instrucciones
no tienen una influencia significativa.
���� Despu�s, se examin� los datos de las
cuatro condiciones de la se�al, y el foco principal de inter�s de los
investigadores. Estos pusieron por categor�as cada art�culo recordado ya fuera
por juegos o par� contado de la emoci�n,
juegos� de actores, o ning�n juego
(figura 8). Por ejemplo, para los participantes en la condici�n animal de la
se�al del miedo, los cuatro cuadros animales del miedo "fueron contados," los
cuatro cuadros de la gente del miedo eran "juego de la emoci�n," los cuatro
cuadros animales de diversi�n eran "juego del actor" y los cuatro cuadros de
diversi�n de la gente no eran "ning�n juego." Las cuentas medias para cada uno
de estas categor�as se demuestran en el cuadro 1 y eran analizadas usando 2 (la
categor�a mencion�: agente, emoci�n) X 4 (tipo de memoria: contado,
contar-emoci�n, contar-agente,) X no-contado 4 (tipo de la se�al: animales de
diversi�n, gente de diversi�n, animales del miedo, gente) del miedo ANOVA. No
asombrosamente,� hab�a un efecto
significativo del tipo de memoria, F (3.333) = 101.92, p<.001, ηp2= .48, pues los participantes tendieron
para recordar casi todos los cuatro cuadros contados (M = 3.59 el � .11).
������ Este estudio revela dos nuevos
resultados interesantes. Primero, el conteo para recuperar� la informaci�n que permite "disparar" �una emoci�n particular (e.g., miedo-evocando
los cuadros animales) puede deteriorar la memoria para otra informaci�n que
elicita la misma emoci�n, igualmente para la�
informaci�n de otra manera de una diversa categor�a (e.g.,
miedo-evocando cuadros de la gente). Esta debilitaci�n de memoria para los
art�culos emocionales, as� como la clasificaci�n de art�culos no-emocionales
indican que la emoci�n puede funcionar como un principio que agrupa los est�mulos a�n cuando no
guardan relaci�n sem�ntica con excepci�n de la emoci�n que "despiertan".
������� Este
experimento revel� que los cuadros contados por los participantes con los
cuadros emocionales que fueron estudiados con anterioridad (ejemplo,
miedo-evocando cuadros de la gente), este trabajo demostr� que la memoria se
puede deteriorar con los cuadros que implican la misma emoci�n pero diverso
contenido (ejemplo, miedo-evocando cuadros de animales). Esto indica que los
nuevos acontecimientos se pueden organizar en la memoria usando la emoci�n como
una funci�n para crear asociaciones. Sin embargo, la nueva informaci�n que est�
organizada en memoria a lo largo de l�neas emocionales o del no-emocionales, y
aunque es un proceso flexible, depende del enfoque de las personas (Sison, & Mather, 2006).�
��� ��Gross (Gross, 2001; Ochsner, & Gross, 2005), nos dice que las
emociones se van y vienen a nuestras vidas como ellas quieren. Sin embargo
llevamos a cabo realmente un control considerable sobre nuestras emociones,
porque solemos tener mecanismos regulatorios para decidir cuales queremos
experienciar y expresar. Sin embargo las m�s importantes estrategias son: la
re-valoraci�n, la cual se inicia r�pidamente en el proceso generativo de la
emoci�n y consiste en cambiar de c�mo pensamos en una situaci�n con el fin de
disminuir su impacto emocional. Y la segunda, es la supresi�n, que se presenta
tarde en el proceso generativo de la emoci�n. Esta implica el inhibir las
muestras exteriores de la emoci�n. La disminuci�n de la revaloraci�n y la
expresi�n del� comportamiento en la
experiencia emocional, y no tiene impacto en la memoria. Por contraste la
supresi�n disminuye la expresi�n del comportamiento, pero falla para disminuir
la experiencia de la emoci�n y es capaz de deteriorar la memoria. Y la
supresi�n tambi�n incrementa la respuesta fisiol�gica (Marinier, 2006;
Richards, & Gross, 2005; Pousada, De la Fuente, Z��iga, & Armando,
2004).
���������
��������
Para probar estas predicciones se han utilizado una gran variedad de
m�todos, como la m�sica, asesinos desagradables, films, etc�tera, para
despertar la� emoci�n. Gross (2001),
utiliz� un film donde se mostraba un brazo amputado. En las condiciones de
Re-valoraci�n (no hay activaci�n fisiol�gica) se les pidi� a los participantes
pensar de la pel�cula que ve�an de una manera tal que ning�n respondieran
emocionalmente (Como si fueran t�cnicos m�dicos). En las condiciones de
supresi�n se les pidi� a los participantes ocultar sus� reacciones emocionales. Como era de esperarse
la supresi�n disminuye la expresividad del comportamiento de disgusto pero
aumenta la activaci�n fisiol�gica. La Re-valoraci�n disminuye el comportamiento
expresivo y no adversamente la respuesta fisiol�gica del afecto, la memoria, o
la regulaci�n de la pareja que interact�a. Por contraste la supresi�n, no tiene
impacto en la experiencia emocional, incrementa la respuesta fisiol�gica tanto
en el regulador como en el compa�ero.
�����������
La re-valoraci�n disminuye la experiencia expresiva del comportamiento y
de la emoci�n, y no� afecta adversamente
a la respuesta fisiol�gica, a la memoria, o a la interacci�n del regulador. La
supresi�n en contraste no tiene impacto en la experiencia emocional no en la
memoria, pero si aumenta la respuesta fisiol�gica tanto en regulador� como en el sujeto no regulado. Esta revisi�n
se centro en un tipo de cambio cognoscitivo y una modulaci�n de respuestas.
������������
Gross (2001), nos dice que hay que explorara las consecuencias a largo
plazo de las diferentes estrategias de la regulaci�n de la emoci�n, por ejemplo
cada vez que una emoci�n es suprimida la respuesta fisiol�gica se va
magnificando lo cual a la larga va a traer consecuencias contra la salud de o
de los individuos.
Gr�fica No.� Consecuencias sociales
de la regulaci�n de la emoci�n. Cambios en la Media en la presi�n sangu�nea, se
muestra separadamente en una conversaci�n con su pareja a la cual se le pidi�
que revaloraran la situaci�n, que actuaran naturalmente o que suprimieran la
emoci�n. (La media de la presi�n arterial es m�s alta cuando se suprime la
emoci�n confirmando la respuesta fisiol�gica en este tipo de experiencia)
(Gross, 2001).
����
���������� Marco Aurelio (Oschner, & Gross,
2005), escrib�a as�: "Si cualquier cosa externa te angustia, entonces el dolor
no es debido a� s� mismo sino a tu
estimaci�n de ella; y entonces tu tienes que saber que posees la energ�a de
revocar esta en todo� momento".
�����
Este pensamiento nos ayuda a comprender la importancia de las
investigaciones en relaci�n a la emoci�n, porque el proceso
cognitivo-emocional, nos ayuda a comprender que estos mecanismos comprenden o
incluye todas las estrategias conscientes e inconscientes que los seres humanos
utilizamos para mantener, aumentar o disminuir�
uno o m�s de los componentes de la respuesta emocional, que comprende
sentimientos, comportamientos y respuestas fisiol�gicas.
����
An�lisis General. (Otros detalles claves dentro del tema).
"Cualquiera puede enojarse - esto es f�cil,� pero estar enojado con la persona correcta,
en el grado o medida adecuada, en el momento adecuado, y para un prop�sito
justo - eso no es f�cil"� Arist�teles (Reeve,� Nix,�
& Hamm, 2003).� �
����� Antes
de iniciar este trabajo el hecho de pensar en la palabra emoci�n significaba
algo negativo, pensando que esto se refer�a a la liberaci�n de emociones que en
un momento determinado pueden considerarse como destructivas para uno mismo o
para los dem�s, pero hasta que no descubr� que aquella persona que no aprecie
estas habilidades o dones emocionales, es un ser incapaz de madurar y de
evolucionar internamente. Pues las emociones nos permiten desarrollar la
habilidad cognitiva/del comportamiento, el ser responsables de nuestras
sensaciones, pasiones y esperanzas que nos dan una identidad propia que nos
permiten ser �nicos en el mundo y creadores de nuestro "self" (Reeve, Nix,
& Hamm, 2003; Phillips, Drevets, Raunch, & Lane, 2003).. Ellas� son a su vez gu�a, motivo, esencia y energ�a
de la vida, sin embargo son tan poderosas que as� como nos dan salud nos pueden
conducir a la enfermedad si no las sabemos regular (Brunton, 2005). Y porque
seg�n la concepci�n de Freud (Reeve,�
Nix,� & Hamm, 2003), �la mente humana guarda una piscodin�mica u
homeost�tica conflictiva: idea versus
contra-idea, deseo versus
contradeseo, deseo versus represi�n,
excitaci�n versus inhibici�n, catexia
(atracci�n sexual versus
contra-catexia (culpa).
������ Y
como podemos ver, las emociones son fen�menos que no pueden reducirse a un
componente unitario o celular, sino que son de naturaleza compuesta u
organ�smica, podr�amos decir que ellas son el resultado emergente de la acci�n
de m�ltiples elementos constituyentes que las caracterizan como tales. Ellas
tienen la funci�n de "informar" acerca del c�mo las situaciones de la vida pueden
ser apreciadas (Scherer, 2005; Ekman & Davidson, 1994).
������� Las
experiencias emocionales subjetivas o inconscientes, no s�lo nos informan
respecto a una situaci�n presente en torno a un objeto de emoci�n, sino que
adem�s esta es un producto de una construcci�n ling��stica la cual le da el
car�cter de experiencia afectiva. Ciertas emociones pueden ser experimentadas
como son, por ejemplo la envidia, la ira cuando lo hacemos de manera consciente
y todo nuestro ser se da cuenta de esta situaci�n, mientras que las mismas
emociones cuando son experimentadas de manera�
inconscientes y cuando lo hacen as�, a largo plazo se producen cambios
corporales o som�ticos (Scherer, 2005; Campos, Frankel, & Camras, 2004;
Ortony, Clore, & Collins. 1996)..
����� Como
las emociones son multidimensionales incluyen: sentimientos, experiencias,
cambios fisiol�gicos, conductas, cognici�n, expresi�n (faciales, corporales,
vocalizaciones), �y conceptualizaciones,
todos estos sistemas sincronizados coordinan las formas de reaccionar lo cual
nos permite adaptarnos a las circunstancias de la vida y� dar color, profundidad y riqueza a la
experiencia humana (Barret, 2001; Bell, 2004; Berridge, 2003). �
������ Para que se elicite una emoci�n es
necesario� el uso de habilidades cognitivas
(Reeve, 2005; Lewis, &
Haviland-Jones, 2004; Eich, Kihlstrom, Bower, Forgas, & Niedenthal, 2000),
Lazarus y Ekman (Ekman, & Davidson, 1996), dec�an qie las emociones pod�an
ocurrir sin un procesos cognitivo previo, pero si era necesario un acontecimiento
biol�gico previo. Despu�s Izard y Ekman (Ekman, & Davidson, 1996), dicen
que si eran necesarios procesos cognitivos tales como: la memoria de trabajo, la memoria a
largo plazo para poder soportar el aprendizaje, los juicios y razonamientos.
Panksepp (Lewis, &
Haviland-Jones, 2004),
nos dice que las emociones surgen de c�rculos neurales gen�ticamente heredados
que regulan la actividad cerebral y que por lo mismo los seres humanos poseemos
un circuito cerebral de ira, uno de miedo, otros de tristeza y algunos m�s.
Pero no fue hasta que Scherer (2005), nos dice que la actividad cognitiva (cool
cognition) es un prerrequisito necesario de la emoci�n (hot cognition), y que
el proceso que la genera comienza no con el acontecimiento mismo ni con la
subsecuente reacci�n biol�gica personal, sino con la valoraci�n cognitiva de su
significado (Schaefer,
Collete, Philippot, Van der Linden, Laurey, Delfiore, Degueldere, Maquet,
Luxen, Salmon, 2003).
�����
������
Ortony, Clore, & Collins, (1996), concuerdan con Scherer (2005), y
nos dicen que realmente las condiciones para "despertar" una emoci�n son, la
excitaci�n y la valoraci�n y que esta a su vez registren una valencia. Es decir
que una situaci�n es percibida como positiva o negativa porque posee una valencia,
esto es considerado como verdadero para todas las emociones y si una reacci�n
no es positiva o negativa, entonces esta no es una emoci�n genuina.
������ Para
que las emociones se eliciten, son necesarias condicione desencadenantes, si
estas son efectivas, entonces el individuo tiene que� codificar
la situaci�n pertinente de una manera espec�fica, la interpretaci�n depende de
cada individuo, si por ejemplo en un juego los ganadores interpretan la
experiencia como deseable, mientras que los que perdieron como indeseable. La
valoraci�n que hace una persona de una situaci�n y que induce una emoci�n est�
basada en tres variables centrales: la
deseabilidad, la plausibilidad y la capacidad de atraer, que se aplican a
las emociones basadas en los acontecimientos, en agentes y en objetivos
respectivamente. La primera se eval�a en t�rminos de una estructura de metas,
donde hay una meta focal que gobierna la interpretaci�n de cualquier
acontecimiento. La plausibilidad de
las acciones se eval�a con relaci�n a una jerarqu�a de normas y la capacidad de atraer de un objeto que
se eval�a con respecto a las actitudes de la persona (Marinier, 2006; Richards,
& Gross, 2005).
������ ��Este peque�o marco te�rico nos ayuda a comprender que en estos �ltimos a�os
se ha estado trabajado acumulando informaci�n sobre la relevancia de los
diferentes componentes de las emociones (cambios corporales perif�ricos,
cambios fisiol�gicos centrales, aspectos expresivos, valoraciones, etc.), y as�
han ido apareciendo gran diversidad de m�todos para comprender y explicar los
fen�menos asociados a la respuesta afectiva. Y como hab�amos escrito en otros
trabajos hay cuatro clases de evidencia a la que uno puede apelar al tratar de
entender las emociones. En primer lugar esta el lenguaje, este funciona como
objetos ling��sticos, que enrutan o dan acceso a las emociones. La segunda
manera de evidenciar las emociones es a trav�s de informes personales de las
emociones experimentadas y por �ltimo la evidencia fisiol�gica (Dolcos, LaBar & Cabeza, 2005; Gross,
2001; Mather, & Carstensen, 2005; Ochsner, 2000; Oschner, Bunge,
Gross, & Gabrieli, 2002).
����� �Sin
embargo quiero avocarme a uno de los aspectos m�s interesantes de la emoci�n y
que ha recibido gran atenci�n de parte de los investigadores esta es la
regulaci�n emocional� que incluye: la re-valoraci�n y la
supresi�n.� Quiz� una de las
definiciones� m�s citadas es la propuesta
por Davidson & Gross (2005), quienes sostienen que la primera incluye,
procesos intr�nsecos y extr�nsecos responsables del monitoreo, evaluaci�n y
modificaci�n de las reacciones emocionales para alcanzar una meta
personal (Reeve, 2005), y que
incluye las estrategias dirigidas a�
mantener o aumentar un estado emocional en curso, y lo m�s importante es
que Oscner, Bynge, Gross, & Gabrieli, (2002), nos dicen que esta es la
trnsformaci�n cognitiva de una experiencia emocional.
����� Y la
segunda (supresi�n),� Richards, &
Gross, (2005), nos dicen que es aquella que exige que el sujeto� inhiba la exteriorizaci�n de sus emociones, y
esto se ve a menudo como una perspectiva del sujeto ha parecer tranquilo, a
pesar de sufrir o tener una sensaci�n emocional fuerte. Silva, & Gemp, en
su trabajo analiza las demandas de auto-regulaci�n y sugiere que esta forma de
regulaci�n de la emoci�n tiene un precio cognoscitivo negativo para los
sujetos. Los datos m�s abajo, muestran que para llevar acabo una regulaci�n
consciente de los afectos, las personas deben experimentar los estados
emocionales como parte de nociones generales y/o espec�ficas respecto de s�
mismas y de su reactividad emocional. Por ejemplo, una persona que experimenta
una fuerte sensaci�n de verg�enza interpretar� todos los cambios som�ticos y
expresivos como parte de un estado interno asociado a determinadas cogniciones
respecto de s� mismo y de su propia reactividad. Luego como parte de este
proceso emocional, la persona iniciar� un proceso de regulaci�n emocional que mitigue la experiencia sentida. Una vez
trasformado el estado emocional en una experiencia, la persona puede desarrollar
modos complejos de regular dichos afectos (Ochsner & Feldman Barret, 2001;
Silva, 2005).
�������
Silva (2005), describen un�
ejemplo de regulaci�n emocional, y nos dicen que el reconocimiento de
las emociones tienen un alto valor adaptativo para el ser humano, la
afectividad orienta al sujeto a la acci�n para superar o afrontar la
adversidad, permitiendo que se dirija� en
procurar metas. Las personas pueden regular su afecto negativo centrando su
atenci�n en c�mo reparar su comportamiento inoportuno. En cambio, si la persona
distingue pobremente sus estados internos, sus mecanismos de regulaci�n est�n
menos desarrollados (incluir�n menos componentes afectivos).� En este caso, la persona intentar�a regular
la manifestaci�n som�tica de la emoci�n, sin tomar en cuenta otros elementos
que gu�en su acci�n.
����� Los
hallazgos m�s significativos de esta investigaci�n fue el descubrimiento de
consecuencias diferentes de los distintos modos de regulaci�n en la expresi�n
facial de emociones, la experiencia afectiva, la fisiolog�a, la memoria y los
procesos interpersonales. Los datos indican que la reevaluaci�n cognitiva
disminuye significativamente la experiencia subjetiva de desagrado frente a
est�mulos aversivos visuales, mientras que la supresi�n fall� en lograrlo.
���������������
La supresi�n emocional disminuye considerablemente la expresividad
afectiva, en todo su rango (positivo y negativo), generando una disminuci�n de
la comunicaci�n de los estados internos del individuo. Desde el punto de vista
fisiol�gico, los sujetos que utilizan la supresi�n muestran una actividad del
sistema simp�tico intensificada, tanto en �ndices card�acos como en medidas de
conductancia de la piel. Al contrario, las personas que reeval�an muestran una
actividad fisiol�gica bastante m�s reducida en los mismos �ndices card�acos y
de conductancia. Por otro lado, la supresi�n involucra un alto esfuerzo
cognitivo durante el proceso emocional, producto principalmente del
automonitoreo y de la autocorrecci�n. Este esfuerzo reducir�a los recursos
cognitivos disponibles del sujeto dificultando la retenci�n de sucesos. La
reevaluaci�n, como estrategia de aparici�n temprana, no incluir�a un esfuerzo
de autorregulaci�n y, por lo tanto, recursos cognitivos como la memoria
estar�an disponibles.
����� Para
medir el nivel de diferenciaci�n emocional se utiliz� una subescala de la
Escala de Alexitimia de Toronto Abreviada [TAS-20], (Bagby, Parker y Taylor,
1994), en su versi�n adaptada para Chile (Gempp y Silva, 2003). La TAS-20
est� integrada por 20 �tems, que pretenden medir tres dimensiones de la
alexitimia: dificultad para describir sentimientos a los dem�s, pensamiento
orientado a lo externo y dificultad para identificar sentimientos y
diferenciarlos de las sensaciones corporales o fisiol�gicas que acompa�an la
activaci�n emocional. Los datos de la figura 11 permiten concluir que los
participantes�� de�� la��
muestra�� tienden�� a�
reportan,� en� promedio, Nada o Muy pocos
Figura
No. 11 Puntajes m�nimo, m�ximo, medias,
desviaciones t�picas y consistencia interna de las escalas del SCL-90-R y de la
subescala de Diferenciaci�n Emocional (Silva, & Gempp, 2004).
Figura
12. Promedios, desviaciones
t�picas y pruebas t de Student para escalas del SCL-90-R y la subescala de
Diferenciaci�n Emocional (Silva, & Gempp, 2004).
�s�ntomas.
Por otro lado, los valores m�ximos para cada escala sugieren que todas las
constelaciones sintom�ticas fueron experimentadas con Bastante o
Mucha frecuencia por algunos miembros de la muestra. Las altas
desviaciones t�picas, en relaci�n al promedio, y la diferencia entre los
valores m�nimos y m�ximos para cada escala, indican que los diferentes grupos
sintom�ticos presentaron un alto grado de variabilidad entre los miembros de la
muestra.
������ Para
determinar posibles diferencias en los niveles de psicopatolog�a y de
diferenciaci�n emocional entre hombres y mujeres, se calcularon pruebas t de student
para grupos independientes, que son presentadas en la figura 12. S�lo se
observan diferencias significativas
en los niveles de Hostilidad (t=2.54; p=0.01) y de Diferenciaci�n emocional (t=2.08; p=0.03). Los resultados muestran
que los hombres tienden a externalizar un nivel de hostilidad levemente mayor (M=0.96;
ds=0.66) que las mujeres (M=0.81; ds=0.61), y que �stas �ltimas parecen
m�s capaces de diferenciar entre sensaciones corporales y emociones (M=25.01;
sd=6.70) que los varones (M=23.73; ds=6.89)
������ La
figura 13, indica que para estos investigadores todas las constelaciones
psicopatol�gicas, sin excepci�n, correlacionan significativa y negativamente con
el nivel de diferenciaci�n emocional (Para mi s�lo las que est�n en rojo). Esto indica que aquellos
participantes que reportan mayor dificultad para reconocer sus emociones y
diferenciarlas de las sensaciones som�ticas presentan a la vez, mayor cantidad de
malestar psicol�gico y psicopatolog�a. En la muestra total, el rango
de correlaciones se encuentra entre r=-.31 y
r=-.47, indicando que los distintos
s�ntomas psicopatol�gicos correlacionan
moderadamente alto con la
diferenciaci�n emocional. Por otro lado, los resultados indican que
estas correlaciones tienden a ser m�s intensas para las mujeres y de menor
magnitud para los varones. En
espec�fico, se observa que la correlaci�n entre psicopatolog�a y diferenciaci�n
emocional es significativamente m�s alta para las mujeres en el caso de los
s�ntomas asociados a la Depresi�n (p=0.002),
Obsesiones y compulsiones (p<0.001),
Sensitividad interpersonal (p=0.01),
Ansiedad (p=0.02) y Ansiedad
f�bica (p=0.02).
����� Las
personas que diferencian pobremente sus estados internos afectivos, reportan
mayor incidencia de s�ntomas f�sicos. Mientras que las personas que distinguen
con mayor especificidad sus afectos presentan menos s�ntomas f�sicos (y
mentales). Es decir, habiendo clasificado las respuestas de los individuos en
som�ticas y no-som�ticas, estas �ltimas influencian fuertemente la relaci�n
entre psicopatolog�a y
diferenciaci�n emocional, sugiriendo una acentuaci�n
en la consciencia del los individuos. El componente subjetivo de las
emociones informa al individuo del objeto (origen externo o interno) de su
experiencia. El comportamiento se organiza en torno a tales objetos
favoreciendo metas y planes destinados a enfrentar o lidiar con �l. Si estos
componentes subjetivos no alcanzan a ser interpretados como una experiencia
emocional, es probable que el individuo perciba otros componentes del estado
emocional, en especial los som�ticos, como alteraciones de su normal devenir.
Como muestran estos resultados, dependiendo del grado de diferenciaci�n
emocional ser� el grado de acentuaci�n de la esfera som�tica.
Actualizaci�n. (Como el tema se aplica concretamente, una
ilustraci�n clara de la vida real)
���������� ��En la vida real es muy importante el conocer o elaborara
investigaciones sobre la habilidad que tenemos los seres humanos para� distinguir, conocer nuestras emociones porque
esto nos permite elicitar los procesos de regulaci�n emocional (Feldman
Barrett, Gross, Conner, & Benvenuto, 2001). Cuanto m�s h�biles seamos los
seres humanos en diferenciar nuestros estados internos y experimentarlos, mayor
posibilidad tendremos de controlar nuestro existir.�
����� Lewis, & Havilland.Jones, (2004), nos
dicen que muchas de las investigaciones manejan la emoci�n como algo
indiferenciado y solo estudian sus efectos, como podr�a ser el despertar
(arousal), excitaci�n y agitaci�n o bien manejan esta sin distinguir diferentes
estados emocionales. Otros investigadores solo se aplican sobre el estudio del
despertar y de la valencia y por �ltimo que son los m�s comunes los tratan a
los estados emocionales como categor�as el estudio de emociones discretas,
distinguiendo� entre tristeza,
irritabilidad, ansiedad y estados de �nimo positivos (Scherer, 2005, Berridge, 2003).
���� Sin embargo yo creo que el estudio de las
emociones debe investigarse como un proceso "global", porque ellas est�n
"comprometidas" con todo nuestro ser: Con los procesos cognitivos, con el
sistema inmune, con nuestros estados de �nimo y con todo aquello que nos
procuran salud o enfermedad (Brunton, 2005).
Las emociones tambi�n modifican el comportamiento, nuestras expresiones y
tambi�n nuestros pensamientos, fundamentalmente la emoci�n modifica la Memoria
de Largo Plazo y por ende� la percepci�n,
los juicios sociales, la soluci�n de problemas que depende de la memoria de
informaci�n almacenada (Barbado,
Aizpiri, & Ca�ones, 2002; Bailey, Kandel, & Kausik, 2004). As� como muchas destrezas que
aparentemente son independientes de la memoria como son la autoestima, la
percepci�n interna de nuestras satisfacciones personales, tambi�n est�n basadas
en estrategias basadas en la memoria, como�
habilidad heur�stica (Franklin, Baars, Ramamurthy, & Ventura, 2003; Kensinger, & Corking, 2004; LaBar� & Cabeza, 2006; Phelps,
2004). ����
����� As� que es muy importante reconocer los
mecanismos por los cuales los estados emocionales influyen en la formaci�n,
recolecci�n y a�n olvido de la Memoria de largo plazo, tambi�n en las
representaciones mentales y la organizaci�n del material almacenado en nuestra
memoria. La emoci�n puede afectar a la memoria de tres maneras: una es la
calidad del material que es recordado, otra la calidad del estado mental de la
persona al codificar la informaci�n y la calidad del estado mental de la
persona al tratar de recordar la informaci�n. Es muy importante el saber que
existe una memoria emocional diferente de la memoria de las emociones, esta
�ltima es declarativa y una memoria consciente de una experiencia emocional (Franklin, Baars,� Ramamurthy, & Ventura, 2003; Kensinger,�
& Corking, 2004; LaBar �& Cabeza, 2006).
����� Sobre todo lo anterior, hay un extenso
n�mero de trabajos, algunos ya expuestos aqu� en esta investigaci�n los cuales
actualmente van unidos al avance de la neurociencia como el trabajo de Le Bar,
& Cabeza (2006), los cuales demostraron que existen proyecciones neurales
directas e indirectas que tienen como objetivo los diferentes� sistemas de la memoria en el cerebro, incluyendo
los que favorecen la memoria de trabajo, la memoria declarativa y varias formas
no explicativas de memoria (por ejemplo, los procedimientos de aprendizaje, y
procesos reflexivo procesales). El hipocampo esta implicado en la memoria
expl�cita o declarativa y a am�gdala en la memoria emocional, estos dos
sistemas operan en paralelo y simult�neamente establecen los trazos de una
experiencia y como resultado� podemos
tener consciencia interna de nuestras emociones y memorias emocionales (Phillips, Drevets, Raunch, & Lane,
2003; S�nchez, & Rom�n, 2004)
Discusi�n.
(Repercusiones del caso a nivel local, nacional e internacional).
����� Son tantas
las repercusiones sobre el estudio de las emociones que sus repercusiones abarcan
muchas �reas de nuestra vida com�n y la de las personas que se ponen en
contacto con nosotros.� Lo que presento
de aqu� en delante es una muestra de su importancia a todo nivel, por ejemplo sobre
la psicolog�a social, y el efecto del estado de �nimo positivo y/o negativo
sobre los juicios y la exactitud de la memoria, para eso los investigadores
preguntaron a� hombres y mujeres acerca
del asesinato de O.J. Simpson de su esposa, y se obtuvo lo siguiente "Los que
eran felices no pod�an discriminar lo falso o verdadero sobre el acontecimiento,
en cambio los que estaban tristes ten�an m�s facilidad para clasificar los
acontecimientos (aunque tambi�n tend�an a juicios negativos). Los felices
creyeron que pod�an recordar los acontecimientos m�s vividamente. Sin embargo
al final se determin� que el estado de �nimo positivo conduce a una mayor
probabilidad de errores en la memoria. Esto tendr�a gran repercusi�n en el
conocer el estado de �nimo de las personas que podr�an ser testigos en un
juicio y que podr�an provocar juicios errados en prejuicio de las personas
juzgadas, quiz� no es tan importante escoger a los felices pero si a los que
est�n deprimidos.
����� La
Universidad de Harvard est� buscando� la
asociaci�n entre el dolor y la memoria, el bloqueo de tales asociaciones
utilizando fotografias, palabras, aromas, recordando estados autobiogr�ficos
positivos en la vida del paciente proporcionar una nueva base para tratar
dolor.. Comparado aquellos pacientes que experimentaron con estas t�cnicas y
los que no, los primeros experimentaron menos dolor mientras que estaban
hospitalizados y eran m�s activos despu�s de cirug�a.
���� Otros
investigadores est�n estudiando ni�os normales contra ni�os con d�ficit de
atenci�n por desordenes de hiperactividad (ADHD), o con depresi�n o que
sufrieron un estr�s traum�tico por un abuso sexual, este grupo del Hospital
McLean cuyo investigador jefe demostraron que los ni�os hiperactivos sufr�an de
una deficiencia en el flujo sangu�neo en un �rea del cerebro conocido como
putamen, esta zona est� implicada en la actividad motora y de movimientos
finos. Este flujo sangu�neo se relacion� con par�metros que miden emoci�n por
medio de la prueba OPTAX.
����
������ La
ira y el enojo en condiciones comunes de vida puede causar infartos� ataque o un paro card�aco.� �sa es la conclusi�n de varios estudios en la
Escuela M�dica de Harvard. Un estudio de 1.305 sujetos del sexo masculino con
una edad media de 62 a�os de edad eran tres veces m�s probables desarrollar
enfermedad card�aca que aquellos considerados como m�s tranquilos. �
�����
Psic�logos de la Universidad de Harvard han demostrado que cuando
alguien nos observa directamente a los ojos nuestro cerebro entra en completa
actividad. Fundamentalmente cuando la persona que nos mira lo hace con
mostrando miedo o ira la zona cerebral del miedo se activa inmediatamente. Explorando
los cerebros de 11 personas mientras ve�an im�genes de caras temerosas y
enojadas. Estos resultados plantea la cuesti�n de c�mo el cerebro "sabe" cuando
reactivarse cuando alguien nos muestra una cara de temor o coraje. Esta
respuesta a�n no se conoce pero se cree que nuestro cerebro es experto en
reconocer caras humanas.
�Recomendaciones (Recomendaciones para
otros (Sugerencia para otros)
������������
Las emociones, el afecto, el estado de �nimo, los sentimientos juegan en
nuestra vida un papel tan preponderante que yo podr�a sugerir que adentrarnos y
profundizar en su conocimiento es tan importante como la neurociencia y la
gen�tica molecular.
�
Conclusi�n. (Un nuevo
aspecto de la discusi�n, conecte todo lo que mencion� con algo nuevo o un
resultado probable).
������������
Desde el avance de la neurociencia y de todas las t�cnicas de im�genes
el conocimiento de los procesos cognitivo-emocionales entraron en auge,
fundamentalmente se ha demostrado que la emoci�n juega un papel preponderante
en todas las gamas de la experiencia humana. Los procesos emocionales se
entrelazan con casi todas las funciones organ�smicas� de nuestro cuerpo.
Las emociones procesadas en las rutas neurales de
nuestro cerebro y "almacenadas" en la memoria emocional� son las responsables de correlacionar
profundamente nuestros afectos, sentimientos, estados de �nimo, con la salud y
la enfermedad (sistema inmune). Estas influencian por supuesto los dominios de
la cognici�n, particularmente atenci�n, memorias,� razonamiento, nuestros pensamientos, nuestra
manera de afrontar la vida y son las responsables de nuestro "self", ellas son
las responsables de la identidad neuropsicol�gica (interna) de los seres
humanos.
������� Lo
anterior me hace comprender que el llegar a�
comprender los procesos emocionales, ser�a un avance formidable quiz�
comparable al descubrimiento del "genoma humano", y as� hay investigaciones que
determinan que trastornos emocionales�
como la depresi�n influyen de manera importante en las funciones de la
memoria. Que las personas ancianas tienden a procesar menos las emociones
negativas, pero a la vez poseen un mejor control de sus estados emocionales
comparados con sujetos j�venes, como se puede observar en las gr�ficas
siguientes:
Gr�fica
No. 13 Muestra la proporci�n de fotograf�as recordadas, contra la edad de
los sujetos de estudio (Mather
& Knight, 2005).
|
|
������ Por
ejemplo, cuando piden los participantes simplemente mirar una demostraci�n de
fotograf�as� y recordarlas m�s tarde
(Mather & Knight, 2005), los ancianos muestran un efecto de positividad de
recuerdo en comparaci�n con adultos j�venes (como se observa en la Gr�fica No.
13, donde la barra amarilla nos demuestra lo escrito aqu�). En cambio, cuando
distraen a los participantes porque deben hacer una tarea concurrente mientras
que miran la fotograf�a mostrada anteriormente se demostr� que los ancianos
recuerdan� la informaci�n negativa:
Gr�fica No 14.� Los resultados
indican que los recursos cognoscitivos en los ancianos les sirven tanto para la
codificaci�n de la atenci�n y de la memoria y esto los hace distraerse porque
deben hacer una tarea concurrente mientras observan la fotograf�a, demostrando
as� que�� la mayor parte de la memoria de
ellos est� conformada por� informaci�n
negativa (Mather & Knight, 2005).
.
������ Palmer, Brown, Williams,
Liddell, & Gordon (2006), nos demuestran que contrariamente a los
estereotipos negativos que tenemos con relaci�n a la gente anciana, estos
autores comentan que las
funciones emocionales puede mejorar con edad que avanza.� Este trabajo demostr� que la estabilidad
emocional mejora linealmente sobre las siete d�cadas (12-79 a�os) de esperanza
de vida de los seres humanos. En este trabajo se utilizaron im�genes de resonancia magn�tica funcional
contra el potencial de recuerdos sobre acontecimientos y la grabaci�n potencial
acontecimiento-relacionada para examinar la base neural de esta mejora.
Demostrando estos autores que con estas t�cnicas multimodal, que existe una
estabilidad mayor actividad sobre la zona medial prefrontal del cerebro a�n
cuando los inputs son negativos (mas all� de 200 mil�simas de segundo) y menos
control sobre la entrada de inputs positivos (dentro de 150 mil�simas de
segundo). Este cambio es independiente de la p�rdida gris de la materia, puesta
en un �ndice por datos estructurales de la resonancia magn�tica.
�� As� este
trabajo se volver�a interminable describiendo todo lo nuevo sobre
investigaciones emocionales-cognitivas.
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