Para mí, estudiar el programa doctoral fue una gran experiencia, pues junto con someterme a una manera distinta de ser evaluada, y de organizar las necesidades de aprendizaje, sentí que el proceso era serio, se respetaba y confiaba la autoría de los trabajos, se reconocía un camino recorrido en la academia y se trataba al estudiante con cortesía y prontas respuestas.
En términos generales, me pareció una gran posibilidad de formación continua para los profesionales que trabajan y que además, por dificultades de acceso geográfico, económico y lingüístico, no tienen probabilidades de aprender en la lógica de otra cultura. Establecer diálogos con los tutores fue un gran incentivo y aporte. Dialogar con académicos tan distantes en la geografía y tan cercanos en las visiones de mundo y comprensión de los fenómenos me ratificó el concepto de la aldea global.
Verónica Vargas Sanhueza, Doctora en Salud Pública